Que sí, que pasear por las Ramblas de Barcelona dejó de ser un placer barceloní hace décadas para convertirse en una gimkana en la que, además, no despistar la cartera en ningún momento. Que las 200.000 – 300.000 personas que pasan a diario por ella la han convertido en algo impracticable, que cualquier ciudadano medio preferiría comer brócoli hervido antes que cualquiera de las paellas radioactivas que allí se sirven…
Pero al igual que Las Ramblas de Barcelona se han convertido en el infierno en la tierra de todos aquellos que quieren pasear tranquilamente, también tenemos que reconocerla como la arteria principal por la cual la Barcelona terrenal se une con la marítima; la que se ha ido construyendo durante siglos de historia y ha dado forma a nuestra cultura; por la que han paseado personajes ilustres y cotidianos y, en definitiva, el lugar que nos pueda gustar más antes que ahora, pero al que de buen seguro todo barcelonés tiene un recuerdo asociado.
No debemos dar por perdida una vía en la que está la Boquería, el Liceu, por la que se asoma el Palau Güell, que nos lleva de Colón a Catalunya rodeados de edificios exhuberantes que observar a través de las ramas de los plataneros centenarios. Y por esta razón, desde BeCiNadas queremos homenajear a Las Ramblas de Barcelona a nuestro estilo, no contando dónde está el zumo de frutas más barato, sino por qué lo que sucedió en ese, ahora Primark, merece su propia película.
Un paseo de un kilómetro y doscientos metros en el que descubrir que más allá del mosaico de Miró, Las Ramblas esconden secretos que solo los barceloneses podemos escuchar.
La clásica (pero necesaria) introducción sobre las Ramblas de Barcelona
Al igual que hicimos con Montjuïc, la idea es que podamos conocer todo sobre las Ramblas de Barcelona en el sentido de anécdotas que sirvan para dejar con la boca abierta a cualquier visitante, como para aprobar el primer curso de barcelonés de pro.
Para ello, no nos debe faltar la clásica, pero no por ello menos importante, introducción sobre por qué se habla de Las Ramblas en plural, si aparentemente es una, de dónde le viene el nombre y sí, también la turra sobre la razón por la que los aficionados al Barça se reúnen alrededor de una pequeña fuente cuando, a todas vistas, hay sitios de mayor espacio y comodidad a lo largo de la ciudad.
De dónde viene el nombre de Rambla de Barcelona
El nombre de rambla viene del árabe ramla, cuyo significado es arenal, que básicamente es lo que eran estos mismos terrenos por los tiempos en los que comenzó a configurarse esta mítica vía barcelonesa.
Hay que imaginar a la Barcelona medieval como una explanada en la que entre los pequeños núcleos urbanos que por entonces se comenzaba a conformar la ciudad moderna (las vilas de Sants, Gràcia, Sant Martí y Sant Andreu, la Ciutat Vella creciendo con el Raval y el Born) discurrían numerosos torrentes de agua que descendían del Collserola hasta el Mediterráneo.
Una vez los muros que rodeaban Ciutat Vella se trasladaron hasta la frontera con el Raval, la antigua riera d’en Malla (así se denominaba al caudal que pasaba por la Rambla) fue desviada hacia el oeste (a la altura de lo que hoy sería el Paral·lel), para así poder conformar una zona estable de paso entre la ciudad antigua y el creciente Raval.
Dado que estos terrenos liberados eran de los pocos espacios amplios que ofrecía la Barcelona medieval, la primitiva Rambla se convirtió ya desde sus inicios en el s. XV en un importante eje comercial.
¿La Rambla o Las Ramblas de Barcelona?
Es común la denominación popular de “La Rambla” en cuanto es una única vía de 1,2 km, sin frontera aparente entre diferentes tramos, pero lo cierto es que desde su configuración en el s. XIX como bulevar, lo correcto sería su variante plural: Las Ramblas, ya que ésta se divide en diferentes espacios perfectamente delimitados según el uso que se les dio en su urbanización:
- Rambla de Canaletas: discurre desde su inicio en Plaza Cataluña hasta la intersección con Bonsuccés y La Canuda.
- Rambla de los Estudios: es el tramo que continúa hasta la intersección del carrer del Carme y Portaferrisa.
- Rambla de San José: continúa hasta la Boquería, justo donde se encuentra el mosaico de Miró.
- Rambla de los Capuchinos: es el tramo de mayor tamaño, y termina en la denominada como plaza del Teatro.
- Rambla de Santa Mónica: es el tramo final que desemboca hasta el monumento a Colón.
Podríamos sumar “tramposamente” un sexto tramo inaugurado en 1994 y no reconocido oficialmente, que sería el ganado al Mediterráneo. Es la conocida como Rambla de Mar: pasarela marítima que une el monumento a Colón con el centro de ocio Maremagnum sobre la entrada al Port Vell.
Las Ramblas de Barcelona: un recorrido por sus secretos, obviedades y curiosidades
Ya sabemos de dónde viene el nombre, ya conocemos sus 5/6 tramos… ahora toca pasearla de nuevo, de norte a sur. ¿Qué podemos encontrarnos en las Ramblas de Barcelona? Pues para hacernos una idea de que hay mucho más allá de sus estatuas vivientes o de las óperas del Liceu, este mítico paseo nos recibe con la historia de un secuestro que tuvo a todo el país atento a lo que allí sucedía.
Antiga seu del Banc Central
El recorrido comienza con una de las tantas ironías que nos espera a lo largo de este paseo… Un edificio novecentista, que se construyó de manos de un prestigioso arquitecto, Enric Sagnier, para dar cabida a la sede de una importante banca y que, por obra y gracia de la Barcelona del s. XXI, ahora es una tienda de ropa.
Poco más se podría decir de este elegante edificio del que destaca el reloj que decora su chaflán… poco más se diría al guiri al que le estafan 20 euros por una sangría aguada, pero como este artículo no va de eso, lo que más nos interesa de este edificio es lo que allí sucedió el 23 de mayo de 1981.
Ese día, cuando el Primark era aún la sede del Banco Central, sucedió el espectacular secuestro de unas trescientas personas, entre trabajadores y transeúntes, que en el momento del asalto se encontraban dentro del edificio. Un secuestro que fue ampliamente retransmitido y que duró 37 horas.
¿Pretendían los secuestradores hacerse con un suculento botín que, a todas luces, se podía obtener del edificio? Es aquí donde la historia se retuerce aún más: lo que pretendían quienes maquinaron el asalto era la liberación de los implicados en el asalto al Congreso, el famoso 23F, que se había producido tan solo tres meses antes.
Los secuestradores exigían la puesta en libertad de Tejero y los militares implicados, así como un avión en Barajas, y otro en El Prat para que pudieran huir. Y para darle el toque hollywoodiense a la petición, daban un plazo de 72 horas amenazando con, una vez cumplido, ejecutar a 10 rehenes de entrada y 5 cada hora.
Y de una escena hollywoodiense pasamos a otra de Berlanga, ya que los secuestradores intentaron fugarse cavando un túnel en los sótanos, que no fue posible por la dureza de la piedra de la edificación, y por la falta de herramientas adecuadas.
El toque de cine negro volvió el domingo a la tarde, cuando un francotirador de las fuerzas estatales abate a uno de los asaltantes que retenía un rehén arriba de la azotea del edificio. Tras este suceso, los GEO asaltan la terraza del edificio y acceden a él desde la sexta planta, liberando a los rehenes que aún quedaban tras los intercambios por comida que habían hecho durante el fin de semana y deteniendo a 9 de los asaltantes.
Tanto Tejero como otros militares implicados en el 23F, desde el primer momento se desentendieron y desvincularon del asalto, por lo que sin que los implicados lo hayan aclarado, son muchas las teorías que circulan en torno al suceso, siendo una de las más golosas que los secuestradores lo que pretendían (y consiguieron durante la primera liberación de rehenes) era destruir documentos que vinculaban a la corona con el intento golpista.
Farola de Canaletas
Es la auténtica puerta de Las Ramblas desde su lado norte. Se trata de una única farola (de 8 que se proyectaron) diseñada por Josep Puig i Cadafalch y fabricada por la empresa de lámparas Biosca i Botey
Lleva siendo la cara visible de este sector de Las Ramblas de Barcelona desde 1929, formando parte de la reforma que se hizo de Plaza Catalunya y su entorno para la gran Exposición.
De ella destaca la decoración de barcos y victorias aladas, así como las formas geométricas de sus faroles, realizados en estilo art decó como los remates de su vecina Can Damians.
Fuente de Canaletas
Es el primero de los greatest hits en el que todo tour turístico se para, así como el lugar referenciado en las guías para que el extranjero que quiera volver a Barcelona, beba de sus aguas. Una crueldad, puesto que ya sabemos que el agua de aquí… en fin. Imagino que una pequeña venganza contra la ocupación guiri.
La fuente lleva en este mismo lugar desde 1860, dando nombre al primer tramo de la Rambla por ser esta la zona de los torrentes que mayores canales acumulaba antes de su urbanización.
Yendo al grano, lo que realmente hace famosa a esta fuente y por lo que todos se hacen la foto es por ser el lugar predilecto de celebración de las victorias del F.C. Barcelona, que prácticamente desde sus inicios celebra aquí con su afición todos sus títulos.
¿Y por qué los culés iban a elegir un lugar tan angosto y ya de por sí, abarrotado, para reunirse? El motivo es debido a que frente a esta fuente se encontraba el diario deportivo La Rambla, que hasta la década de los 30 del pasado siglo, era el único método efectivo para conocer los resultados deportivos del F.C. Barcelona al momento.
La redacción del diario contaba con una amplia cristalera que permitía visualizar las instalaciones desde el exterior, y una pizarra que orientaban hacia la fuente en el que iban actualizando los resultados deportivos a medida que los corresponsales los comunicaban. Es por ello por lo que, a falta de radios, retransmisiones televisivas y, sobre todo, calés para acudir al estadio o a los métodos antes mencionados, los aficionados se agolpaban frente a la cristalera atentos a la pizarrita, estallando en júbilo cuando su equipo ganaba.
El diario acabó cerrando en 1939 y el marcador-pizarra desapareciendo, pero los seguidores del Barça tenían tan interiorizadas estas celebraciones que les quedó la tradición de concentrase en este lugar hasta el día de hoy.
Fleca La Moderna
Que no nos roben la tradición los turistas imponiendo sus Starbucks y Taco Bells a los comercios de toda la vida no es solo una reivindicación de este blog, sino también de las propias Ramblas de Barcelona y los ciudadanos que ven como el turismo masivo mata sus tradiciones.
Por ello, tan tempranamente como en la esquina de Las Ramblas con el carrer Tallers nos encontramos con la fleca La Moderna, cuyo nombre convendría entrecomillar, al datar de 1876.
No solo es llamativa su antigüedad, sino su propia fachada, realizada en madera tallada que combina con cristales esgrafiados. Todo ello encaja a la perfección con el edificio en el que se encuentra: la Casa Pere Bernis, un edificio del 1851 adscrito a la corriente romanticista, y que desde 1926 acoge el Hotel Lloret.
Farmacia Nadal
Otra de las reivindicaciones y excelente representación de Las Ramblas de Barcelona más tradicionales, que en este caso se inscribe como uno de los locales modernistas históricos de la ciudad.
La farmacia Nadal (antiga Farmàcia Masó Arumí, tal como reza su marquesina cerámica) data de 1918, y destaca no solo por los elementos cerámicos que la recubren, sino también por su arco de portada en ambas fachadas decorados con esculturas y faroles de vidriera.
Este centenario local se sitúa en un edificio todavía más centenario, la Casa Raimon Plaça, de la que hay referencias en torno al 1785.
Hotel Rivoli Rambla
Ya convertida en Rambla dels Estudis, seguimos dirección mar cruzando de acera para visitar el hotel Rivoli Rambla, de carácter monumentalista y, aunque con cierto gusto por lo decorativo, no demasiado más llamativo que lo que en él sucedió durante la Guerra Civil.
Nos encontramos ante la que fuera la sede del Banc de Catalunya, que durante aquellos cruentos años se convirtió en la del Comité Ejecutivo del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM.) Por ello, en la planta baja existe una placa en recuerdo de Andreu Nin, su fundador.
Teatro Poliorama
El que desde 1982 es un teatro de comedias mayoritariamente, ocupa el edificio de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, siendo una de sus primeras funcionalidades la de observatorio astronómico municipal.
De esta actividad tan alejada de la actual, nos quedan aún evidencias como las dos torres que coronan el edificio, una dedicada a la observación astronómica, y otro a la meteorológica.
No es la única curiosidad de este edificio que conjuga en sus usos la ciencia y las letras: en su fachada podemos encontrar un reloj con la inscripción «hora oficial», ya que hasta bien entrado el s. XX, este era el de referencia para poner en hora cualquiera de estos aparatos.
También, siendo este tramo de la Rambla el epicentro de los hechos de mayo del 37, tiene un especial protagonismo el edificio del Poliorama en la obra de George Orwell «Homenaje a Cataluña», siendo el propio escritor uno de los combatientes del POUM que protegió desde la atalaya del observatorio la zona de los ataques de ambos bandos.
Antiguos Almacenes El Siglo
Hoy no es más que un edificio de los más anodinos de las Ramblas de Barcelona con un triste Carrefour Express en sus bajos, pero la construcción entre el Poliorama y el Hotel Méridien fue durante el primer tercio del s. XX sede de los más impresionantes almacenes comerciales de los existentes en Barcelona.
Los almacenes El Siglo eran equiparables a un Corte Inglés pero sin competencia de ningún tipo y en una etapa histórica en el que los centros comerciales apenas existían. 7 plantas y una superficie de 149.464 m2 en el que se empleaba a 1.050 barceloneses.
Todo le iba viento en popa a la familia Conde, sus propietarios, hasta que un 25 de diciembre de 1932 uno de los incendios más voraces recordados en Barcelona, que acabó en cuestión de horas con todo el edificio. ¿Y qué provocó tal desastre? Un trenecito de juguete.
Un pequeño descuido provocó que la locomotora que decoraba el escaparate, permaneciera encendida durante toda la noche. Al estar cargada de pequeñas piezas de carbón y paquetitos a modo de regalos para darle más realismo, el largo tiempo de encendido y el sobrepeso de la carga produjeron que el pequeño motor se recalentara e iniciara unas pequeñas llamas que se convirtieron en voraces nada más alcanzar las cortinas del establecimiento.
La magnitud y los daños provocados fueron tales que hasta 22 compañías aseguradoras tuvieron que hacerse cargo de las indemnizaciones, y lo almacenes se vieron obligados a trasladarse a la cercana Can Damians para poder seguir su actividad.
Hotel Méridien
Desde 1991 pertenece a la cadena hotelera del mismo nombre, pero de 1951 a la década de los noventa, era el Hotel Manila, famoso por ser el hotel por excelencia de Las Ramblas tanto para quienes actuaban en el Liceu, como para autoridades, financieros y gente del mundo de la cultura.
Es lo que da más notoriedad al edificio, ya que su estilo es el propio del de la década de los cincuenta e imperante en otras edificaciones contemporáneas como el edifici d’habitatges de la Caixa.
Pero no todo era glamour en el antiguo Manila. En noviembre de 1971 ocurrió el asesinato del «Marqués de Alcántara», entrecomillado porque ni era marqués ni nada parecido, sino Manuel Sebastián: un profesor de dibujo aficionado a ir a misa, burdeles y alojarse en el hotel con identidades falsas.
En una de sus salidas (que hacía en ese mismo orden), se cruzó con Dolores Llorens: una enferma mental que, por su condición, fue blanco fácil de Sebastián, que pretendía abusar de ella. Al parecer, las burlas de la joven encolerizaron al putero que acabó por estrangularla, y el Manila entrando así en la historia negra de la ciudad.
Hotel 1898
Los hoteles de las Ramblas de Barcelona, por suerte, se alejan en su mayoría de cualquier otro hotel con ínfulas modernas. Así, de los dos ejemplos ya vistos, añadimos un tercero que ocupa el edificio destinado en primer lugar a residencia del marqués de Comillas, como sede de la compañía Trasatlántica, la de la Compañía de Tabacos de Filipinas y como hotel 1898 finalmente.
De esta forma, este edificio historicista comienza su andadura en 1880, cuando Antonio López i López, Marqués de Comillas (que nos puede sonar porque en 2022 se le retiró la plaza a su nombre por negrero y explotador), le encarga a Oriol Mestres la construcción de la residencia familiar, a la que al poco, se le agregaría las oficinas centrales de la Compañía Trasatlántica, de la que era dueño y con la que había hecho fortuna (bueno, y esclavizando…).
De este primer periodo del edificio se conserva la fachada de La Rambla, en la que apreciamos alegorías al comercio y a ultramar como resulta la representación de Hermes (el más presente en la ciudad) y de la diosa Fortuna.
Cuando en 1929 el edificio se convirtió en la sede de la Compañia General de Tabacos de Filipinas (también de los López), al poco se abrió la calle del Pintor Fortuny, provocando una nueva reforma para la fachada recién descubierta que, con buen gusto, siguió el estilo monumentalista.
La última reforma es del 2003, cuando se convirtió en el hotel que, con el nombre de 1898, nos trae las reminiscencias del pasado colonial de la edificación.
Palau Moja
Hoy, pese a su configuración palaciega, nos puede pasar medio desapercibido entre tanta exuberancia en las Ramblas, pero estamos ante una de sus primeras edificaciones y testigo de historias tan llamativas como la exposición de cadáveres de monjas que se hizo en sus pórticos durante la Semana Trágica.
El Palau Moja se manda construir en el s. XVIII, por orden de Josep de Copons y su esposa Maria Lluïsa Descatllar, ambos marqueses de Moja, en un espacio junto a una de las torres de la Porta Ferrisa justo cuando la ciudad comenzaba a expandirse tímidamente fuera de las murallas medievales y las Ramblas de Barcelona configurarse como lugar de altas esferas (como en el s. XIX sería Passeig de Gràcia).
El siguiente capítulo del Palau Moja se escribe en 1875, cuando el promotor del vecino hotel 1898, Antonio López, lo compra a la última heredera de la familia Moja, que no tenía descendencia a la que legar el edificio. Es así como se convierte en la residencia de los López y en la primera sede de la Compañía Trasatlántica, hasta que la muda al cercano edificio.
Durante este periodo tuvo también como ilustre inquilino a Cinto Verdaguer, que era el capellán de la familia López, la cual tuvo a bien sufragar la edición bilingüe de la obra cumbre del mossèn: La Atlántida.
Pero el hecho más destacable que se vivió en el Palau Moja en su más que bicentenaria historia es la mencionada exposición de cadáveres, que tiene su fundamento en los disturbios de la Semana Trágica.
Las Ramblas fueron el epicentro de los disturbios y protestas que desencadenó la Semana Trágica en 1909, y en uno de ellos, la turba obrera quiso conocer aprovechando la quema de conventos, si era cierta la leyenda que en estos se enterraban a monjas vivas si se quedaban embarazadas. Es así como se afanaron en desenterrar ataúdes del cercano convento del Carme y, como aviso a dos de las familias nobles con intereses en la guerra de Marruecos, exponer los cadáveres en los pórticos del Palau Moja y sobre la fachada del Palau Güell.
Fuente de la Porta Ferrisa
En la esquina frente al Palau Moja y a la entrada de la calle del mismo nombre que nos lleva directos a la Catedral, nos encontramos con una antigua fuente en cuyos azulejos nos relatan la historia de la antigua puerta de hierro (porta ferrisa) que guardaba a la Barcelona medieval.
La Porta Ferrisa era una de las puertas de la primera muralla medieval, del siglo XIII, que cerraba la ciudad siguiendo el curso de la actual Rambla. La fuente que en ella se adosó, fue de las primeras públicas que se instalaron en Barcelona: primeramente en 1604 junto a los jesuitas, al otro lado de la riera d’en Malla, y trasladada a su lugar actual en 1680 a petición de los religiosos.
La fuente es de lo poco que nos ha quedado de este lienzo de muralla medieval a través de la Rambla, y para dar testigo de ello, se añadió el actual plafón cerámico que la ilustra en 1959, junto con un texto que nos narra su historia.
Església de Betlem
La fuente de la Porta Ferrisa se instaló en primer lugar en donde se encuentra esta iglesia, de importancia dentro de los bienes barceloneses por ser una de las pocas construcciones barrocas existentes en la ciudad.
Allí se encontraba la iglesia de los jesuitas, que desapareció en 1671 por culpa de un incendio. Diez años más tarde fue sustituida por la construcción que aún a día de hoy apreciamos… reconstruida, ya que fue una de las víctimas de la quema de iglesias durante la Guerra Civil.
Gracias al ensanche que se produce justo en este punto de las Ramblas de Barcelona, es posible que apreciemos al completo su elemento más característico, el pórtico salomónico que da al carrer del Carme, sin desmerecer el que da a la misma Rambla, obra de Enric Sagnier.
Palau de la Virreina
Antiguo palacio urbano de estilo barroco, considerado el mejor exponente de esta corriente en edificios civiles de la ciudad. Fue mandado a construir por el Virrey Amat (virrey del Perú y gobernador de Chile) en 1776, cuando aún vivía en las américas emparejado con la actriz criolla Miquita Villegas, conocida como la Perricholi.
Pese a que regresó a Barcelona en 1777, con más de setenta años, no pudo estrenar su palacio, siendo quien lo ocupara desde el inicio su viuda, María Francesca de Fiveller, con quien se había casado en 1779 triplicándole la edad. El Palau no se acabó hasta 1782, ya con el virrey fallecido, de ahí el sobrenombre de Palau de la Virreina.
Actualmente funciona como centro expositivo centrado en fotografía e imagen, siendo además la sede del área de cultura del Ayuntamiento y desde donde salen los famosos gigantes de la ciudad y la Àliga en fiestas populares como la Mercè.
Palau Nou de la Rambla
Haciendo dupla con el Mercat de la Boquería, lo cual ha sido su mayor hándicap, nos encontramos con el ejemplo de edificación más contemporáneo de toda las Ramblas de Barcelona: el Palau Nou.
Muy controvertido por ello, es el toque moderno que el prestigioso estudio de arquitectura MBM (Oriol Bohigas, Josep M. Martorell, David Mackay) quisieron plasmar a principios de los 90 en plena arteria artística y cultural de Barcelona.
Su concepción se basó en dos principios: enmarcar la torre de la Basílica del Pi para que no se perdiera su visión desde la Rambla, y recoger la tradición de balconadas propia de los edificios clásicos de la zona. De ahí a que lo que más destaque de él es el enorme pórtico central y los balcones que sobresalen de un edificio plano y sin decoración exterior.
Como curiosidad, fue de los primeros edificios concebidos como «inteligentes», contando con numerosas automatizaciones, así con un parking subterráneo de nada más y nada menos que 9 plantas totalmente robotizado.
Mercado de Sant Josep (la Boquería)
Frente al incomprendido Palau Nou nos encontramos con una de las joyas que compiten por ser la máxima atracción de Las Ramblas. Se trata del mercado más emblemático de la ciudad y el de mayor tamaño de toda Cataluña.
Tras su arco modernista nos encontramos con más de 300 puestos en una superficie de más de 2500 metros cuadrados donde nos esperan todo tipo de productos frescos preparados, tanto para la cesta de la compra, como para consumir allí mismo. Como ocurren con los afamados pintxos del bar Pinotxo y los smoothies y frutas frescas cortadas.
Pese a su aspecto típico de la arquitectura catalana del s. XIX (ocupando el interior de una plaza porticada tal como sucede con el mercado de Sant Andreu, y el ya desaparecido mercado de la Sagrera), sus orígenes se remonta a la Barcelona del s. XVI, cuando esta misma explanada los mercaderes comerciaban junto al exterior de la muralla medieval.
Comenzamos a apreciar una configuración de mercado más moderno a partir de 1836, cuando alrededor de la zona de paradistas, se configura la plaza de Sant Josep, quedando éstos en su explanada interior. Posteriormente en 1848, se realiza la cubierta de hierro que daría forma al mercado.
Su elemento más característico, el pórtico vidriado de trencadís, no llegaría hasta 1913 de manos de Antoni de Falguera.
Pastelería Escribà
En el número 83 de Las Ramblas encontramos un templo no solo para los amantes de lo dulce, también para los que disfrutan de la arquitectura modernista tan propia de esta ciudad.
Se trata de la antigua Casa Figueras, una tienda especializada en pastas alimenticias en pie desde 1902 y ricamente decorada con relieves escultóricos simbolistas, mosaicos, vidrieras emplomadas y hierro forjado.
En el año 1986 la tienda fue rehabilitada por la prestigiosa familia de pasteleros Escribà. Destaca su cristalera, en la cual observamos un colorido pavo real.
Si la visita a la Pastelería Escribà nos ha abierto el apetito, un poco más abajo, junto a la entrada del Liceu, nos encontramos como Rocanbolesc: la heladería de los hermanos Roca donde poder degustar sus invenciones por poco menos de 5 euros para quienes no se pueden permitir los 250 euros del menú del Celler. |
Casa Doctor Genové
Edificio residencial de 1911, que destaca sobre el resto por su fachada muy estrecha situada en el angosto espacio que quedó libre entre las medianeras de los dos edificios colindantes.
Concebido para acoger la farmacia y el laboratorio del doctor Genové, combina el modernismo con referencias góticas, como resultan los arcos apuntados, conopiales y escudos de armas mezclados con los mosaicos vegetales en cerámica de tonos azules que rellenan los espacios entre plantas.
Forma parte de las diversas intervenciones que Enric Sagnier realizó en las Ramblas de Barcelona
Casa Bruno Cuadros (Casa de los Paraguas)
Este edificio es, sin duda, de los más fotografiados de las Ramblas de Barcelona sin ser un edificio público. Gran culpa de ello lo tiene su original decoración y su situación, enmarcando a la perfección el mosaico de Miró.
Construido el 1858, su configuración actual la debemos a una reforma de 1883 por Josep Vilaseca para adecuarlo a las necesidades de la tienda que lo ocupaba: un almacén de paraguas.
Según se cuenta, Vilaseca recién llegaba de un viaje por Japón, por lo que quiso dotar al edificio de un aire marcadamente orientalista, al que sumarle referencias egipcias, barrocas y, para que quedara clara la función del comercio, grandes sombrillas y abanicos de fundición que llenan los vacíos entre los balcones.
Pese a la riqueza de elementos, el más emblemático es el dragón chino que se asoma desde la esquina del edificio, el cual sostiene una farola de hierro del cual cuelga un paraguas y que, en su momento, soltaba fuego.
Este dragón fue de los primeros en representarse en edificios residenciales en la ciudad, poniendo de moda esta mitología hasta el punto que actualmente nos encontramos por Barcelona con más de 400.
La tienda de paraguas cesó su actividad en 1980, dando paso a una entidad bancaria.
Pavimento Miró
Miró tiene a lo largo de la ciudad diversas obras de arte público. Pero si debemos elegir la más emblemática de su catálogo, probablemente el mosaico que decora el Pla de l’Os, justo en la parte media de las Ramblas de Barcelona, tiene muchas papeletas de ser mencionado.
Datado en 1976, forma parte de un tríptico de obras del artista catalán con las que pretendía dar la bienvenida a los visitantes de Barcelona por tierra (Dona i Ocell), mar (este mosaico, cercano al puerto) y aire (el mural de la T2 del Aeropuerto del Prat).
La obra está realizada con la intención de que los visitantes de la Rambla la pisaran, sin miedo a que quedara desgastada. Para ello contó con el ceramista Joan Gardy Artigas, que realizó un pavimento de extraordinaria resistencia y que permitió que, durante décadas, sus colores azules, amarillos y rojos, apenas presentaran signos de desgaste.
Eso no evitó que en 2006, coincidiendo con el 30 aniversario de su instalación, el Ayuntamiento lo restaurara recuperando su vitalidad, que representa el cosmos particular del artista.
Pla de l’Os
El pavimento Miró es el elemento más característico del denominado como Pla de l’Os: una zona de la antigua riera en la que confluía el Malla con la riereta del Pi.
Este hecho hacía del lugar mucho más apacible que cualquier otro de la antigua riera, ya que al juntarse dos corrientes, el llano que se formaba a su alrededor era mucho más amplio que cualquier otro.
Por esta razón, era el lugar predilecto para que se «ganduleara», tomando el sol junto a las aguas. Al concentrarse gente tumbada, era común que se les viera el hueso sacro, quedando al descubierto. De ahí la curiosa denominación de Pla de l’Os (llano del hueso).
Actualmente no es el lugar más adecuado para tomar el sol, ya que al situarse en él el Pavimento Miró, la Casa de los Paraguas, el Liceu y la parada de metro, probablemente es el punto más concurrido de todas las Ramblas de Barcelona.
Esta característica lo convirtió trágicamente en claro objetivo para el ataque terrorista que se produjo el 17 de agosto de 2017, cuando una furgoneta Fiat Talento embistió a gran velocidad contra la multitud zigzagueando desde el comienzo de Las Ramblas de Barcelona, hasta este mismo punto.
El ataque, producido a una hora punta como resultaba las 5 de la tarde, causó 16 muertos y 152 heridos, fue reivindicado por una célula yihadista hispanomarroquí afiliada al Daesh.
Desde el 2019 existe un memorial que recuerda este triste suceso, consistente en una línea sobre el suelo en el que se puede leer la inscripción «Que la paz te cubra, oh ciudad de paz», escrita en árabe, catalán, castellano e inglés, junto a un dibujo alegórico de la ciudad de Frederic Amat y la fecha y hora exacta del atentado: 17-08-2017, 16.50 h.
Antiga Casa Xancó-Cotchet
Y de un trágico atentado terrorista, a uno cultural. A pocos metros del mosaico de Miró y frente al Liceu se situaba la que era la tienda más longeva de Las Ramblas de Barcelona: la camisería Xancó-Cotchet, que a poco se quedó de cumplir el bicentenario de historia.
Abierta ininterrumpidamente desde 1820 tal como orgullosamente reza su aparador clásico en madera y cristal, -aún conservado-, echó la persiana un diciembre de 2019, dejando 199 años de historia atrás y dando el testigo a uno más de los cientos de establecimientos turísticos que ahogan la ciudad de los 12 millones de visitantes.
Ahora, la camisería que proveía de corbatas al Liceu, y que vestía artesanalmente a la burguesía catalana en competencia con la cercana camiseria Germans Bonet (cerrada en 2002), es una tienda de cerámicas, pero aún se conserva el antiquísimo escaparate y parte del mobiliario histórico fruto de la reforma que sufrió en 1912.
Cafè de l’Òpera
Por suerte, justo al lado de donde se situaba la camisería Xancó-Cotchet, aún conservamos un establecimiento que recoge su digno testigo de los más antiguos de la ciudad: el Cafè de l’Òpera.
Este mítico establecimiento de la burguesía, -en el que, haciendo honor a su nombre, hacían parada y fonda en él antes y después de las actuaciones operísticas-, inició su andadura en las Ramblas de Barcelona en 1856, como chocolatería de estilo vienés. De esta época aún conserva los espejos y cristaleras de su interior.
Convertida en restaurante en 1883 bajo el nombre de La Mallorquina, no fue hasta 1929 cuando, aprovechando el tirón de la Exposición Internacional, adquiere la denominación de Cafè de l’Òpera para que se le identificara plenamente con el cercano Liceu. Y para subrayar aún más el vínculo, adquiere una decoración plenamente modernista.
Hoy no solo podemos apreciar elementos decorativos con más de una centuria de antigüedad, sino también un extenso museo de botellas de licores y tres libros de visitas por el que han firmado gran parte de la historia de la ciudad de los últimos 150 años.
El Liceu
Otra de las joyas que compiten por reinar Las Ramblas es esta joya eminentemente operística de fama mundial (aunque de vez en cuando se deja seducir por otras corrientes).
Entre sus paredes se han dado lugar conciertos tan aclamados como los frecuentados por la soprano Montserrat Caballé o el tenor Josep Carreras, además de hechos históricos como la bomba que el anarquista Santiago Salvador lanzó al público en 1893.
Categorizado popularmente como altamente elitista, en los últimos años se ha abierto a círculos más populares acogiendo conciertos de artistas como Bjork o fiestas de música electrónica con orquesta. Uno de los símbolos de este aperturismo lo podemos apreciar en las puertas instaladas por Jaume Plensa en 2022, con motivo de su 175 aniversario: unas puertas de estilo contemporáneo que contrastan con la fachada ochocentista.
Ese carácter tan tradicionalmente burgués ha sido fruto de sospecha de acciones como los dos incendios sufridos: el primero el 14 de abril de 1864 y el segundo el 31 de enero de 1994.
Casa Salvador Bordas
Ninguna vía por excelencia de la ciudad, debe quedar sin una construcción firmada por un arquitecto del star-system modernista. Y en el caso de las Ramblas de Barcelona no podía darse la excepción.
Este edificio, tristemente ocupado a día de hoy por un Kentucky Fried Chicken, es todo un Puig i Cadafalch que, aunque tratándose de una obra menor del prolífico arquitecto que nos legó la Casa de les Punxes, el eje Plaza España – Jardines de María Cristina o la Casa Amatller entre otras obras, contiene el sello inequívoco de la arquitectura estrella de la Barcelona de finales del XIX y principios del XX.
Hotel Oriente
La apertura de la ciudad más allá de sus murallas medievales, en lo que hoy es el Raval, tuvo como prominentes protagonistas a las infraestructuras religiosas, que con ello, se aseguraban dominios más allá de la zona administrativa.
Así, tras los ejemplos que hemos visto de antiguos terrenos jesuitas, nos encontramos a esta altura de la Rambla el antiguo colegio franciscano de San Buenaventura, donde se impartía teología y filosofía.
Construido entre 1652 y 1670, con la desamortización de Mendizabal en 1835 fue convertido en la «Gran Fonda de Oriente», actual Hotel Oriente. La configuración actual fue realizada por Eduard Fontserè en 1881, aprovechando algún elemento del antiguo colegio como el claustro, que actualmente actúa como salón principal del hotel.
Su carácter centenario y céntrico le ha valido ser el alojamiento predilecto de ilustres como el escritor Hans Christian Andersen, el actor Errol Flynn, el torero Manolete o la soprano Maria Callas.
La Plaza Reial
Desde la pequeña calle Colón por el lado de Las Ramblas podemos acceder a una típica plaza porticada a semejanza de las más típicas plazas mayores. Se trata de la Plaza Reial.
Tal como sucede con su vecino hotel Oriente, su origen es religioso, siendo en sus terrenos donde se encontraba el convento de Capuchinos que da nombre a este tramo de las Ramblas de Barcelona. Con la misma desamortización que convirtió el colegio franciscano en hotel, se convocó un concurso público para convertir los terrenos en una plaza. Concurso que ganó Francesc Daniel Molina con un proyecto inspirado en las plazas neoclásicas francesas.
Además de un espacio de gran belleza, -curiosamente trapezoidal y no cuadrangular como parece-, en la Plaza Real podemos encontrar desde un pequeño palmeral, farolas diseñadas por Gaudí, una placa que la hermana con la plaza Garibaldi de Ciudad de México, una fuente con las tres gracias, hasta los locales más reputados de jazz y dance club de la ciudad.
Si obvias la amplia entrada a Plaza Real desde la calle Colón, un poco más abajo te encontrarás con otro acceso desde el Pasaje Bacardí: una bella galería acristalada que en 1856 se convirtió en el primer pasaje cubierto de Barcelona. Hoy día alberga tiendas de lujo y nos lleva directamente al Jamboree Jazz Club, un imprescindible de la noche barcelonesa. |
Palau Güell
A la otra “orilla” del acceso a la Plaza Real desde las Ramblas nos encontramos con la calle Nou de La Rambla, que si la recorremos de principio a fin nos llevará directos a las faldas de Montjuïc (y a la popular Sala Apolo).
En su comienzo con la Rambla de los Capuchinos nos encontramos una de las primigenias obras que Gaudí realizó para la familia Güell, a cargo de su mecenas Eusebi Güell y abierta desde 1889.
Correspondiente a la etapa orientalista de Gaudí, en ella vemos representados elementos de marcado acento mudéjar y nazarí, como el uso de cerámicas y remates en forma de cúpula. Después llegarían obras más emblemáticas como la Casa Batllò o La Pedrera, pero no deja de ser el Palau Güell un ejemplo temprano más de la genialidad de este artista, además de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Casa Joan Güell y Casa Vicenta Vilaró de Torres
El Palau Güell se construyó en los terrenos propiedad de la familia Güell que quedaron libres tras las construcciones que la dinastía de magnates burgueses realizaron en Las Ramblas de Barcelona.
Así, como vecinos del gaudiniano palacio nos encontramos edificios, menos llamativos, pero no por ello de menor valor artístico, como la Casa Joan Güell (hoy Centro Galego) o la Casa Vicenta Vilaró de Torres, ambas propiedad del padre del mecenas de Gaudí e iniciador de la fortuna proveniente de las américas, Joan Güell.
Destaca sobre todo la segunda de las residencias mencionadas, debido a su exuberante policromía, a base de una fachada cerámica esmaltada que la cubre casi por completo.
Tienen también gran interés artístico las barandillas de hierro de los balcones y los medallones con bustos esculpidos de terracota, que representan personajes burgueses.
Teatre Principal
Al hablar de teatro en las Ramblas de Barcelona, resulta natural pensar en el Liceu como rey de reyes, pero cercano a su comienzo en el Paseo de Colón nos encontramos con su más directa competencia durante el s. XIX: el Teatre Principal.
El apellido principal no es simple marketing: estamos ante el teatro más antiguo de la ciudad, datado en 1598. Su origen es como corral de comedias cuya recaudación servía para financiar el cercano hospital de la Santa Creu. De hecho, su nombre original era el de Teatre de la Santa Creu, cambiándose a Principal una vez surgió el Liceu en 1837, como declaración de intenciones de su preeminencia dentro del círculo artístico.
Los numerosos incendios que ha sufrido durante su larga historia (contabilizándose hasta 3 solo en el primer tercio del s.XX) y la feroz competencia con el Liceu, propiciaron su declive en el siglo XX, llegando a abandonar la dedicación teatral y operística hacia otras más lúdicas y acordes con las que se llevaban a cabo en el primer tramo de la Rambla.
Así, durante el último tercio del s. XX se dedicó al cine, las variedades y al erotismo. Incluso una parte del edificio alojó un frontón y un cabaret. Irónicamente, fue durante un tiempo local de ensayos de la orquesta y coro de su máxima competencia, el Gran Teatro del Liceu, hasta que finalmente en enero de 2006 cerró definitivamente sus puertas.
Actualmente está a la espera de la reapertura de sus seis flamantes salas, completamente reformadas y prevista su puesta en marcha para 2024.
Plaza del teatre
La histórica localización del Teatre Principal en este lugar de las Ramblas de Barcelona provocó que, de forma temprana, esta zona se denominara como pla de Comédias primeramente, para una vez se urbanizó, llamarse plaza del Teatre.
En este ensanche de la Rambla de Santa Mónica, encontramos como elemento más destacado el Monumento a Pitarra: obra de Pere Falqués en homenaje al escritor, poeta y dramaturgo Frederic Soler, más conocido como Pitarra (1839-1895).
Como curiosidad, en el parking que se encuentra bajo este monumento, podemos encontrar parte del lienzo de muralla medieval que cercaba esta zona de la ciudad, antes de que se abriera para que la Riera d’en Malla se convirtiera en las míticas Ramblas de Barcelona.
Casa Napoleó (Frontó Colom)
El hoy CEM Colón se encuentra dentro de un edificio de nada más y nada menos que de 1892, cuya historia va desde ser uno de los primeros lugares de la ciudad donde se proyectaban películas, hasta el de convertirse en un frontón, práctica deportiva que se hizo muy popular durante mediados del s. XX.
La casa original perteneció al fotógrafo Napoleón, uno de los pioneros en la Barcelona de finales del XIX y su primer empresario dedicado al cine. Fue en esta casa donde se iniciaron las primeras proyecciones regulares con el aparato inventado por los hermanos Lumière.
En 1941, se reforma para alojar el frontón Colón. Actividad que mantuvo hasta 1975 cuando echó el cierre. Resucitó en 1992 con motivo de las Olimpiadas, acogiendo sus instalaciones las competiciones de Pelota Vasca, deporte de exhibición.
Esta remodelación sirvió para que, una vez finalizada la cita olímpica, el edificio se pudiera reutilizar como centro deportivo municipal.
Palau March
Escondido bajo el bullicio de la parte baja de las Ramblas de Barcelona, el Palau March es una de las edificaciones más antiguas del bulevar, edificándose en el 1775.
Un siglo después dejó de pertenecer a la familia March para pasar a manos de la familia del indiano Tomàs Ribalta. Este dato es relevante puesto que son los Ribalta quienes le dan los elementos más característicos: el escudo de armas, con las iniciales T y R (de su mujer, Rosalía) y alusiones mediante medallones y esculturas al comercio y la navegación.
Apenas una década después de la adquisición de los Ribalta, se convierte en sede del Banco de España, y por desgracia, en sede del Movimiento Nacional tras la Guerra Civil.
Centre d’Art Santa Mònica
El último de los ejemplos (o el primero, según el recorrido) de las Ramblas de Barcelona que dedicaron sus inicios a la actividad eclesiástica.
En esta zona, la más cercana al puerto, se establecieron los Agustinos Descalzos o de Santa Mònica entre 1616 y 1619, realizando su actividad conventual hasta la desamortización del siglo XIX (la misma que había traído la Plaza Reial o transformado el Hotel Oriental), que «lo degradó» a parroquia.
Peor suerte corrió durante la Guerra Civil, cuando fue objetivo de los milicianos anarquistas, salvándose únicamente las dependencias conventuales que, tras años de abandono, se rehabilitaron en 1987 para convertirlas en un Centro de Arte. Uso que mantiene hasta día de hoy.
Fuente Wallace
Canaletas no es la única fuente emblemática de Las Ramblas. Muy cerca de la entrada al Museo de Cera nos encontramos con una de las dos supervivientes fuentes públicas que quedan en pie de las 12 regaladas por el mecenas Richard Wallace para la Exposición Universal de 1888.
Se trata de una fuente de hierro forjado de color verde oscuro en que el chorro cae contantemente de forma vertical desde una cúpula sostenida por 4 cariátides, que representa cada una de ellas la bondad, la simplicidad, la caridad y la sobriedad, que a su vez representan las cuatro estaciones del año: invierno, primavera, verano y otoño respectivamente.
La otra superviviente la encontramos en el cruce de Gran Vía con Paseo de Gracia, frente a la fachada del Teatro Comedias.
Monument als Santpere
En el último tramo de las Ramblas de Barcelona nos encontramos de pronto con una extraña representación: un teatro griego rodeado de escenas «cotidianas», en lo que parece como un recuerdo a la Barcelona clásica, casi herculana.
Lejos de la realidad: estamos ante un poético homenaje a dos de los grandes actores que ha dado la ciudad: Josep Santpere (1875-1939) y su hija, la popular Mary Santpere (1917-1992).
Así, en una zona de tradición teatral y callejera como es este tramo de las Ramblas de Barcelona, nos encontramos con la reproducción a escala del teatro griego de Epidauro (el mismo que inspiró el teatre Grec) con grabados a su alrededor aludiendo a escenas teatrales de ambos actores.
Museo de Cera
El antepenúltimo de los edificios que cierra la banda oriental de Las Ramblas de Barcelona acoge, desde 1973, el que es el Museo de Cera de la ciudad, en el que, con mayor o menor acierto, se homenajea a más de 200 figuras nacionales, internacionales y locales. Apreciadas por unos 200.000 visitantes al año.
El edificio que lo acoge sin embargo tiene una historia mucho más centenaria, y acorde a la Barcelona del s. XIX, ligada al comercio y la banca.
Levantado en 1873, tiene su origen para acoger la Caixa Vilumara que, a partir de 1915, es absorbida por el Banco de Barcelona, solo para que un año más tarde, en 1916, finalmente sea la banca Crédito y Docks quien se hiciera con el edificio, dándole nombre hasta que el Museo de Cera se instalase allí.
Lo más destacable del edificio es su monumental fachada neorománica curva, que cierra una plazoleta que se abre en la Rambla a través del también monumental pasaje de la Banca. Dentro de éste se encuentra el mítico Bosc de les Fades: el restaurante del museo que recrea un bosque sobrenatural.
Antiga Foneria de Canons
El penúltimo de los edificios que cierra la banda oriental de las Ramblas de Barcelona se trata de la antigua fundición de cañones, construido en torno a finales del s. XVII en una zona muy defensiva de la ciudad, bordeando la muralla y protegiendo el mar.
Se trataba de una instalación militar muy activa, hasta que el Decreto de Nueva Planta, dictado por el muy rencoroso y nefasto para Barcelona, Felipe V, prohibió a la ciudad fabricar material de artillería, dedicándose a partir del 1714 a la fundición de campanas.
Tal dedicación hizo que el edificio, preparado para otros usos, decayera lentamente hasta que en 1844 cambió de uso para resultar la sede del Banco de Barcelona, remodelándose por completo por el arquitecto municipal Josep Oriol Mestres.
Tal como sucedió con el vecino edificio del Palau March, no le faltaron las alegorías al comercio y la industria, de los hermanos Vallmitjana, a las que le acompaña un escudo de los años 40 del s. XX, cuando sirvió como dependencias militares de la dictadura franquista.
Está previsto que resurja como Centro Cultural especializado en artes digitales, bajo el nombre de La Fonería.
Govern Militar
Ya llegamos al último de los edificios de la banda oriental, algo retirado de la Rambla y ya de pleno en su confluencia con el Passeig Colón. Un edificio que nos puede resultar más que familiar, ya que reproduce la fachada de la Llotja de Mar.
Que esta concesión historicista no nos confunda: estamos ante un edificio que, como gran parte del barri Gòtic, apenas cuenta con el siglo de historia aunque aparente lo contrario.
Se trata del edificio del Govern Militar, creado en 1927 para acoger la administración del gobernador civil, la institución militar creada a principios del s. XIX que controlaba estamentalmente a cada capital de provincia.
Actualmente, el edificio del Gobierno Militar es sede de la Jefatura de la Tercera Subinspección General del Ejército (Pirenaica) encargándose de la administración del personal militar en activo y de las necesidades de la guarnición.
Más allá de la función de este edificio, cabe destacar que, además de inspirarse en la Llotja de Mar, se inspiró en el teatro de La Scala, de Milán, en cuanto coloca la tribuna sobre una columnata que le sirve de entrada. Pero sobre todo, lo más curioso de este edificio lo encontramos en las 8 esculturas que perimetran la balaustrada de la cornisa.
Estas ocho esculturas representan a cuatro mujeres y cuatro hombres. Todos, excepto una mujer, desnudos. Un detalle importante, ya que en el caso de los hombres, es la primera representación de desnudos masculinos en el arte público barcelonés. En una época en el que, precisamente el desnudo femenino, era tratado como algo escandaloso y digno de ser exiliado del centro barcelonés.
Lo que simboliza cada una de estas esculturas también tiene su toque curioso:
- La vida: es una alegoría a la fertilidad. En su espalda encontramos una representación del sol, del cual le salen rayos de considerable tamaño.
- La libertad: otra de las mujeres al desnudo, cubierta por detrás por un manto y con dos palomas: una sobre su brazo y otra sobre su muslo.
- Dédalo: es una representación del mitológico padre de Ícaro, el que le esculpió las alas con las que debía escapar del laberinto del Minotauro. En este caso las alas se han representado como un casco de aviador y un avión de juguete sobre éste.
- La Marina: es de nuevo un hombre con gorra de marinero, y con los brazos extendidos. La forma de representar su analogía es el gesto de hacer señales con banderas como es habitual en la marina.
- La fuerza: otro desnudo con boina de soldado y sosteniendo un misil.
- La paz: es la única de las figuras que no aparece desnuda, cubierta con una túnica y tocada con una diadema o corona. Resulta curiosa su posición guerrera a pesar de su representación.
- El héroe: es un hombre desnudo apoyado sobre una espada y cubierto en su espalda con guirnaldas de vencedor.
- El altar de la patria: es una mujer desnuda con un bloque de piedra a la espalda, que simboliza el llamado «altar de la patria», en el que en época romana se inmolaban los que mueren para defenderla.
Comandancia de Marina
El edificio que cierra la banda occidental de Las Ramblas de Barcelona le sirve de portada en muchas de las imágenes que las representa desde el lado mar. Todo pese a que, estrictamente, no se encuentra en la Rambla de Santa Mónica, sino en la avinguda Drassanes.
Se trata de la Comandancia de Marina. Edificio que a pesar de su presencia historicista, data de los años 50 del pasado siglo. Construido en pleno franquismo sobre los terrenos del antiguo cuartel de Drassanes: edificio construido en 1792 que se integraba en las Drassanes reales y que fue demolido en 1935.
Monumento a Colón
Despide ya junto al mar Las Ramblas de Barcelona este icónico monumento de 57 metros de altura en honor al descubridor de las Américas. En el interior de su columna se esconde un ascensor que nos permite desde su base acceder a los pies de la estatua que sirven de mirador.
La estatua por sí sola mide 7 metros de altura, siendo su brazo extendido de 2 metros de longitud y 50 centímetros el dedo índice con el que “erróneamente” apunta hacia Mallorca.
Entrecomillamos el error debido a que es un fallo provocado, ya que de apuntar hacia América, debería señalar tierra adentro, hacia Las Ramblas de Barcelona, perdiendo la épica de hacerlo hacia el mar.
1,2 kilómetros que creemos conocer pero que aun tienen con qué sorprendernos. Las Ramblas de Barcelona no es solo la columna vertebral de una Barcelona que ha visto pasar siglos de historia y ha sabido transformarse con ellos, también es un punto de encuentro que, por mucho que nos lo roben a diario, sigue siendo más nuestro que cualquier Gaudí,.