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Curiosidades de las plazas de Barcelona

La inexistente y polémica plaza de Antonio López

La plaza Antonio López dejó de serla en 2022, pero aún persiste en la memoria de muchos barceloneses esta «negrera» denominación. Descubre cómo un explotador ha llegado a tener este reconocimiento

La plaza de Antonio López siempre ha estado y siempre estará al final de la Vía Laietana. Siempre ha estado porque así fue de 1884 a 2022, y siempre estará porque así seguirá llamándose por la Barcelona que se aferra a su pasado. Al pasado indiano, al industrial, al burgués y al que tiene como mantra «cualquier tiempo pasado fue mejor».

Todo ello a pesar de que ahora se llama plaza Idrissa Diallo, en un ejercicio de justicia poética que no a todo el mundo agrada. Sobre todo a aquellos que ven más meritorio «hacer las Américas» que no hacer Europa cruzando una valla.

¿Quién fue Antonio López y por qué se la ha tomado con él?

La tienes que «liar muy parda» en este país para hacer méritos porque te quiten un nombre del nomenclátor o te retiren del estatuario público. Ni Millán Astray ha sido digno de este «honor», por no mencionar los 43 años necesarios para sacar a Franco del Valle de los Caídos.

Antonio López no ha tenido que hacer méritos basados en la ley de memoria histórica, sino en un sano ejercicio de revisionismo que amenaza con llevarse por delante todo tipo de denominaciones y homenajes. De ello no se salva ni el mismo Colón pese a esta a 70 metros de altura.

¿Y en qué ha consistido este ejercicio en el que Antonio López es cabeza de turco? Básicamente en pedagogía. Nos hemos acostumbrado a vivir en calles, plazas o descansar en parques de los que desconocemos no ya su historia, sino a quiénes refieren. Podemos intuir que la Ciutadella se llama así por la existencia previa de una fortaleza, pero podemos vivir perfectamente en una calle desconociendo que homenajea a un explotador bajo la tranquilidad de que «por algo le pondrían ese nombre».

Por culpa de esta falta de «revisionismo y pedagogía», nos encontramos con que Antonio López, -el digno marqués de Comillas-, ha disfrutado durante más de una centena de toda una señora estatua y plaza en su honor, a pesar de hacer fortuna como negrero o tratante de esclavos. Es como si ahora homenajeáramos a un dueño de un imperio textil un empresario que explota a menores porque ha sabido invertir su dinero…

¿Hubiese sido mejor para no enfrentar a las dos Barcelonas que Ada Colau y su equipo miraran hacia otro lado del mapa?, ¿es sano el «no remover el pasado»? Esta es una página en la que desvelar detalles y secretos de Barcelona, y aunque este lo sea a gritos, nos limitaremos a exponer por qué hay una peana vacía en una céntrica plaza (o un oso rojo de dos metros).

Peana del monumento a López y López, el Negro Domingo. Vacía desde 2018
Pese a que se encuentra vacía de la representación de Antonio López desde 2018, la peana aún muestra señas del homenaje al empresario y esclavista en sus laterales

«El negro Domingo»: lo barrido bajo la alfombra

¿Es que nadie supo desde finales del s.XIX a principios del XXI que el señor marqués de Comillas era un explotador? Seguramente de la misma forma que hoy en día conocemos que «el emérito» se ha llevado décadas tirando de título monárquico para su propio interés. Pesan más relatos como «salvador de la transición» o «empresario hecho a sí mismo» para disfrutar de calles y plazas a pesar de los escándalos.

Porque al igual que a «Juancar el campechano», se le otorga otros méritos alejado de faldas y fajos de dinero, al también conocido como Negro Domingo igualmente se le reconoce habilidades que le convirtieron en empresario de éxito (dejando de lado ese feo asuntillo de traficar con personas) y alguien reconocible en la ciudad.

Concretamente Antonio López fue una de las figuras clave que ayudó a que despegara el proyecto del Eixample. Gracias a sus negocios entre Cuba y España (legales como el comercio y el correo a través de su propia naviera; no tan éticos como… en fin ya sabemos…), pudo participar en la creación del Banco de Crédito Mercantil. Entidad con la que se financió la trama urbanística de Cerdà y la red de ferrocarriles de Barcelona entre otros avances.

Viendo crecer cada vez más su fortuna, se desligó del Banco de Crédito Mercantil para fundar su propia financiera: el Banco Hispano Colonial. Gracias a ello, reforzó sus intereses en la isla de Cuba implicando al propio gobierno y poniéndose al servicio de éste para sofocar las cada vez más frecuentes insurrecciones independentistas (hablamos del otro lado del Atlántico…).

Este hecho le permitió crear todo un holding en el que sumaba sus negocios crediticios, sus empresas de comercio con las colonias de ultramar (no llegó a ver en vida una Cuba ni Filipinas independientes) y sus inversiones en los ferrocarriles a Zaragoza y Pamplona. Siendo por todo ello uno de los últimos indianos y de los más notables en la Barcelona burguesa.

Peana vacía del monumento a López y López, "el negro Domingo"
Las alegorías a la industria y a la navegación entre otras, dan señas del «merecido» homenaje en la época al ahora denostado Antonio López y López

Los vínculos de Antonio López con la Barcelona modernista (y trágica)

No eres nadie en la historia de la Barcelona de mitad del s.XIX, si a lo largo de tu trayectoria no se te ha cruzado un Gaudí, un Cadafalch o no has habitado algún palacio noble. En el caso de Antonio López se dio al menos dos de estas premisas.

Concretamente y con sus primeras fortunas (que no solo venían de la trata de esclavos: la dote de su mujer era lo suficientemente cuantiosa como para hacer despegar sus primeros negocios con solvencia), se convirtió en el segundo linaje poblador del Palau Moja, comprándolo en 1865 al no haber tenido descendencia la hija de los Moja.

En este palacio, que no habitó hasta 1875, digirió todo su imperio comercial desde la segunda planta, donde se instalaron las oficinas de su Compañía Trasatlántica.

También trasciende para la historia de la ciudad que, como parte del séquito, se nombrara como capellán familiar nada más que a Mossèn Cinto Verdaguer. De hecho, fue el propio Antonio López el que sufragó la edición bilingüe de la que es considerada la obra culmen de Verdaguer: La Atlántida.

Gaudí no llegó a vivir en el Palau Moja, pero sí que lo pudo visitar por sus vínculos estrechos con la familia López. Todo ello gracias a que la primogénita, Luisa Isabel López Bru, se casó con su principal mecenas, Eusebi Güell.

El último hecho trascendente de la ciudad que tuvo a la familia López como protagonista ya merecía que le tumbaran la estatua al patriarca. En concreto su hijo Claudio López Bru, a cargo de los negocios una vez fallecido el marqués de Comillas, fue uno de los máximos responsables de que estallaran los hechos de la Semana Trágica al ser los intereses que tenían sus empresas en el Riff, los causantes del injusto envío de reservistas a la guerra con Marruecos.

La plaza de Antonio López a día de hoy

Tal como hemos anunciado desde el comienzo, la plaza de Antonio López a día de hoy no existe: en junio de 2021 se aprobó el cambio a plaza de Idrissa Diallo en honor a un joven migrante fallecido en 2012 en el CIT de Zona Franca por insuficiencia respiratoria.

La estatua que durante más de un siglo rindió homenaje a la polémica, pero también relevante personalidad del primer Marqués de Comillas, fue derribada en un acto de restitución histórica el domingo 4 de marzo de 2018. Desde entonces solo queda el pedestal, vacío pero indicando a través de sus placas que allí se homenajeaba a López y López: «el Negro Domingo».

Desde la pasada madrugada del jueves 27 de enero de 2022, la hasta entonces vacía peana de Antonio López luce con un llamativo joven migrante abrazándose a un oso de 2 metros. Se trata de una obra de arte urbano creada por el artista francés James Colomina, que se encargó el mismo de forma clandestina de anclarla gracias a una grúa.

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