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Edificios sorprendentes de Barcelona

Teatro Poliorama: un lugar desde donde siempre se han visto estrellas

El teatro Poliorama es un referente de las artes en Barcelona desde comienzos del s.XX, pero también de las ciencias desde siglo y medio antes: momento en el que se instaló en el mismo edificio la Real Academia de las Ciencias y las Artes.

Asomado a la parte alta de las Ramblas, el teatro Poliorama destaca desde hace ya más de un siglo como uno de los lugares de ocio y cultura más destacados de Barcelona. Pero lo que muchos no saben es que las estrellas que hoy anuncian sus carteles promocionales, fueron en un principio avistadas desde este mismo edificio, que acogió el primer observatorio de la ciudad como sede de la Real Academia de las Ciencias y Artes, título que el edificio hoy aún conserva.

Plantas dedicadas dentro del Teatro Poliorama a la Real Academia de las Ciencias y Artes

Teatro Poliorama: el lugar donde se juntan las ciencias y las letras

Hoy se encuentra totalmente ensombrecido por el ilustre inquilino de planta baja, pero el Teatro Poliorama no es más que una parte del edificio que aún hoy acoge la Real Academia de las Ciencias y Artes. De ésta hereda un patrimonio que va desde su fachada ecléctica, repleta de alegorías a las ciencias y artes, hasta elementos interiores de gran interés como el vestíbulo o Sala de Rellotges, donde encontramos una de las joyas de la corona.

Se trata de un reloj astronómico de maquinaria suiza datado en 1869, realizado por el también transalpino, -aunque gracienç de adopción-, Albert Billeter. Este reloj destaca además de por su precisión, por reflejar el sistema planetario del momento, hecho por el que no aparecen en él ni Neptuno, ni siquiera se debatía sobre la inclusión de Plutón.

A esta reliquia horaria le acompaña un calendario perpetuo en el que se refleja la hora de 24 ciudades y otras curiosidades, en una biblioteca con más de 100.000 ejemplares dedicados a la ciencia, y que integra una colección de relojes y astrolabios única en la ciudad.

¿Y cómo llegan a compartir un teatro y una academia de ciencias el mismo espacio? La respuesta la encontramos en la financiación, sirviendo el primigenio Poliorama como fuente de ingresos para la sociedad.

Este hecho no le pasó desapercibido a Joan Brossa cuando, en 1985 y como elemento emblemático de la reinauguración tras la reforma realizada por el estudio MBM (Martorell-Bohigas-MacKay) durante los años 82-84, materializó para la ocasión la segunda de sus poesías visuales, llamada Reloj Ilusiorio, en el que conjuga el uso primigenio del edificio con su posterior desarrollo artístico.

El reloj del edificio que acoge el teatro Poliorama es el de mayor referencia horaria de Barcelona

Real Academia de Ciencias y las Artes: un símbolo de la ilustración en Barcelona

La academia se funda en 1764 como sociedad literaria, en la que las élites se reunían para promulgar a través de los libros los principios de la ilustración. Con la llegada del s. XIX, amplían su espectro a los asuntos científicos, para lo cual transforman su actividad hacia la observación de los cuerpos celestes y la meteorología.

Para cubrir estas necesidades, plantean a uno de sus miembros, el arquitecto José Doménech y Estapá, la remodelación de su sede en la pujante Rambla, el cual diseña un edificio de estilo ecléctico en 1883 coronado por dos torres que rematan su cuerpo central: una dedicada a la observación astronómica, y otro a la meteorológica.

Detalle de la torre dedicada a la observación de las estrellas
Difíciles de apreciar por la densidad de la zona de las Ramblas que propició su traslado, el edificio se remata con dos torres de observación: una para los cuerpos celestes y otra para los fenómenos meteorológicos.

En este mismo espacio pero a la altura de la segunda planta se encuentra el que es el elemento más característico de la fachada: el reloj de agujas. ¿Cómo un simple reloj puede ganar en fama y prestigio a los tesoros antes nombrados? Porque este reloj se situaba de cara al público, el cual conocedor de su precisión usaba para poner en hora sus relojes.

Así, el reloj del hoy Teatro Poliorama, fue durante décadas y hasta bien entrado el s. XX el referente de la hora local, al modo en el que el de la madrileña Puerta del Sol hace servir para el resto del país.

Detalle del reloj que sirve como referente horario en Barcelona
Con el indicativo de «hora oficial» que confirma su uso y puntualidad extrema, el reloj de la fachada del teatro Poliorama / Real Academia de las Ciencias y Artes sirvió durante años para poner en hora los de los ciudadanos barceloneses.

Teatro Poliorama: una fuente de financiación no falta de clase y categoría

Para poder financiar toda la frenética actividad científica que en este edificio se daba a principios del s.XX, se ideó que la planta baja se destinara a un uso comercial, y siendo la Rambla como ya era en aquella época, un hervidero de espectáculos y ocio, la primera función que recibió el germen del Poliorama fue como cine.

Pero no un cine cualquiera… el Cine Martí comenzó a operar en 1899, siendo el primero de la ciudad y donde se proyectaron las primeras obras del séptimo arte, destacando Jeanne d’Arc de Georges Méliès por su notable éxito. Pese a ello, en 1903 el Cine Martí cesó su actividad para combinar las proyecciones con el teatro, ya bajo el nombre de Poliorama.

Tan solo durante un breve periodo de 1937 a 1939, perdió su denominación popular por la de Teatre Català de la Comèdia, dedicándose exclusivamente al teatro y con especial predilección por el de autores catalanes.

El teatro Poliorama comparte edificio y funcionalidad con la Real Academia de las Ciencias y Artes de Barcelona

Acabada la Guerra Civil, recupera su denominación como Poliorama y pasa a manos de una familia de empresarios del espectáculo que, aún a día de hoy, están ampliamente ligados con la difusión de las artes en Barcelona: el Grup Balañà. Este se hizo cargo hasta mediado de los 80 cuando, tras convertirse en la sede del Teatro Nacional de Catalunya mientras se realizaban las obras del edificio de Glòries, pasa a gestión autonómica.

Con la inauguración de la espectacular nueva sede del TNC, el Poliorama vuelve a manos privadas, en concreto la de los populares El Tricicle y Dagoll Dagom, que lo gestionan bajo la marca Tres por Tres.

Entre sus éxitos estrenados en exclusiva destacan la zarzuela María de la O, de los músicos León y Quiroga en 1935; La Fam de Joan Oliver (Pere Quart) ese mismo año; El mètode Grönholm de Jordi Galceran en 2023 y las distintas producciones de El Tricicle desde que adquirieran participaciones del teatro.

Detalle de la parte alta del edificio que acoge el Teatro Poliorama, dedicado a la Real Academia de Ciencias y Artes

Un lugar literario y científico más allá de su función

Hablar de un teatro como un lugar literario puede resultar algo redundante, pero más allá de las obras de Shakespeare, Guimerá, Pitarra, Bernard Shaw o Rusiñol aquí representadas, el edificio de la Real Academia de las Ciencias y las Artes tiene un vínculo aún mayor con la literatura universal. Sin lo allí vivido, una de las obras que mejor ha retratado el conflicto de la Guerra Civil jamás habría visto la luz, o lo habría hecho en un contexto menor.

Y es que este noble edificio y, por extensión, el Teatro Poliorama, fue escenario de uno de los capítulos más relevantes de «Homenaje a Cataluña», de George Orwell. En concreto aquel que narra los tiroteos que de forma trágica se dieron entre los miembros del propio bando republicano por hacerse con el control de la Academia.

Orwell fue protagonista activo de este suceso, siendo él uno de los vigías que, estratégicamente desde la torre que sirviera años atrás como observatorio, protegía la plaza como miembro del POUM para que no cayera en manos fascistas, evitando así la entrada del bando «sublevado» en un eje vital de la ciudad.

El arquitecto Domenech i Estapa usó un estilo ecléctico para la reforma de la antigua sede de la Real Academia de las Ciencias y Artes de Barcelona
La torre del edificio sirvió para el bando republicano como torre de vigía / defensa, siendo George Orwell uno de los encargados de usarla como posición de tiro.

La privilegiada posición del edificio y su altura, lo hacía un atractivo punto a controlar, lo cual levantó suspicacias entre el mismo bando de izquierdas, reclamando los ceenetistas su control tal como hicieran con el edificio de Telecomunicaciones de Plaza Catalunya y con el mismo desenlace: abriendo una guerra interna entre los republicanos que acabaría con la escisión.

Orwell, que vino a combatir por su odio al fascismo, cuenta con especial desolación cómo tuvo que acatar la orden muy a su pesar de disparar como fuego enemigo a los miembros de la CNT, siendo él incluso afín a sus ideales.

No fue el único ilustre invitado que se asomó al edificio sin pisar las tablas del teatro. La Sala de Actos del edificio (que nada tiene que ver con el Poliorama y que ocupa la primera planta accesible desde el vestíbulo por una elegante aunque discreta escalinata) tuvo el honor de presenciar el 27 de febrero de 1923 una conferencia de un tal Albert Einstein en la que detallaba la teoría por la que dos años antes había ganado el Nobel: la teoría de la Relatividad.

Detalle de la parte del edificio del teatro Poliorama dedicado a la Real Academia de Ciencias y Artes

Teatro Poliorama: el germen del Observatorio Fabra

De igual forma que sin el Vapor Vell, no tendríamos la Colonia Güell, sin el Poliorama, no tendríamos el Observatorio Fabra. Y todo por una razón muy lógica: una vez la ciudad comenzó a crecer y el Eixample iba adquiriendo cada vez más forma, también lo hacía la altura de los edificios, la anchura de las vías y la contaminación lumínica.

Todo ello llevó a la Real Academia a una conclusión hoy obvia: Las Ramblas no es el mejor lugar para observar las estrellas… Lo era en el s. XVIII e incluso en el XIX, cuando no existía red eléctrica y las tres plantas sobre las que se alzaba la torreta que servía de observatorio, eran más que suficientes para alcanzar el cielo barceloní, pero llegado el s. XX y con las Ramblas convertidas ya en el hervidero que es aún a día de hoy, no había astrónomo que se concentrase.

Por esta razón y por impulso de uno de los miembros de la Real Academia y, a la postre también alcalde de la ciudad en ese mismo periodo, se decide trasladar la actividad astronómica a un lugar más idóneo como lo era y sigue siendo el Collserola, que recibió a este nuevo inquilino en 1902.

La actividad desempeñada para la observación de estrellas en el edificio del Teatro Poliorama, se trasladó al que hoy es el Observatorio Fabra

El encargado de diseñar el nuevo observatorio no lo encontraron muy lejos, siendo el propio arquitecto del edificio de las Ramblas, Domènech Estapà, el cual recibiría el nombre de su propulsor, el Marqués de Alella, también conocido como Camil Fabra i Fontanils.

Comenzó así una nueva era para la observación de los astros en Barcelona que hoy perdura, siendo el Observatorio Fabra el cuarto más antiguo del mundo en activo y responsable del descubrimiento de once planetas menores y de un cometa (el 32P/Comas Solá).

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