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Curiosidades de las plazas de Barcelona

Plaza de Cataluña: un foro injustamente desaprovechado

La Plaza de Cataluña de Barcelona es la zona de paso por excelencia de la ciudad pero, ¿conocemos todos sus secretos?, ¿y sus 28 estatuas?

No es que la que podría ser la plaza más emblemática (o al menos concurrida) de Barcelona, no se aproveche como nudo central y como eje de la vida cotidiana de sus habitantes. En eso Plaza Cataluña y sus amplios 30000 m2 tiene mucho que decir… Pero son tantos los rincones que esconde, la simbología que oculta, y las piezas de valor historico-artístico que guarda, que entre debates sobre su papel como puerta a las principales vías del centro de la ciudad, solemos reducirla injustamente a un lugar donde el turista le da de comer a las palomas.

Plaza Cataluña es mucho más que un gigantesco palomar, como gigantescos han sido los atentados urbanísticos que sobre ella se han hecho (hola Corte Inglés) y que la han acabado afeando inmerecidamente… Por ello, desde estas páginas queremos devolverle parte de la significancia que siempre ha tenido este foro para Barcelona, y desvelar esos pequeños detalles que, quizás, hagan que la próxima vez que te dirijas a Portal de l’Angel, antes hagas parada en alguna de sus esquinas.

La plaza de Cataluña está repleta de símbolos muy estimados en Cataluña y la ciudad, como la estatua Diosa
Detalle de la estatua «Diosa» frente al monumento a Francesc Macià

Una nada disimulada oda al masonismo

La relación de la ciudad con la logia masónica es una constante. A veces bien disimulada mediante los pequeños detalles (como en los Pórticos de Xifré) y otra a gritos, como el detalle que a continuación os vamos a desvelar: ¿os habéis preguntado en alguna ocasión por qué el dibujo en forma de «quesitos del Trivial» que decora plaza Cataluña? Esta disposición no es nada casual, ya que, como si se tratara de un patrocinio o como si la SEAT hubiese plantado su «S» característica, quiere simbolizar el logo de la organización elitista «Rotary Club».

La «Rotary Club» se trata de una escisión de la orden masónica, fundada por el abogado Paul Harris y sus amigos Loer, Schiele y Shorey tras ser expulsados de los masones precisamente por elitistas (los masones consideraban iguales a todos sus miembros, sin requerir ciertas condiciones económicas como sí requieren los rotarios). Desde sus inicios, la rueda ha sido el símbolo de esta comunidad, como representante de los valores del movimiento y progreso, y no fue hasta 1922 que la Asociación de Rotary Internacional decidiera adoptar la rueda de 24 dientes.

Plaza Cataluña, pese a estar proyectada desde 1889, no se culminó hasta 1927, por lo que se deduce que quien proyectó la enorme rueda rotaria (a día de hoy no se sabe quién fue el encargado de esa parte del proyecto), no llegó a tiempo para incluir los nuevos cambios.

No es ésta la única (aunque sí la más evidente) huella protomasónica: podemos encontrar en su distribución (puramente racionalista, heredera del noucentismo que preponderó en la Barcelona de los años 20) y simbología restos de los pensamientos de afamados francomasones que se encargaron en algún momento de su ejecución, como Pere Falqués (al que ya le dedicaremos más detalles a través de sus singulares farolas), Puig i Cadafalch (que pretendió culminarla con un enorme obelisco) o Rubió i Tudurí.

Plaza de Cataluña: un museo al aire libre en el centro de Barcelona

Las prisas con la que normalmente la abordamos o toda esa extensión central exenta de decoración (se acabó el horror vacui modernista), hace que no nos paremos como merecen ante las numerosas alegorías que se sitúan en todos los bordes de plaza Cataluña. Esculturas realizadas por afamados artistas de la talla de Josep Clarà, Frederic Marès, Pablo Gargallo o Josep Llimona. Escultores que cuentan con sus propios museos u obras expuestas en espacios de renombre.

En total son 28 las esculturas que se realizaron en el marco de las celebraciones de la Exposición Mundial de 1929, evento que motivó la finalización de la plaza, a las que habría que sumar añadidos posteriores como el monumento a Francesc Macià.

Las esculturas originales se convocaron a través de concurso público, en el cual se solicitaba que representaran de alguna forma la idiosincrasia o cultura catalana, así como varias de sus localidades y sus cuatro provincias.

Estas piezas monumentales se distribuyeron flanqueando los diferentes puntos de acceso a la plaza, eligiéndose las cuatro esquinas para representarse en bronce cada una de las cuatro provincias.

Podemos apreciar las 28 esculturas, su distribución, imagen, autoría y alegoría en el siguiente mapa (clicando sobre cada marcador azul encontraréis información sobre el autor y su obra), todo ello a pesar de que fueron numerosas las voces conservadoras que abogaron por su destrucción, al representar desnudos y poses seductoras nada propias para la alta sociedad barcelonina.

La puerta a la vida cotidiana de Barcelona por voluntad de sus ciudadanos

Hoy en día no discutimos el carácter de Plaza Cataluña como foro para Barcelona. Es indudablemente uno de los lugares más transitado, y puerta necesaria para otros puntos emblemáticos como las Ramblas, Portal de l’Angel, Rambla de Cataluña y Paseo de Gràcia, pero no siempre tuvo esa consideración de eje centralizador. De hecho, antes de su total urbanización en 1927, era un punto de la ciudad que se quiso arrinconar conscientemente.

Con el derrumbe de las murallas, muchos mercaderes expandieron sus puestos de la ciudad medieval a los nuevos espacios que quedaron liberados. Entre ellos, el favorito para montar auténticas ferias era el que ocupa los terrenos en los que hoy se sitúa plaza Cataluña. Entre rieras y en el cruce de caminos que dirigía hacia las crecientes poblaciones de Gràcia, Sants, Sant Andreu y Sant Martí, resultaba el espacio perfecto para la compra-venta.

Sin embargo, los proyectos de urbanismo higienista (que precisamente había provocado el derrumbe de las murallas) y, sobre todo, el punto de partida del Eixample, contemplaban que el epicentro de la ciudad fuera una plaza abierta, aireada y atravesada por las principales vías que se estaban llevando a cabo. Ese lugar no era otro que la plaza Glòries, como cruce entre los caminos a Sants y Sant Martí (Gran Vía), Sant Andreu (Meridiana) y Gràcia (Diagonal).

El tramo de plaza Cataluña no sería más que parte del entramado del Eixample (concretamente l’illa 39), por mucho que los ciudadanos y mercaderes siguieran concentrándose en estos terrenos. Tal fue la negativa del consistorio de romper con el proyecto de Cerdá, que en 1860 se comienza la construcción de varias casas «elitistas», siendo la primera la casa Gibert: una de las que se disputa el título de «la primera construcción del Eixample».

Una amplitud exagerada y un paisaje modificado por la "modernidad", desluce el altar de obras tan importantes como el Pastor de Gargallo.
Actualmente donde se debería encontrar aproximadamente la Casa Gibert, encontramos el altar de estatuas aterrazado.

La Casa Gibert, perteneciente al que era presidente del Liceo, Manuel Gibert i Sans, supuso el inicio de la expansión de la clase burguesa en el Eixample. Tal fue la relevancia de la construcción, que para la puesta de la primera piedra el 4 de septiembre de 1860, acudió la reina Isabel II, y se encargó el proyecto a Oriol Mestres, quien ya se había encargado del Liceo y posteriormente urbanizaría gran parte del Paseo de Gràcia (amén de proporcionar agua corriente a la zona gracias a su torre de les Aigües).

Poco duró este pulso del Ayuntamiento a su propia ciudadanía, ya que (y a pesar de que las construcciones continuaron en la zona, como la Casa Estruch: museo de armas propiedad del coleccionista del mismo nombre), a partir de la década de 1890 se procedieron a varias expropiaciones que acabarían con el proyecto de plaza que tanto demandaban los barceloneses. En 1902 y tras 6 años en los que los terrenos volvieron a ser un descampado, se empiezan los primeros trabajos como espacio público, a manos del arquitecto municipal Pere Falquès, que se encarga de ajardinar la zona dándole forma de aspa y uniendo de esta forma Rambla Cataluña y Paseo de Gràcia en su punto medio.

El alcalde encargado de «limpiar» la plaza antes de su urbanización, Rius i Badía, es conocido por la anécdota de mandar incendiar el último edificio que quedaba por expropiar ya en 1901 ante la negativa de sus propietarios, la casa Rosic. A la par que mandó que se incendiara, también envió a los bomberos para que se entrenaran en tareas de extinción.

Tal como hemos comentado, no sería hasta 1927 y en el contexto de la Exposición Universal cuando la plaza adquiere su fisionomía actual, además de su nombre, ya que de 1902 a 1924 se denominó Plaza de las Escobas. Desde entonces, solo ha habido dos intervenciones de relevancia (dejando de lado su subsuelo, por el que incluso ha existido un centro comercial: la avenida de la Luz del que os hablaremos más adelante), la que el alcalde Porcioles realizó en la década de los 60, a la que le debemos las dos fuentes gemelas, y la de Pasqual Maragall en 1991 en la que se incluiría el homenaje a Francesc Macià.

Casa Bosch i Alsina, en la Plaza Catalunya
Casa Bosch i Alsina, en la esquina de la plaza con la Ronda Universitat

El que pudo ser el primer rascacielos de España

Una vez superada la negación de Plaza Cataluña como eje vertebrador de la vida barcelonesa, muchos fueron los proyectos megalómanos que se pretendieron materializar en ella. Quizás, el que pueda resultar más curioso por lo avanzado en su época y porque aún a día de hoy 100 años después, no es algo común en la ciudad, es el rascacielos que se pensó para donde hoy en día se encuentra el Triangle.

130 metros de edificio con más de 30 plantas destinadas a oficinas, un hotel, galerías comerciales e incluso una estación de trenes subterránea. Proyectado por Ramón Selles Miró, contó con los planos aprobados e incluso publicados para que se llevara a cabo por los arquitectos John Mead Howells y James Gamble Rogers. Un proyecto que causó la admiración / crítica / ironía internacional que no veía encaje en tal espacio y contexto cultural, para un edificio de tal embergadura.

De haberse llevado a cabo, estaríamos ante el primer rascacielos de Europa, además de continuar siendo a día de hoy una de las torres más altas de la ciudad, en concreto solo por detrás de las torres Mapfre y torre Glòries.

Para que Barcelona tuviera su primer «rascacielos», tuvieron que pasar 16 años desde el proyecto para plaza Cataluña.

Se trata del edificio Fábregas, de 16 plantas y 56 metros de altura, que aún hoy sobrevive en la plaza Urquinaona esquina con Jonqueres. Se construyó en un estilo art déco y racionalista, y fue el edificio habitado más alto de la ciudad durante tan solo 5 años, momento en el que se lo arrebató el brutalista edificio del Banco Vitalicio de España (desde 2009 edificio Generali). Después llegarían el esbelto edificio del Banco Sabadell en 1969 y la aún más brutalista Torre Colón en 1970.

Si queréis profundizar en algunas de estas historias, podéis rememorarlas en el programa de TV3 Sense Ficciò, dedicado a la Plaza Catalunya.

Casa Pich i Pon, en Plaza Catalunya
Detalle de las estatuas de Mercurio en la Casa Pich i Pon, en la esquina de la plaza con Rambla Catalunya

…o más bien por voluntad del que era jefe de la Guardia Urbana a la hora de inaugurarse la plaza en 1929. Queridas por unos pocos, odiadas por otros tantos, las ya clásicas palomas a las que todo barceloní de pro les ha dado de comer alpiste en su infancia, están en este lugar por deseo expreso de los organizadores de la Exposición Mundial de 1929, atraídos por la idea que el jefe de la Guardia Urbana Manuel Ribé había tenido inspirado en un viaje a Italia.

Así, nuestro protagonista quiso emular el atractivo que la presencia de palomas daba a las plazas renacentistas italianas y que tan bien ejercían como dinamizadoras de la vida familiar en estos espacios abiertos. La única condición que les pusieron los organizadores era que se encargara él mismo de proporcionarlas. Para ello contó con la ayuda de uno de sus segundos, quien había observado que una vez abrían a la media tarde las caballerizas del parc de la Ciutadella para que reposaran los caballos de la Guardia, eran numerosas las palomas que se concentraban entre los establos para alimentarse de los restos de pienso y alfalfa que se concentraban en el suelo.

No con poco ingenio, días antes de la inauguración de la Exposición, fueron «barriendo» los restos desde la Ciutadella hasta la plaza mientras las palomas les seguían cuán flautista de Hamelín, y desde entonces, gran número de éstas la han habitado ininterrumpidamente hasta nuestros días, para alegría de los vendedores ambulantes y niños, para desgracia de esculturas y otros objetivos de estas aves.

Espectáculo del Liceu en Plaza Cataluña durante las navidades de 2022
Espectáculo del Liceu en Plaza Cataluña durante las Navidades de 2022

Plaza de Cataluña: una plaza con avenida propia, la avenida de la Luz

Como si se tratara de una muñeca rusa, la Plaza Cataluña llegó a contar en su interior con una avenida de más de 2.000 metros cuadrados. Para ello, no es necesario que la busquemos en algunos de sus ejes, sino más bien en su interior, en el subsuelo. Se trata de la avenida de la Luz: unas galerías comerciales inauguradas en 1940 con notable éxito.

Una vez se conquistó la plaza definitivamente con su adecuación para la Exposición del 29, faltaba llenarla de vida de nuevo tal como hicieron los cafés y circos de finales del s.XIX. Como por desgracia la banca se había adelantado a su conquista en superficie (la gran mayoría de edificios correspondían a este gremio, destacando el de España en la esquina con Portal de l’Angel, imponiendo su perfil gris y soberbio en altura), se decidió la imaginativa idea de trasladar la vida de ocio a las galerías que circundaban los ferrocarriles de la Generalitat en el cruce con Pelai.

Es así como surgió un centro comercial (el primero en Europa construido en subterráneo) que hizo las delicias de familias enteras durante cuatro décadas, con atractivos como el cine Avenida (famoso por proyectar las películas originales de Walt Disney, aunque con el avance de las décadas y la competencia, acabó degenerado en una sala X) o contar con los primeros urinarios públicos de la ciudad.

Las palomas de plaza Cataluña son un elemento tan querido como odiado por los propios barceloneses
El Triangle es de las últimas incorporaciones que, aunque ha servido para revitalizar la plaza, no deja de ser una construcción anodina que poco aporta estéticamente a un rincón que no deja de ser maltratado arquitectónicamente.

La llegada de El Corte Inglés en los años 60 y sobre todo el auge de los Centros Comerciales en los 80, aceleró un declive que acabó con el cierre de las galerías en la reforma preolímpica de Maragall, que acabó también con la estación de trenes de Sarrià donde se encontraba originariamente el emblemático café Zurich, reconvertido, -como otros tantos locales del subsuelo-, como parte de lo que hoy es El Triangle.

¿Y qué ha quedado de toda esa fantasía subterránea a día de hoy? Parte del entramado se incorporó a la red de galerías de los ferrocarriles y algunas galerías aún abandonadas bajo el Triangle se pueden visitar alternativamente en el marco del festival 48h Open House. No obstante, si quieres imaginarte con más exactitud qué apariencia pudo tener una galería comercial subterránea, puedes comprobarlo visitando el local de Sephora del carrer Pelai, que aprovecha las columnas blanquinegras y su entramado como parte del local. ¿Responde este dato a la pregunta de por qué para entrar a esta perfumería disponen de un tobogán y unas escaleras mecánicas hacia el subsuelo?

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