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Historias desconocidas de Barcelona

Festes de la Mercè: una disputa patronal que acabó en motor cultural

Las festes de la Mercè se celebran en Barcelona cada año en honor a su matrona pero, ¿cómo ha llegado esta tradición a nuestros días?, ¿qué ha sucedido para que la Mercè «destrone» a Santa Eulàlia como referente?

Mezclar religión, política y vida pública es un cóctel del que nada bueno puede salir… excepto si hablamos de la festa major de Barcelona, donde estos tres estamentos, no sin discutirlo… dieron luz verde a lo que es la mayor muestra de cultura tradicional catalana en el mundo: las festes de la Mercè.

Una cultura que ha sabido sobreponerse y actualizarse con el tiempo hasta llegar hasta hoy, tras más de 150 ediciones en las que se combinan muestras populares centenarias con las últimas tendencias artísticas pero, ¿cómo se llega a hacer un castell por la mañana, un baile de bastones a la tarde y perrear al ritmo de Bad Gyal a la noche? Os invitamos a un paseo por casi mil años de historia en el que hay cabida para todo: milagros, plagas, peleas entre hooligans virginales, regionalismo y modernidad. Todo tan heterogéneo como el propio programa de las fiestas.

La Mercè: una patrona que fue buscando su hueco durante 6 siglos

Empecemos con un dato muy necesario antes de profundizar en cómo las festes de la Mercè se convirtieron en la festa major de Barcelona: antes de que la virgen mercedaria se alzara como la patrona «popular» de la ciudad, -conciertos y bailes mediante-, la originaria era Santa Eulàlia, a quien no solo se la rezaba en cualquiera de los asuntos de la ciudad que necesitaran mediación divina desde 633, sino que además tenía (y tiene) adjudicada la Catedral a su nombre.

Por si con «la Laia» no tuviéramos suficiente, también desde 1564 Barcelona cuenta con una segunda (que no segundona) patrona por vocación popular: se trata de Santa Madrona, la gran olvidada del «triunvirato» patronal barcelonés.

¿Cómo, una santa sin apenas tradición entre el pueblo, se abre paso entre dos «titanas» de la evangelización? Como todo en la mitología católica, hay varias vertientes: la romántica donde se suceden hasta dos intervenciones milagrosas, y la menos romántica donde lo que intervienen son meros intereses políticos y de la pujante burguesía catalana…

Basílica de la Mercè: el lugar de máximo culto a la patrona de Barcelona, más vinculado con el carrer Ample y Ciutat Vella que con el resto de la ciudad, cuya catedral sigue adjudicada a Santa Eulàlia

La Mercè doblemente milagrosa

El primer mérito para que la Mercè opositara a patrona de Barcelona data de los tiempos de Jaume I cuando, en la noche del 2 de agosto de 1218, se apareció la virgen María al mismísimo rey conquistador, a San Pedro Nolasco y a Ramón de Penyafort por separado en Barcelona.

A los tres la virgen le solicitó que crearan una orden religiosa, con el propósito de rescatar a los presos católicos en manos de musulmanes durante las cruzadas.

Es así como Pedro Nolasco, un comerciante de telas que, con el dinero que ganaba por ello, se dedicaba de forma altruista a liberar prisioneros, fundó la orden mercedaria, llamada así por dedicarse a la merced (hacer buenas acciones sin pedir nada a cambio), aún activa 8 siglos después.

La orden mercedaria llegó a liberar a 300.000 cristianos de manos de los sarracenos durante las cruzadas

Todo quedó en una anécdota más del santoral católico hasta que llegó el segundo de los «milagros», entrecomillado esta vez no porque pueda generar dudas como cualquier otro, sino porque ésta acción en concreta, de milagrosa tuvo poco…

El falso pero muy extendido milagro de las langostas

Los defensores de la Mercè como patrona absoluta (más adelante veréis como poca broma con el tema… ha habido pasionales muestras de fervor para alzarla como patrona), suman un segundo hecho definitivo a la elección de la Mercè como máxima referencia eclesiástica en Barcelona.

Para ello se remontan a 1684, cuando se produjo la más salvaje plaga de langostas que azotó a Cataluña. Proveniente de Aragón, los voraces insectos se extendieron por la plana de Lleida convirtiéndola en todo un campo de secano, llegando a las tierras de L’ Empordà, la plana de Vic y Barcelona en 1687.

Tal era la destrucción que dejaban a su paso que, las autoridades se apresuraban a crear medidas que ayudaran a paliar sus efectos. Medidas como ofrecer pagos al peso por sacos llenos de estos insectos muertos, tapar pozas y puntos de recogida de agua para evitar su proliferación o cubrir calles enteras con telas que se replegaban al paso de las langostas para atraparlas. Ninguna de estas u otras medidas funcionó.

Es por ello por lo que el Consell de Cent, temeroso de una revuelta ante la escasez de víveres en una población ya de por sí con el cinturón apretado, se reunió el 16 de junio de aquel año e impulsó otra serie de medidas mucho más eficaces… como fue el caso de la detención de todas las prostitutas, alegando que las langostas eran un castigo divino por la gran cantidad de casinos y prostíbulos que habían proliferado en la ciudad.

Aunque parezca extraño, se ve que tan genial y meditada medida, por lo que fuera, no funcionó, y las langostas siguieron campando a sus anchas por una Barcelona que se ennegrecía ante el vuelo de tal cantidad de insectos. Por si a la ciudad no le faltaran males aquel fatídico verano, el 10 de septiembre el convento de la Mercè, que se situaba en lo que hoy es la Capitanía General, ardió en llamas.

Sobre la cúpula de la basílica de la Mercè se erige una escultura de la virgen visible desde toda Ciutat Vella, y cuya iluminaria nos recuerda cada noche su advocación como patrona de Barcelona

Esto motivó que, de los creadores de «saquemos a las putas de las calles y encerrémoslas para echar a las langostas», se viera en el incendio una divina señal y decidieran pedir mediación a la virgen de la Mercè para acabar con la plaga.

Es así como un 24 de septiembre de 1687, el Consell de Cent le arrebató el título de padrona a Eulàlia en pro de la Mercè, en una simbólica ceremonia en la que se postraron ante su imagen de la Catedral, le solicitaron que acabara con la plaga por escrito y le ofrendaron 8.000 libras del presupuesto destinado a acabar con la plaga, que finalmente sirvió para reconstruir el convento.

¿Acabó la Mercè con la plaga de langostas? Es aquí donde la ficción acaba a favor de la ciencia… y la respuesta claramente es no. La plaga duró hasta marzo de 1688, cuando las bajas temperaturas y las fuertes lluvias fueron mejores aliadas que la intervención divina… pero en un contexto donde la iglesia se disputaba constantemente el poder con el resto de estamentos medievales, y donde las revueltas afloraban en cualquier ocasión, lo que menos interesaba era una pérdida masiva de fe.

Por ello, se sostuvo que lo que el clima había ocasionado, no era más que una intervención divina a manos de la Mercè, a la que las comunicaciones le debieron haber fallado y solo esa es la razón de que tardara 6 meses en echar a las langostas…. Así, cada 2 de agosto Barcelona agradecía por culpa de un engaño masivo, a una patrona postiza por un hecho que no llevó a cabo.

… éramos pocos y llegó el Papa

Hasta ahora vemos un plan, no demasiado orquestado, de hacer a la Mercè patrona oficial de Barcelona que, pese a la devoción que ha tenido popularmente desde su «aparición», no terminaba de cuajar en unas clases populares que preferían a su Laia de toda la vida, y a una Madrona que les traía lluvia para sus secos campos.

El empujón semi-definitivo que recibió la Mercè como patrona vino en 1868, cuando la máxima autoridad eclesiástica, el Papa Pío IX, la ratifica como máximo referente virginal de la ciudad y traslada su fiesta del 2 de agosto al 24 de septiembre.

Esta proclama solo cuajó entre los vecinos del carrer Ample, que debido a la presencia de la basílica de la Mercè en sus dominios y ser una calle eminentemente señorial, lo tomaron como referencia para su Festa Major, hasta que tres años después, en 1871, el Ayuntamiento a manos de Rius i Taulet, decidió oficializarlo como Festa Major de toda la ciudad.

Desfile de gegants de les festes de la Mercè de 2022
Las festes de la Mercè han servido desde principios del s.XX para revindicar la historia y cultura de la ciudad, recuperando muestras populares como los desfiles de gigantes. En la imagen, Elisenda, de l’Associació d’Amics dels Gegants del Pi

Una disputa para «hooligans» cristianos

Hasta el momento que el bueno de Rius i Taulet no oficializó las festes de la Mercè como festa major, lo que si una u otra era la patrona oficial de Barcelona se la traía al pueblo sin cuidado, que seguía confiando en sus vírgenes populares como quien se adscribe al Barça o al Espanyol. Pero al mediar fiestas de por medio, la cosa se puso seria…

Así, durante los primeros años de Festa Major, no fueron pocos los devotos de Eulàlia y Madrona que, al paso de las comitivas oficiales, lanzaban piedras en protesta por el feo que se les hacía a las otras dos patronas «de toda la vida».

Eran años de cambios en el mapa de la ciudad (la adhesión de los pueblos del pla barcelonés: hoy barrios como Sants, Gràcia o Sant Andreu) y revueltas populares (las protestas por la Guerra de Cuba o los ecos que la primera huelga general en el Vapor Vell había ocasionado), por lo que el contexto en el que se alza la Mercè como patrona máxima es el de una Barcelona heterogénea, sin una identidad propia extendida y demasiado diversa como para remar hacia una sola tradición.

El desfile de bestiaris en los correfocs fue otra de las tradiciones recuperadas, en esta ocasión en una segunda etapa tras la Transición. En la imagen, las aligas de la Plaça Nova.

La Renaixença y Cambó: claves para que hoy haya festes de la Mercè

Barcelona a finales del s. XIX necesitaba, más que una patrona, un evento catalizador capaz de reunir las diferentes tradiciones y culturas que acogía. Por ello, otro popular regidor barcelonés, Francesc Cambó, decidió en 1902 dar un empujón a la celebración y convertirla no en un evento de devoción católica, sino en toda una fiesta de celebración generalizada en la que todo ciudadano barcelonés tuviera cabida más allá de su credo.

Es así como, al calor de la Renaixença, Cambó dotó a las festes de la Mercè de un carácter más multicultural, dejando de lado las simples ofrendas a la virgen y añadiendo a las celebraciones eclesiásticas, una cabalgata popular, el primer encuentro de gigantes de Catalunya, el primer concurso de Castells, bailes de diablos, etc.

Cambó, destacado líder regionalista, no solo pretendía con ello aunar a la población laica y aquella que procesaba distinta devoción a la Mercè, en torno a unas fiestas que servían de excusa para crear un sentimiento de unidad, sino también recuperar la cultura catalana y exponerla a la población, haciéndola partícipe de ella y, por tanto tal como era mandato en la Renaixença, extenderla y protegerla.

Es así como se recuperaron tradiciones perdidas como los bailes de bastones, desfiles de bestiarios, o se hacía servir de altavoz a muestras populares como la danza ampurdanesa que poco a poco se iba extendiendo por Catalunya: la sardana.

Los castellers fueron otras de las tradiciones recuperadas por la vertiente «laica» con la que Cambó dotó a las fiestas

Festes de La Mercè a día de hoy: un producto más de la Transición

Pese a que la fórmula puesta en marcha por Cambó tuvo notable éxito durante las dos primeras décadas del s. XX, el crecimiento de una burguesía conservadora que no veía con buenos ojos la incorporación de elementos laicos como pirotecnia o decoración de calles en una fiesta religiosa, hizo que durante la década de los 20 fuera perdiendo fuelle.

Tras el triunfo de los golpistas en la Guerra Civil, la Mercè sirvió como exaltación del nacionalcatolicismo, promulgándose en ella los valores cristianos más profundos y convenientes a la dictadura, centrándose la celebración en misas y ofrendas.

No fue hasta la llegada de la Transición, en 1977, cuando resurgen las festes de la Mercè configuradas tal como las conocemos hoy en día, donde a las muestras religiosas se le suman las tradiciones ya popularizadas en la época de Cambó, y otras de diferente cuño destinadas al disfrute de todas clases y gustos entre la población, como los conciertos gratuitos, el Piromusical, el correfoc, etc.

Portal de l'Infern de les festes de la Mercè de 2022, celebrado por primera vez en Passeig de Gràcia por la conmemoración de su 200 aniversario
Els correfocs y celebraciones como la Porta de l’Infern son añadidos festivos posteriores a la Transición, cuando se recuperó la vertiente cultural de las Festes de la Mercè

La Mercè: patrona de Barcelona por excelencia pero con competencia

Toda esta publicidad mediática sumada a una descatolización de la festividad, ha producido que el nombre de la Mercè sea el más mencionado a la hora de señalar la patrona de la ciudad, gracias sobre todo a que sea en torno a su onomástica el momento en el que cualquier barcelonés o foráneo puede disfrutar tanto de un concurso internacional de fuegos artificiales, como de un concierto gratuito de la última celebridad de radiofórmula.

No obstante y tirando de tradición y cultura, Barcelona no tiene en la Mercè su única patrona: Eulàlia lo sigue siendo desde el año 633, y Madrona desde el s. XVII, siendo, posiblemente esta última, realmente la gran olvidada.

Para revindicar esta tri-titularidad, siguiendo el modelo marketiniano que alzó a la Mercè como dueña y señora de la ciudad, el Ayuntamiento y barrios como Poble Sec y El Raval, celebran diferentes festividades en torno a ambas figuras.

Así, Santa Eulàlia tiene en torno a su santoral, el 12 de febrero, la que son consideradas las fiestas de invierno de la ciudad que, en menor formato que las de la Mercè, también incluyen desfiles de gigantes, pasacalles, correfocs, sardanas y castellers. Incluso, desde 2012, ha sumado un evento propio: Llum BCN, en el que diferentes espacios arquitectónicos de la ciudad se iluminan con proyecciones artísticas.

Santa Madrona, cuya celebración es el 15 de marzo, ha encontrado su consuelo en Poble Sec y en El Raval, dos barrios cuya figura está constantemente presente al encontrarse allí su capilla y el portal que daba acceso a la ciudad en su nombre respectivamente.

Piromusical de les festes de la Mercè de 2022
El piromusical supone el cierre definitivo cada año a las festes de la Mercè
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