La cuarta (y última) de las rutas inspiradas en el Barcelona Posa’t Guapa comienza con una de las obras más emblemáticas del proyecto original, para al poco zambullirse en el espíritu artístico y eminentemente callejero de los barrios del lado Besòs. Ejemplos de street art en Barcelona en lo que menos importa ya no es lo bello (que también está presente), sino el mensaje que a través del arte, vecinos acostumbrados a que se les mire de lado, transmiten desde las calles. Unas calles que con estas acciones bien merecen la visita.
Tal como hemos hecho con las rutas menos céntricas de esta serie de recorridos por el street art de Barcelona, deudor o no, de ese Barcelona Posa’t Guapa olímpico, a cada parada le acompañará una visita a los alrededores, para que podamos descubrir que la ciudad no acaba en la frontera con Glòries.
Las otras rutas de Street art en Barcelona |
Street Art en Barcelona lado Llobregat |
Street Art en Barcelona lado Mar |
Street Art en Barcelona lado Montaña |
Ruta del street art en Barcelona Noreste
Inicio: Plaza de Pablo Neruda s/n (L2)
Final: Parc del Clot (L1-L2)
Duración: 3 horas (12 km.)
17 paradas
Balcones de Barcelona
Comenzamos el último homenaje al proyecto Barcelona Posa’t Guapa y, de como éste se ha materializado a través del street art en Barcelona, en un lugar emblemático para todo lo que este movimiento supuso para la ciudad: el mural Balcones de Barcelona.
Barcelona Posa’t Guapa surgió como el evento catalizador que sirviera para decorar espacios urbanos degradados que afeaban el paisaje: germen de lo que hoy es el Institut de Paisatge Urbà. Dentro de estos espacios, la medianera que la demolición de un edificio, -y la posterior creación de la Plaza Pablo Neruda-, dejó en forma de 450 metros cuadrados de cicatriz, -visible desde el mismísimo cruce que nos lleva de la Diagonal a Sagrada Familia-, se presentaba como uno de los espacios prioritarios.
Es por ello que esta intervención recibió una partida más abultada de lo natural para estas decoraciones, con la intención que quienes se dirigieran al monumento gaudiniano por excelencia a través de una de las principales arterias de la ciudad, vieran toda una obra de arte en vez de una pared desnuda.
Para esta misión de «maquillaje urbano», el equipo al mando del Barcelona Posa’t Guapa contó con el colectivo Cité de la Création, -popular por realizar murales que suponían un trampantojo (efecto visual) reflejando la vida cotidiana del lugar-, quienes recibieron la misión de plasmar el espíritu de la Barcelona que había desembocado en el gran evento deportivo de finales de siglo.
Para ello, el grupo de artistas franceses decidió decorar la medianera reproduciendo una fachada típica del Eixample de comienzos del S.XX, y rellenar sus balcones con personajes relevantes de la ciudad. La obra se inauguró pocos meses antes del comienzo de las Olimpiadas, en febrero de 1992, en un acto en el que intervino el alcalde de la ciudad, Pasqual Maragall, y el de Lyon (ciudad de donde provenían los creadores).
Desde entonces, esta obra es señalada como una de las más emblemáticas del proyecto por el cual Barcelona dejó de mirar a sus monumentos para fijar la atención en sus barrios y edificios residenciales.
¿Y a quienes vemos asomados en un bloque modernista de 5 plantas? 26 personalidades muy ligadas a la historia de la ciudad, como lo son Cristobal Colón, Santiago Rusiñol, Narcís Monturiol, Gaudí, Ildefons Cerdà, Francesc Macià, Joan Miró, Pau Casals o Pablo Picasso.
Qué ver en los alrededores Es la cercanía con la Sagrada Familia la que propició que esta medianera fuera de las que mejor luciera de toda Barcelona con una intervención tan artística, y a apenas una manzana nos encontramos con otra de las joyas modernistas de la ciudad: la plaza de toros de La Monumental. Sin embargo, como de lo que se trata es de conocer el entorno y estos dos iconos de Barcelona, de desconocidos poco, nos pararemos en la propia plaza desde la cual se puede apreciar Balcones de Barcelona. Se trata de la plaza Pablo Neruda: una plaza tranquila pese a la polémica que suscitó su creación, o más bien, su denominación. Balcones de Barcelona realmente no se encontraba en la plaza Pablo Neruda hasta 2017. No es que este ejemplo de street art en Barcelona haya cambiado de lugar, sino que el triángulo de dos islas que hoy conforma la plaza Pablo Neruda, estuvo dividido en dos plazas hasta ese año, siendo el sector más cercano al Grupo Escolar Ramón Llull (otra de las joyas monumentales que nos encontramos en la zona) el que se denominaba como el poeta chileno. El sector que quedaba del lado de Balcones de Barcelona se denominaba plaza de la Hispanidad desde 1984, año en el que se materializaba una nomenclatura que se reivindicaba nada más y nada menos que desde 1952. ¿Qué motivaba esta fecha y esta reivindicación? La celebración del XXXV Congreso Eucarístico, que tuvo en la cercana Sagrada Familia uno de sus escenarios principales. Precisamente esa cercanía ya produjo su reforma antes que la de Maragall, ya que por entonces era un descampado ocupado por un asentamiento gitano. Tal como sucediera con el barrio de Congrès, la celebración religiosa consiguió adecentar este espacio aún sin nombre al no tener ocupación ni residencial, ni comercial. La constante amenaza de acabar como un aparcamiento de autocares para la Sagrada Familia motivó esta no mención en el nomenclátor, hasta que finalmente en 1984 se oficializara como tal. La duplicidad de nombres para, de facto, un mismo espacio y el hecho que la de Pablo Neruda, careciera de servicios que la hicieran mencionable, produjo que a petición de los grupos políticos BComú, PSC, CiU, ERC y la CUP, se diera fin a esta duplicidad en 2017 dentro de una política local de cambios de nomenclaturas «polémicas». Desde entonces la anteriormente conocida como plaza de la Hispanidad es la plaza Pablo Neruda, a secas. En ella nos encontramos unos jardines y dos bloques de edificios, siendo uno de ellos el que luce Balcones de Barcelona. Como última curiosidad, de esta plaza surge el carrer dels Enamorats, que en su último tramo, ya en el barrio de Camp de l’Arpa, luce la falsa oca de Sant Martí. |
Mural Tintorers
Precisamente siguiendo el carrer Enamorats hasta su intersección con el carrer Cartagena y Aragó, podremos llegar a la segunda de las paradas de esta ruta del street art en Barcelona.
Se trata del mural Tintorers, que referencia a un estilo muy en boga en el street art en Barcelona: la decoración de persianas y fachadas comerciales.
Así, nos encontramos ante una iniciativa privada, sin apoyo de instituciones locales, pero igualmente representativa del espíritu de estas rutas: decorar y dar visibilidad aquello que antes disimulábamos o escondíamos. En este caso el cerramiento de un local comercial.
Podemos encontrar hasta 24 ejemplos de esta expresión de street art en Barcelona en el Mercat de Sants, donde su Asociación de Comerciantes promovió la decoración de las persianas de los paradistas con motivos que evoquen la historia del barrio.
El valor artístico de este mural reside en el peculiar y expresivo arte de su autor, el londinense Sebastien Waknine: un popular grafitero que ya nos ha dejado otros ejemplos de street art en Barcelona en el parc de les Tres Xemeneies.
Waknine es característico del art brut: un movimiento ecléctico característico por la falta de criterio estilístico y sin pretensión por adherirse a algún tipo de corriente, también denominado popularmente como arte marginal.
Qué ver en los alrededores En el barrio de Sagrada Familia podemos encontrar hasta 20 pasajes: pequeñas calles que atraviesan la rígida cuadrícula del plan Cerdà, convirtiéndose así en auténticos oasis dentro de la densa trama urbana en la que el Eixample acabó convirtiéndose por gracia y obra de la especulación y nefastos alcaldes como Porcioles. ¿A qué se debe que esta sea la zona del Eixample que más pasajes concentra? A que estos pasajes son el testimonio de la antigua aldea de «El Poblet»: una concentración de casas agrícolas que se situaban en la frontera con la villa de Sant Martí de Provençals y que fueron poco a poco absorbidas por el nuevo trazado urbano. El Poblet fue el lugar seleccionado en 1882 para construir un templo expiatorio que, como primigenio ejemplo gentrificador, acabó llevándose por delante la idiosincrasia de una aldea ya de pleno derecho barcelonesa a partir de 1897. Tal fue la importancia que fue cobrando el templo que llegó incluso a borrar el nombre del barrio, desde entonces también conocido como Sagrada Familia. Y es que hasta aquí llegaba la cuadrícula de Cerdà, lo cual suponía el derribo de las casas rurales que lo formaban. Tales fueron las protestas que, a falta de un plan de reubicación aceptable, se determinó que el Eixample llegaría hasta El Poblet, pero no llevándoselo por delante, sino integrándolo dentro del espacio que dejaban libres las propias manzanas en su interior. Es así como en el barrio de Sagrada Familia es común que nos encontremos casi a cada manzana con un pasaje que la atraviesa, no siempre de forma regular y con edificios que acumulan la centena, como es el caso de la Escuela Municipal del pasaje Centelles, en pie desde 1906 como reza su modernista moldura. |
Mural de la Gent Gran
Seguimos nuestra ruta del street art en Barcelona abordando el carrer València hasta su cruce con la Meridiana. Tras apreciar cómo esta antigua autopista urbana se ha ido convirtiendo poco a poco en un bulevar digno de la Barcelona burguesa en su extrarradio, la subimos hasta el cruce con el carrer Trinxant, donde nos espera en el barrio de Camp de l’Arpa el Mural de la Gent Gran.
Se trata de un mural realizado en 2021 de forma conjunta por Elisa Capdevila y Miquel Wert, con el patrocinio el Consell Assessor de la Gent Gran. En ese año la asociación a favor del bienestar de la tercera edad cumplía 30 años de actividad, y como comienza a ser común en una ciudad donde el street art es cada vez más presente, este mural fue la forma de conmemorarlo.
La obra está compuesta por un tríptico en el que se aluden a tres escenas propias de la vejez: la asistencia médica, las actividades recreativas y la reivindicación por la mejora de condiciones.
Qué ver en los alrededores El barrio de Navas oculta toda una curiosidad: la única iglesia ortodoxa rumana de la ciudad. Para llegar a ella no tenemos más que subir el carrer Trinxant hasta su confluencia con el carrer de Sant Antoni María Claret. La parroquia ortodoxa de Sant Jordi cuenta apenas con dos décadas de historia. Promovida por la comunidad romaní en 2001, crea su propio templo en 2011 en el estilo propio de la región de Valaquia, lo cual otorga al edificio un estilo singular y único en la ciudad. Eso no quita para que, al perfil característico de las iglesias ortodoxas (de planta cuadrada y coronadas con cimborrios o torres de considerable altura), se le sume elementos típicos de la arquitectura catalana, como las galerías porticadas o el uso de la volta catalana |
Mural Panoramas
Seguimos en busca del carrer Aragó, que a la altura de la Rambleta del Clot resurge convertido en la Rambla de Guipúzcoa. A la altura del cruce de ésta con el carrer Selva de Mar nos encontramos con el Centro Cívico de Sant Martí, en cuya medianera encontramos la cuarta de las obras de esta ruta.
Se trata del mural Panoramas, realizado en 2015 por el artista cubano Jorge Rodríguez-Gerada dentro del festival Open Walls, que ya dejó notables obras reseñadas en la ruta montaña de este paseo por el street art en Barcelona.
En la fachada interior de este espacio de encuentro local nos encontramos con un enorme retrato femenino de, nada más y nada menos que de 280 metros cuadrados. ¿Y de qué mujer se trata? De ninguna y, a la vez, de todas las que conviven en el barrio.
¿Cómo es posible este «gato de Schrödinger»? A que el rostro de esta mujer no existe: está elaborado a partir de la yuxtaposición de las facciones de 10 vecinas y usuarias del centro cívico. Un homenaje a la participación de las mujeres de Sant Martí en el tejido sociocultural del barrio.
Qué ver en los alrededores El homenaje al tejido sociocultural de Sant Martí que supone el mural Panorama, está más que justificado por la enorme actividad que, concretamente, este eje del barrio disfruta. Así, a pocos metros de este Centro Cívico de notable tamaño, nos encontramos con el Auditorio Sant Martí, y con mayor espectacularidad, la mejor biblioteca del mundo de 2023: la biblioteca García Márquez. Con 3.300 m² de superficie útil, esta obra de SUMA Arquitectos es una de las bibliotecas más grandes de la ciudad, y su espectacular diseño al que añadir las comodidades en su interior, ha supuesto que haya sido rebautizada con el sobrenombre del «Guggenheim de la Verneda», por el carácter dinamizador y revitalizador que ha supuesto para el barrio su construcción. Otro motivo para acercarse a este rincón de Sant Martí es para fotografiar un nuevo icono que desde octubre de 2023 luce frente a la biblioteca: el semáforo de Mortadelo y Filemón, que homenajea al creador de estos dos entrañables personajes de cómic, Francisco Ibáñez, cuya vivienda y estudio se encontraba a escasos metros de este cruce del carrer Concili de Trento con el carrer del Treball. |
Mural fotográfico de la Vía Trajana
Seguimos camino al Besòs en línea recta a través de la Rambla de Guipúzcoa. Al poco de cruzar la Rambla Prim nos espera la quinta parada de la ruta, que nos remite a una de las obras más emblemáticas de la ruta que abordamos en el lado mar, concretamente a «El Mon Neix a cada Besada«.
La reinterpretación que desde el barrio de la Vía Trajana hacen de la exitosa obra de Fontcuberta tiene aún más de significativo, ya que a través de 3.000 fotografías reconstruyen la imagen de un patio de vecinos como los que hace décadas formaban parte de la idiosincrasia del barrio.
Cada una de las 3.000 imágenes que forman el mosaico representan momentos concretos del barrio, así como sus gentes, suponiendo una magnífica representación de la historia particular y colectiva de este rincón de la Barcelona del Besòs, que dando forma a este patio de vecinos recuerda el carácter colectivo y de vida comunitaria que les representa.
Precisamente de esa vida comunitaria surgió la idea de este mural, cuando durante el confinamiento, surgió una red vecinal para dar apoyo y ayudar a quienes estaban pasando mayores dificultades por la crisis del COVID.
A través de una página de Facebook mediante la cual se organizaban para ello, se propuso algún tipo de reconocimiento colectivo a esta fraternidad vecinal, recogiendo el guante tanto la Asociación Casals Comunitaris, como el colectivo artístico La Matrioska, con sede en el barrio.
Ambos grupos se encargaron de recolectar, clasificar y ordenar las fotografías para dar forma al patio vecinal, que finalmente fue montado a principios de 2022 en la Vía Trajana, ocupando una pared de 10 x 3,5 metros de tamaño.
Qué ver en los alrededores Los barrios del Besòs nos pueden parecer el último reducto donde encontrar muestras potentes de arte contemporáneo. El fenómeno gentrificador dicta que, a medida que nos alejemos del centro, menos probable es encontrar un museo o una pieza de arte digna del Port Olímpic u otro espacio más glamuroso que los bloques de ladrillo y hormigón de la periferia. Lejos de esta realidad, en pleno barrio de La Pau nos encontramos con el Edifici Piramidón: una antigua mole de 17 pisos de los años 70 destinado en un principio a, como todo el barrio en sí, alojar a la ola migratoria proveniente del sur del país. Tras años de abandono, en 1990 resurge como centro de arte contemporáneo y espacio de creación artística, por donde han pasado influyentes creadores como Tom Carr, Jordi Cano, Gino Rubert o Carlos Pazos. El nombre de Piramidón le viene de un medicamento analgésico muy popular en los años 60, recordando su aspecto a la caja que los contenía. No es esta la única muestra de que el arte contemporáneo reside en La Pau – Verneda: en el camino que hemos recorrido por Rambla Guipúzcoa hasta llegar a este punto, nos ha acompañado desde Bac de Roda una línea de acero inoxidable formando curvas. Se trata de La Línia de la Verneda: una muestra de arte público que relata la historia del barrio de forma lineal simbólica desde una A (en Bac de Roda) hasta la B, en el paseo de Extremadura, donde acaba el barrio. |
Anacronismos
Seguimos la Rambla Guipúzcoa hasta verla morir ya en la frontera con Sant Adrià del Besòs, donde convertida en la avinguda Pi i Margall nos permite acceder a la otra orilla del río a través del pont dels Passadors.
Un detalle que no nos debe pasar desapercibido en la sexta de las paradas de esta ruta, que por segunda vez (tras L’Hospitalet en la correspondiente al lado Llobregat) nos introduce a las afueras de Barcelona. Este hito lo merece el mural llamado Anacronismos, donde una pared de la antigua fábrica Polydor repasa la historia migratoria de Sant Adrià.
Este mural en blanco y negro que recorre toda la fachada de la Polydor, tiene como principal protagonista a uno de los personajes que da nombre al puente que recién hemos cruzado: el pasador, que no era otro que el encargado de ayudar a la población a cruzar el río en tiempos en los que estos puentes no existían.
A este le acompañan otras referencias a la joven historia de Sant Adrià, como el popular biscuter, el tren conocido como «el Sevillano», la propia fábrica cuando estaba en plena actividad y diferentes pasajes de este rincón del Barcelonés crecido a base de la migración.
Qué ver en los alrededores La recuperación de los márgenes del Besòs ha sido uno de los proyectos más revitalizantes para la zona, por la que a nadie se le ocurriría pasear en tiempos en los que no era más que un fanguizal rodeado de autovías y nudos circulatorios. 9 kilómetros de paseo fluvial que han trasformado lo que era la cloaca de la industria de la zona en un pulmón verde compartido por cuatro localidades. Como expresión de este cambio, a lo largo del paseo que va desde la confluencia del Besòs con el Ripoll en Montcada, hasta la desembocadura en el Mediterráneo podemos encontrar numerosas muestras de arte urbano, como el Mural de la Biodiversidad, que representa a las aves que nidifican en este espacio o, aunque ligeramente fuera de sus márgenes, el de la CIBA: una antigua fábrica convertida hoy en día en Centro de Recursos para Mujeres y Espacio Feminista. Sus paredes representan esta voluntad con la imaginería de mujeres en pose de empoderamiento. Aunque quizás lo más llamativo de este paseo es el puente de Can Peixauet: la muestra más contemporánea de construcción en este espacio a pesar de datar de 1992, momento en el que el equipo formado por Juan José Arenas y Marcos Pantaleón dieron forma a este puente atirantado con cierta inspiración en el del V Centenario de Sevilla y el de La Salve de Bilbao. |
El Bosc Encantat
El street art en Barcelona, tal como hemos podido ver en todos los ejemplos que inspiraron el Barcelona Posa’t Guapa, tiene en la mayoría de los casos como sentido sacar lo bello dentro de lo tremendamente antiestético, y quizás no haya rincón más antiestético en Sant Adrià que el entorno de la C-31.
Nos dirigimos hacia ésta bajando desde la Polydor por el carrer de Ricart, en cuyo final nos espera el entramado de carriles que recorre el Maresme y, en cuyos bajos, se ha realizado la instalación artística «el bosc encantat».
El Bosc Encantat no es más que la decoración llamativa en vivos colores de las 400 columnas que sujetan el hormigón de la C-31, cuya presencia en la ciudad convertía la zona en un espacio gris y desangelado que para nada invita al paseo.
Es por ello por lo que en 2016, por iniciativa del Ayuntamiento de Sant Adrià y en colaboración con la asociación local El Generador, se convocaron a numerosos artistas de diferentes estilos y procedencias para dar vida a estas columnas, acción comisariada por los artistas Zosen y Juanki.
Qué ver en los alrededores Hablar de Sant Adrià del Besòs es hablar de les Tres Xemeneies. Resulta paradigmático como una vasta construcción industrial se ha convertido en todo un símbolo y en un monumento a la altura de una obra catedralicia para una ciudad, pero es imposible concebir el perfil urbanístico de Sant Adrià sin las, por otra parte, estilizadas siluetas de las tres chimeneas de la antigua central térmica. Su considerable altura, visible desde incluso municipios del Maresme más allá de Mataró, han convertido a esta construcción de la FECSA finalizada en 1976 en un orgulloso patrimonio de la ciudad, que en referéndum decidió en 2008 salvarla de la piqueta una vez abandonó su actividad |
Mural participativo del Besòs y el Maresme
Para la siguiente parada nos toca volver a la orilla Barcelonesa del Besòs tras esta breve introducción en Sant Adrià. Para hacerlo por la vía más corta nos tocará transitar por la cara menos amable de la zona, lo que incluye el nudo de la C-31 y el barrio de la Mina, que sin ser lo que era décadas atrás, no es un reclamo de por sí atraversalo en su totalidad.
Por ello, sugerimos que para alcanzar la Rambla Prim, lo hagamos o bien a través del nuevo barrio surgido al calor del nuevo campus universitario del Besòs y después a través de las lujosas residencias de la última fase de Diagonal – Mar, o directamente desde la recuperada desembocadura del Besòs y el Fòrum.
Elijamos la vía que elijamos, en la zona occidental del barrio de la Mina nos espera el mural participativo del Besòs y el Maresme, que no es otra cosa que el hermano menor de una obra ya conocida en esta ruta: el mural de la Vía Trajana.
Visto el éxito de la creación del de La Pau – Verneda, los mismos colectivos implicados quisieron repetir la acción en un vecindario de similares características, en el que fundir las historias de los habitantes del barrio del Besòs – El Maresme.
Es así como en marzo de 2023 se inauguró un mural de 25 metros compuesto también por 3.000 imágenes que recuerdan el pasado del barrio y a sus habitantes. Un mural inaugurado en un lugar tan simbólico para el encuentro vecinal como lo es la plazoleta situada entre el Comedor Solidario Gregal y la Asociación de Vecinos y Vecinas del Besòs.
Qué ver en los alrededores Estamos en una zona de Barcelona muy paradigmática, donde según a qué orilla miremos, podemos encontrarnos o bien viviendas comunales fruto del desarrollismo de los años 60 y 70, sin apenas comodidades y lujos; o bien elegantes torres residenciales de millonario coste. Este ecléctico y desigual paisaje es fruto del proyecto urbanístico que desató el Fòrum de las Culturas: una pseudoexpo que pasó sin pena ni gloria en la memoria colectiva pero que, sin embargo como tanto gusta en esta ciudad, sirvió para remodelar y transformar toda una zona a base de pelotazo urbanístico y grandilocuentes obras. Como recuerdo de este festín constructor nos quedan emblemas como la pérgola fotovoltaica, que con el tamaño de un estadio de fútbol (4.000 m2) es visible desde una distancia 30 kilómetros, el Parc Diagonal Mar, el Museu Blau, gran cantidad de hoteles con formas vanguardistas o el tándem a modo de puerta al recinto que forman los edificios Diagonal Zero y Antares. Mientras tanto, el humilde barrio de la Mina se beneficia de todas estas infraestructuras aún en la sombra, cada vez mayor debido a que su frente litoral está ahora ocupado por elegantes viviendas. Un barrio que sigue enfrentándose décadas después de su construcción al estigma de lo quinqui. |
Mural del Comedor Solidario Gregal
No nos vamos muy lejos de esta parada para la siguiente, situada a escasos metros. Se trata del Mural del Comedor Solidario Gregal, realizado por un viejo conocido de estas rutas del street art en Barcelona: Roc Blackblock.
Este mural representa el trabajo de la Cooperativa Gregal: una de la asociaciones más implicadas en el desarrollo y bienestar de los vecinos del barrio del Besòs – Maresme desde su fundación en los años 60 y, que desde el año 2012, se organiza bajo la autogestión para ofrecer hasta 250 comidas diarias a los más necesitados de la zona a través de este comedor.
El mural, con los colores y el estilo característico de Blackblock, refleja la lucha de vecinas como las hermanas Merche y Montse Rodríguez, que fueron las encargadas de abrir la primigenia cocina del comedor social al ver a sus propias vecinas recoger comida de los contenedores.
Qué ver en los alrededores Si en la anterior parada hacíamos referencia al Fòrum, es de obligada necesidad ante el mural de Blackblock hacer referencia a lo que primigeniamente eran estas tierras: el Camp de la Bota. Unas tierras que, para que no caigan en el olvido, cuentan desde 2019 con el «Parapeto de las ejecutadas y ejecutados, 1939-1952», una obra de Francesc Abad de 55 metros de largo y 3,5 de alto que incluye el nombre de todos los ejecutados en la ciudad. Este ejercicio de memoria histórica no es casual que se realice en plena plaza del Fòrum, ya que antes incluso de que se alzaran los edificios de La Mina, en estos terrenos se encontraba un asentamiento chabolista en el lugar en el que la dictadura franquista mandaba fusilar a los contrarios al régimen. Trágicamente, en el lugar en el que hoy luce un lujoso puerto y se celebran múltiples conciertos y festivales a lo largo del año, miles de barceloneses fallecieron a manos del fascismo, muchos de los cuales forman parte de los 1.706 nombres y apellidos que figuran en este memorial. |
Mural de la Rosalía
Con apenas un lustro de carrera musical y tres discos en el mercado, la Rosalía no solo cuenta con el reconocimiento mundial por su música, sino también el cariño de su ciudad adoptiva en forma de no uno, sino dos murales en su honor.
El primero de ellos fue el punto y final del recorrido por el street art en Barcelona lado Llobregat, a cargo del artista urbano Uriginal en Creu Coberta. El segundo lo encontramos en las entrañas del Fòrum.
Para acceder a él debemos finalizar Rambla Prim y bordear el Museu Blau, que nos llevará al parc del Camp de la Bota, donde tras un bar terraza con forma de autobús londinense encontramos el espacio donde se sitúan los escenarios principales del Primavera Sound y, junto a este algo escondido, el homenaje a la de San Esteve Sesrovires.
Este mural se creó a iniciativa del espacio Play Now BCN: un lugar recreativo patrocinado por Nike en 2021 en el que practicar deportes al aire libre. El diseño pertenece a la ilustradora Mabel Esteban.
Qué ver en los alrededores Este espacio se encuentra bajo el mirador M: 8 hectáreas de hormigón ganadas al mar destinadas a albergar un zoológico marino. ¿Y por qué a 2023 no encontramos más que espacio yermo y apocalíptico únicamente usado para algún que otro mercadillo y el fin de semana que dura el Primavera Sound? Esta vez, la culpa no debemos echársela al despropósito (si no eres constructor) del Fòrum de las Culturas de 2004, sino a un proyecto aún más primigenio de 1994 por el cual el alcalde olímpico Maragall, aún de resaca por los sucesos del 92, quiso un segundo zoo para la ciudad en esta zona, por aquel entonces aún más degradada. Este proyecto, tal como nos cuenta magníficamente el divulgador y experto en estudios urbanos Erik Harley en su recomendable libro «Pormishuevismo: rutas por la España del ladrillo«, fue de carpeta en carpeta, de alcalde a alcalde hasta que se desencalló en 2005, con la llegada del permiso ministerial de Medio Ambiente. Así, tan solo dos años después y con Jordi Hereu como alcalde, comenzaron las obras que costaron cerca de 29 millones y consistieron básicamente en cimentar el mar, creando una plataforma de hormigón lo suficientemente resistente como para albergar el zoo. Llegó 2008 y, con él, la archiconocida crisis del ladrillo, lo cual desembocó en el carpetazo definitivo al proyecto. ¿Y por qué no se ha reutilizado el terreno ganado al mar para otro uso que mejore la estética de una inmensa explanada de hormigón? Porque precisamente al ser terreno sobre el mar, no pertenece al Ayuntamiento, sino a Medio Ambiente, que concedió el permiso exclusivamente para su uso como zoo y, por tanto, solo se puede construir en él hasta 2035 para esta finalidad. Así, ante la cuestión planteada de qué ver en los alrededores del mural de Rosalía, la respuesta es uno más de los tantos despropósitos que la historia del pelotazo constructivo ha dejado para este país: un mirador cuyas vistas son 80.000 metros cuadrados de la absoluta y grisácea nada. |
Mural del Cómic
De la orgía urbanística que supone el Fòrum y sus alrededores, pasamos al Poblenou más clásico y tradicional: el de la industria y la producción fabril.
Para la siguiente parada de la ruta del street art en Barcelona tomamos Diagonal arriba hasta llegar a su confluencia con el carrer Fluvià, donde se encuentra el antiguo almacén de la histórica editorial Norma.
En la fachada principal podemos ver ocupando su totalidad, diferentes motivos dibujados por el ilustrador e historietista Daniel Torres, que aluden a la creación de viñetas.
Una obra que, desde 2011, nos recuerda que este rincón de Poblenou fue protagonista durante décadas de la tradición editorial barcelonesa, donde a cada barrio encontrábamos ejemplos como la Bruguera o la Sopena.
Qué ver en los alrededores El parc del Centre del Poblenou es el ejemplo perfecto cuando a una simple necesidad local, más espacios verdes, se le suma el ego de un arquitecto del star system. En este caso el de Jean Nouvel, nada más y nada menos que el autor de la cercana Torre Glòries. Pese a que por ello, pueda parecernos por momentos el escenario perfecto para un anuncio de coches más que para dar respiro a la densidad del barrio, no debemos restarle el valor arquitectónico y visual de este pulmón de 55.600 m2 creado en 2008, en el que las diferentes especies vegetales conviven con elementos y estructuras de acero que juegan con los volúmenes y la integración con las propias plantas. De todos estos elementos, destaca la pérgola que permite que el carrer Espronceda irrumpa en el trazado triangular del parque sin ser del todo invasivo, así como la antigua chimenea de la fábrica Buigas i Samsó o las naves rehabilitadas como espacio MUHBA de los talleres Oliva Artés. |
«La Pilila»
… También conocida de forma más academicista como «La Columna Clásica».
No nos vamos muy lejos del Parc del Centre de Poblenou. De hecho, solo tenemos que cruzar hacia el cercano Can Ricart para apreciar en una de las medianeras de los edificios que lo colindan la siguiente obra de street art en Barcelona que reseñamos.
Una obra que si no conocemos su contexto o, si acaso, su nombre oficial, poco nos dice más allá de su belleza estética y perfecta realización: toda una columna dórica sin más fondo, escenario, sin más que destacar que su tamaño, bien visible desde el parc que ideó Jean Nouvel.
Este detalle no nos debe pasar desapercibido, ya que es a Nouvel precisamente a quien confronta esta, aparentemente inofensiva, columna clásica. Como creador del gran falo que es la torre Glóries, esta columna nos invita a reflexionar sobre la megalómana tendencia masculina, pretendida o no, a plantar enormes representaciones varoniles a lo largo de la ciudad.
Así, «Pilila» es la respuesta irónica del artista valenciano Escif, a la pretendida creencia de Nouvel de que traguemos con su lectura sobre las formas de la torre Glóries, de la cual llegó a afirmar que representaba un geiser, la Sagrada Familia o las montañas de Montserrat, sin referirse a lo que todos vemos: una p*lla como una olla.
Recordándonos que el uso de lo fálico como elemento arquitectónico no es ninguna novedad, Escif plantó su particular «pilila» en el marco de la celebración del Open Walls 2014.
Qué ver en los alrededores «La Pilila» de Escif se asoma desde el edificio contiguo a Can Ricart, el que es el conjunto industrial más notable (junto a Can Batlló y Fabra i Coats) de los conservados en Barcelona. Se trata de los restos de la antigua fábrica de estampación de algodón de Jaume Ricart i Guitard, que se instaló en este rincón de Poblenou en 1853. Tal es su tamaño y riqueza de elementos y construcciones industriales, que ha sido calificado como bien de interés cultural. Todo ello a pesar de acumular décadas de abandono e inactividad hasta que a mediados de la década pasada, aprovechando el impulso de la reconversión de Can Batlló, comenzó a plantearse su uso dentro del tejido empresarial que el nuevo distrito del 22@ estaba respaldando. Es así como se creó el Espai Hangar: un lugar de creación artística y residencia de productores culturales que viene a revitalizar el espacio, que aún así cuenta con naves vacías a la espera de nuevos usos. |
Murales de la Fábrica de Creación de La Escocesa
Que a Poblenou se le conociera con el manido y casposo apodo de «la Manchester» del sur de Europa no es algo casual. A pocos metros de los restos inertes de Can Ricart nos encontramos con «La Escocesa»: una antigua fábrica de cortinas y encajes cuyo nombre original era «Johnston, Shields & Company».
Al ser Shields escocés, la analogía ya estaba hecha y se denominó «La Escocesa», establecida en este punto del Poblenou desde 1894 y en activo hasta 1998, lo cual permitió que ante su inminente abandono, se pudieran aplicar políticas de uso cultural, mucho más en boga cerca del nuevo milenio que en años inmediatamente postfranquistas.
Esto facultó que en 2006 se reabriera como fábrica de creación artística, con especial predilección por fomentar el desarrollo del street art en Barcelona, con residencias que permitieron que artistas como Zosen, Smithe, Seher One, GR170, Spok Brillor, Franco Fasoli o Never 2501, desarrollaran el género y le dieran visibilidad.
De hecho, el propio Zosen fue el encargado en 2019 de la obra muralista que nos ocupa: un enorme grafiti que decora la fachada que da al carrer Pere IV en sus característicos colores vivos sobre fondo negro.
Con esta obra, Zosen nos quiere recordar el sentido de este espacio de creación y la vitalidad que de él se desprende.
Qué ver en los alrededores Dentro de ese ambiente grisáceo e industrial de «Manchester» (perdón por repetir la analogía) que predominaba en la zona, dentro de ese paisaje fabril con numerosas naves no solo de la Can Ricart o la Escocesa, sino también de la Tallada i Lora, de la Ca l’Alier, de las Sederías Pagès i Capara, de la Colores Hispania y otros tantos ejemplos que encontramos en los alrededores, destaca incluso a día de hoy que el Poblenou se ha acristalado y hormigonado, la estilizada figura de lo que parece una iglesia con aires medievales. Se trata del Sagrat Cor: un templo neoclásico que pese a emular a los de antaño, apenas cuenta con la centuria de edad, siendo levantado en la década de los 20 del siglo pasado. La construcción de esta rara avis, que ni corresponde su estilo a su tiempo ni al entorno, responde a la necesidad de la Barcelona eclesiástica de recuperar el control de la población obrera tras los hechos de la Semana Trágica, que acabaron con multitud de templos reducidos a cenizas. Es así como con el patrocinio del propio obispo de Barcelona, se levantó esta iglesia en el creciente barrio obrero de Poblenou, con el atractivo estético y artístico de cualquier otra situada en una zona más noble de la capital, al que sumar la cotizada firma del arquitecto Enric Sagnier. |
Murales en las paradas del Tranvía: Sant Martí de Provençals
El street art en Barcelona tiene numerosas formas de expresarse, siendo sus lienzos no únicamente medianeras o muros vacíos. Con esta premisa, nos dirigimos a la siguiente parada, para lo cual debemos dirigirnos a Gran Vía, donde en el cruce con el carrer de Josep Pla nos espera la parada del Trambesòs.
Esta parada, correspondiente a la estación del TramBesòs de Sant Martí de Provençals (T5 y T6), formó parte junto a la siguiente, que también es parada en nuestra ruta por el street art en Barcelona (correspondiente a Espronceda), del proyecto comisariado por la productora de arte urbano Rebobinart denominado como «Art al TRAM».
Este proyecto desarrollado en estos casos en 2022, tenía como finalidad acercar el street art en Barcelona a espacios de tránsito, en el que los usuarios apenas se paran a apreciar su entorno.
Es partiendo de esta premisa como la artista Elisa Capdevila quiso homenajear a los usuarios del tranvía mediante un mural en el que los representa en todas sus formas posibles: con diferentes cuerpos, formas de vestir, estilos de vida, etnias, edades y actitudes de espera.
Qué ver en los alrededores El street art en Barcelona no siempre se materializa en obras de potencia visual que, ya sean realistas o abstractas, pueden llamar notablemente nuestra atención. En ocasiones el street art, como extensión del arte más tradicional (el que tiene cabida en los museos), tiene más de mensaje que de estética, más de pretensión que de explicitud. Un ejemplo de ello lo encontramos en la cercana Plaza de la Palmera de Sant Martí, donde el prestigioso escultor minimalista Richard Serra va a instalar en 1984, momento en el que se crea la plaza, la obra «el muro», que consiste en, ¡oh sorpresa!, dos muros separados de hormigón armado blanco, de 3 metros de altura que describen un gran arco de circunferencia… y ya está. Dos muros blancos, ya está. Es este minimalismo reducido a su máxima expresión por los que los propios usuarios de la plaza ni siquiera son conocedores que están ante la obra del que es considerado como uno de los mejores escultores contemporáneos, premio Principe de Asturias de las Artes en 2010 y con obras expuestas en medio mundo. Estos usuarios quizás aprecien con más cariño la chimenea que da testimonio que en esa plaza se encontraba otra de las tantísimas industrias que tuvo Sant Martí, en este caso la de la fábrica de tintados textiles Can Mas y de bidones Ballester. Era en la puerta de esta última donde se encontraba la palmera que da nombre a la plaza. |
Murales en las paradas del Tranvía: Espronceda
Solo debemos tomar el tranvía (o seguirlo, es una única parada) dirección Glòries para descubrir el siguiente de los murales realizados dentro del proyecto «Art al TRAM».
En el caso de la parada de Gran Vía con Espronceda, el artista multidisciplinar Kenor escapó del realismo de la intervención de Capdevila para trabajar la abstracción en su mural, del cual nos habla sobre la conexión, movimiento y deformación de las imágenes.
Una combinación de geometrías rotas por líneas que pretende ser la representación de sonidos, movimientos y ritmos de la agitada vida urbana de los propios usuarios del TRAM.
Qué ver en los alrededores ¿Queda algo del Sant Martí industrial del que tanto se ha presumido? Las antiguas chimeneas que, con tan buen gusto, se han indultado a lo largo de toda Barcelona dan testigo que así fue, que Poblenou fue el prolífico «Manchester» del sur. Pero que al igual que esta ciudad tuvo que reconvertirse, también le tocó a este ahora distrito. Aún así, cerca del propio Can Ricart podemos encontrar algo de la actividad fabril que tanto hacía humear al barrio en el siglo XIX y XX. Concretamente en la confluencia del carrer Bilbao con Perú nos encontramos con un edificio racionalista, del estilo propio de las industrias de mediados del s. XX que, aunque sin la magnificencia de las chimeneas de sus predecesores, guardan cierto regusto arquitectónico de cuando en España no había ni para pintar las fachadas. Hablamos de la fábrica Frigo, la que tantas alegrías ha dado a la juventud desde su creación en 1927 bajo el nombre de «Industrias Frigoríficas de Alimentación». Aunque la marca que hoy opera bajo la multinacional Unilever, dejó de producir aquí en 2008, cogió el testigo una empresa igualmente conocida en el mundo heladero barcelonés: Farggi, que mantiene la producción a día de hoy desde esta calle. Si la robustez de las formas de la Frigo no nos termina de convencer estéticamente, muy cerca de allí, en el mismo carrer Perú, se encuentra el Vapor la Llana, también conocido como Can Jaumandreu, que, esta vez sí, cumple con la estética fabril de ladrillo visto y chimenea imponente que tanto nos gusta. Hoy en día este conjunto se usa como campus de humanidades y ciencias sociales de la Universitat de Barcelona. |
Mural antirracista
La ruta del street art en Barcelona lado Besòs llega a su fin, y qué mejor como última parada que una obra expresivamente antirracista, como es el caso de la que plasmó el artista Conse en el parc del Clot, dentro de las jornadas «Ciutat sense Racisme» celebradas en 2022.
El sentir antirracista no solo se entiende por el nombre elegido para el mural (demasiado obvio para ello) sino en lo que muestra, que no es otra cosa que una mujer de la etnia bereber.
Con ello, Conse no reduce el sufrimiento del estigma solo a una raza concreta, a un color de piel, a una cultura diferente, sino a un colectivo invisibilizado y desconocido como lo son los bereberes: una comunidad originaria del Norte de África compuesta por cerca de 30 millones de personas y, aún así, difícilmente reconocible como etnia propia entre la población general.
Por otra parte, las mujeres bereberes son características por, dentro de la consideración de la mujer en la cultura africana, su empoderamiento y afán por participar dentro de su cultura y hacerla extensible más allá de sus fronteras.
Un punto y final que sirve como resumen de lo que es el street art en Barcelona: mucho más que decorar muros, sino también derribarlos, ya sea desde la perspectiva cultural, social o estética.
Qué ver en los alrededores Como el parc del Clot ya lo hemos visitado en más de una ocasión, nos saldremos de éste y cruzaremos Gran Vía para dirigirnos a un espacio eminentemente contemporáneo, pero surgido de una de las más clásicas industrias de la zona. Hablamos del Centro Comercial Glòries, que gracias a su reciente y vitalista reforma, con una amplia decoración a manos del querido Javier Mariscal, ha recuperado el esplendor de una zona que ha sido el dolor de cabeza de alcaldes y empresarios que no sabían cómo revitalizar la plaza. De estos dolores de cabeza surgió el primigenio centro comercial, inaugurado en 1995 y con la explícita misión de recuperar la denostada plaza Glòries desde los terrenos que habían ocupado hasta entonces la mítica Hispano Olivetti. De esta emblemática fábrica se conservan los edificios, remodelados, que dan a Gran Vía. |
El Street Art en Barcelona en 1997
A lo largo de esta ruta, sobre todo en su tramo final, hemos podido apreciar cómo barrios como Poblenou se debaten entre la modernización de sus instalaciones, y la gentrificación que un lavado de cara profundo puede traer a zonas clásicamente obreras.
La conservación y recuperación de espacios como la Escocesa o Can Ricart, con intervenciones que respetan la historia y el entorno, permiten que esta nuevas batalla de la Barcelona del s. XXI que supone evitar la excesiva revalorización de los entornos que comporta un aumento de precios y la expulsión de los vecinos y el tejido comercial tradicional, se libre a favor de éstos últimos.
No obstante, conviene aprovechar el paso de esta ruta del street art en Barcelona por el carrer Pere IV para comparar su estado respecto a dos décadas y media atrás, cuando la cantante australiana Natalie Imbruglia (la que nos taladró hasta la saciedad con su «kissefeemero» Torn), lo recorrió junto a otras localizaciones como el carrer Llull o la Zona Franca en el videoclip de su canción Big Mistake.
En el video, además de una estelada pintada sobre la pared justo al comienzo, apreciamos un Poblenou aún ampliamente industrializado y obrero, donde la sombra del 22@ y sus estilizados edificios quedaba alejada por un aire entre lo decadente y lo genuino, que nadie dice que sea mejor o peor.