El proyecto Barcelona Posa’t Guapa tenía como finalidad traer el esplendor olímpico a la Barcelona de los barrios. La tercera de las rutas inspiradas en este proyecto transformador nos lleva a Sant Gervasi, Nou Barris y Sant Andreu, barrios donde la acción muralista ha sido muy activa en los últimos años para representar la memoria de los barrios y su acción popular.
La tercera de las rutas inspirada ese proyecto transformador que supuso el Barcelona Posa’t Guapa preolímpico, ya poco tiene del proyecto original, aunque sigue siendo deudor de quienes decidieron que las cicatrices de la ciudad en forma de medianeras, se podían disimular e incluso reivindicar. Barcelona Posa’t Guapa nos enseñó cómo los murales en Barcelona pueden convertirse en el mejor parche, y cuatro décadas después, los barrios de la montaña aprendieron más que bien la lección.
Así, esta ruta, -de las más extensas y que requiere o buenas piernas, o una buena bicicleta-, nos lleva a la Barcelona de los barrios más obreros, luchadores y aperturistas de la ciudad. Aquella ciudad que más que al fuego del calor olímpico, creció gracias al desarrollismo de los años 50, 60 y 70, donde había que dar cobijo a más de un millón de mano de obra venida del sur.
Es por ello por lo que muchas de las paradas que comprenden esta ruta de los murales en Barcelona no son únicamente «maquillaje» para una pared desnuda, sino formas de encontrar ecos en situaciones de injusticia o reclamas populares allá donde el bus turístico no tiene paradas.
Tal como se hiciera con la primera de estas rutas por los murales en Barcelona, acompañamos cada parada con un paseo por sus alrededores, para que el recorrido no resulte monótono y nos permita conocer una Barcelona aún desconocida.
Otra forma de redescubrir la Barcelona de los barrios que requieren más de media hora en metro desde el centro, y por lo que en ocasiones olvidamos. Bienvenidos a la ruta de los murales en Barcelona, lado montaña.
Duración: 6 horas (con metro y/o bicicleta) (15 km.)
18 paradas
Medianera del Azufaifo
Comenzamos esta ruta de «extrarradio» a través de los murales en Barcelona en un sitio que precisamente es todo lo contrario al término poligonero. Nos encontramos en pleno Sant Gervasi: un barrio que se debate entre la opulencia y la discreción de espaldas al resto de la ciudad. Pero esto no quita a que, tal como sucede en otros barrios más de clase obrera, la lucha vecinal no exista. En Sant Gervasi se vive bien, pero no callado.
Bien lo sabe el azufaifo de la calle Arimon 7. Un hermoso ejemplar de nada más y nada menos que más de 150 años. Vecino de esta pequeña y acogedora calle desde 1857, a punto estuvo de pasar a mejor vida en 2007, cuando el Ayuntamiento autorizó construir en el solar donde se encuentra.
Pese a intervenir la todopoderosa especulación inmobiliaria de por medio en un año álgido para ello, esta historia acaba con final feliz, ya que el barrio, encabezado por la activista, escritora y fotógrafa Isabel Núñez, se movilizó para que las excavadoras no acabaran con el ejemplar más antiguo de esta especie existente en Europa.
Como podemos hacernos a la idea, el azufaifo (o ginjoler en català) sigue superando sus actuales 12 metros de altura (lo normal en esta especie es que no supere los 10) bien cobijado por su barrio, que supo demostrar que en valores ecológicos e históricos, la renta per cápita, si uno quiere, no tiene nada que ver.
Desde entonces este peculiar azufaifo pertenece al catálogo municipal de árboles protegidos, junto a otros ilustres como el pino del Barça, y para que nadie olvide su historia, le acompaña un completo mural decorado por la vecina Escola Superior de Disseny i Art Llotja, donde se puede leer algunos dichos populares catalanes que tienen al ginjoler como protagonista.
Dentro de este curioso oasis también hay espacio para el recuerdo de la propia Isabel Núñez, fallecida en 2012 y que cuenta con su placa en memoria desde 2017 como vecina, activista y promotora cultural.
Qué ver en los alrededores
Una calle más arriba de Arimón nos encontramos con los jardines de la Vil·la Florida: una masía del año 1603 que, tras diversos usos, de los que destaca como residencia estival de la familia Sivilla (de ahí a que también se le conozca como Torre Sivilla) o escuela de puericultura durante la posguerra, desde 2004 es Centro Cívico, aprovechándose sus jardines como espacio público.
Bajo estos mismos jardines, gracias al desnivel de la zona, se encuentra la Biblioteca Joan Maragall, creada en 2014 y que precisamente guarda los fondos de la colección Isabel Núñez, donada por su familia y consistente en más de 2.000 ejemplares.
Medianera General Mitre
Después de este poético recuerdo a lo que el Barcelona Posa’t Guapa representaba en cuanto a la decoración de rincones y la creación de murales en Barcelona, volvemos al proyecto original, al olímpico, al que quiso poner guapa de verdad a la ciudad.
Para ello, bajamos por el carrer Berlinés (aquel que esconde nada más y nada menos que toda una Alhambra en un edificio de 6 plantas) hasta General Mitre, en cuyo cruce lado montaña, con el carrer de Padua se encuentra la Casa Ana de Navas.
Este edificio ecléctico resume a la perfección el carácter que el proyecto Barcelona Posa’t Guapa encerraba en su ambición. Se trata de una vivienda clásica de principios del s. XX, bien rematada y decorada pero que, sin embargo, en una de sus caras más visibles, la que precisamente da a la Ronda, lucía antes de 1991 una pared medianera que afeaba el paisaje y su propia construcción.
Es por ello por lo que, tal como se hiciera con Balcones de Barcelona, se decidió intervenir mediante concurso de ideas para devolver la estética al lado menos fotogénico de la Ana de Navas. Concurso que ganó el arquitecto Yago Conde, en colaboración con la también arquitecta Bea Goller.
El concepto era revestir la medianera con bloques de cemento en tonos ocres, acorde con los de la propia Casa, pero con formas geométricas triangulares que simulan un rompecabezas chino (el tangram), consiguiendo así cubrir los espacios menos agradables a la vista a la par que se seguía permitiendo la entrada de luz a los balcones que daban a este lado.
Qué ver en los alrededores
En el mismo carrer de Pádua pero adentrándonos unos metros justo al otro lado de la ronda nos encontramos con la casa modernista Enric Ribalta, señalada en más de una ocasión como una de las fachadas más hermosas de la ciudad.
Esta justa denominación se debe a su armoniosa simetría de la que destacan sus esgrafiados de vivo color rojizo sobre fondo verde. En pie desde 1903, a punto estuvo de caer en desdicha tras quebrar la empresa Esencias Buil, un laboratorio de creación de fragancias que abandonó el edificio a finales de los 70.
En 1989 fue totalmente rehabilitada su fachada, que recuperó el diseño y el lustro original, no sucediendo lo mismo con su interior, demasiado deteriorado, lo que supuso perder sus jardines y el estanque que conservaba. Desde entonces su uso es el de vivienda.
Mural Bolivar (la Casita Blanca)
Continuando por el carrer de Padua acabamos en la avenida República de Argentina, que en su cruce con el carrer Ballester, atravesando esta última calle nos hace desembocar a un enorme solar de la avenida de Vallcarca.
Este solar entre la calle Bolivar y la avenida principal de este ecléctico barrio, es la cicatriz que dejó el derribo en 2011 del meublé más antiguo y famoso de Barcelona, hasta el punto de protagonizar una canción de Serrat: la Casita Blanca.
¿Y qué es un meublé? un término tan enigmático como lo que enmascara: un hotel que se alquila por horas para que las parejas tengan encuentros discretos. Este de Vallcarca funcionaba desde 1912, por lo que casi rozó el centenario (curioso hubiese sido ver como recibía la «alcantarilla» conmemorativa a manos de Trías, como las que disfrutan establecimientos emblemáticos de la ciudad con esta misma condición de alcanzar la centena).
Su derribo respondía al comienzo de las obras que transformarán la avenida de Vallcarca en la Rambla Verde que la conectará con el Collserola: un proyecto que, diez años después, sigue en punto muerto por falta de acuerdo vecinal, presupuestos, okupas de por medio… demasiados quebraderos que motivan que pase de mano en mano sin que nadie se atreva a materializarlo con firmeza.
A todo este «pifostio» viene a recordarnos el Mural Bolívar, en el que se representa a la Casita Blanca sobre las ramas de un árbol, expresando la fragilidad de un barrio atrapado entre su propia historia, la falda del Collserola, la opulencia turística del Park Güell y las rondas.
De hecho, el mural Bolívar de Vallcarca no es el único que reclama la atención del consistorio: el proyecto ‘Parets amb Ànima’ imprime las reclamas de los vecinos en otros espacios cercanos a éste, siempre con la creatividad y lo estético por bandera: una característica de los murales en Barcelona con la que, a la herencia del Posa’t Guapa, le suman lo reivindicativo.
Y para la atención de los turistas tenemos otra de las intervenciones del Barcelona Posa’t Guapa original a solo dos calles. El desproporcionado tamaño del edificio carrer Repartidor 51-55 respecto a sus vecinos dejó desnuda una mediana demasiado llamativa como para ser vista por las hordas de turistas que se dirigen al Park Güell, razón por la que se incluyó dentro del listado de intervenciones pre-olímpicas.
¿Y qué motivos servirían para realzar esta pared tan visible para los fans de Gaudí? Pues el trencadís que hiciera famoso el popular arquitecto al que le debemos los más de 12 millones de turistas al año.
Que ver en los alrededores
La Casa Josep Comas d’Argemir es la hermana pequeña de la Casa de les Puntxes. Construida en el año 1904 en el estilo modernista imperante, tiene una clara inspiración en los castillos medievales centroeuropeos, como remarca su torreta con terminación de tejado en punta.
Se trata de la vivienda principal de la familia Comas, situada en un barrio que, en la época de su construcción, se constituía principalmente de viviendas de veraneo de la burguesía, que buscaba en la cercanía al Tibidabo y en la altura del terreno, un espacio tranquilo, soleado y aireado para el descanso.
Es la última obra de su arquitecto, Josep Vilaseca i Casanovas, el mismo que alzó el Arc de Triomf para la Exposición de 1888. Destaca además de su torre, sus cenefas cerámicas, que representan a angelotes tocando diferentes instrumentos musicales.
Medianera Avenida Mare de Déu de Montserrat
Hacemos un pequeño requiebro hacia la desdichada plaza Lesseps para abordar la travessera de Dalt, en cuya frontera con el Guinardó nos saluda una original del Barcelona Posa’t Guapa y, apenas enfrente, una deudora.
La primera, situada en el número 2 de la Avenida Mare de Déu de Montserrat, se trata de una de las numerosas intervenciones que Francesc Sancho realizó para el proyecto primigenio de los murales en Barcelona, consistentes en trampantojos en los que se pintaba la medianera de colores similares a los edificios adyacentes, colocándole elementos propios como ventanales (plaza de Sants), azulejos (Fontana, Mercat de Sarrià) o, como es el caso, un falso ático y un reloj, que desde 1991 siempre marca las 3 en punto.
Desde 2022, la medianera (a la que se sumó la cicatriz de la demolición de un edificio colindante en 2016) está tapada por un edificio de viviendas, quedando únicamente visible el elemento más característico de la intervención de Sancho: el falso reloj
Fuente de las imágenes: Google Maps
A pocos metros de este punto, en el número 7, encontramos el Espai Quiró: una enorme explanada que dejó al descubierto el traslado de la Clínica Quirón en 2002 a la plaza Alfons Comín (aunque el derribo no se efectuó hasta 2014).
Conocedores de las bondades de disimular lo que una medianera pueda afear, los propios vecinos del barrio de la Salut convirtieron el espacio en un lugar de encuentro con huertos urbanos y su buen grafitti de pared, convertido en símbolo del barrio pese a que tiene los días contados, ya que en 2021 se iniciaron los permisos para que, el enorme solar de 2.000 m2 se destine a vivienda social.
Qué ver en los alrededores
Siguiendo la ruta que nos lleva a la siguiente parada nos hace atravesar un curioso bloque de viviendas, a mitad de camino entre los edificios comunales del desarrollismo y las ingeniosas soluciones de la Casa Bloc, pero con un toque colorido que hace que se denominen popularmente como Els Pisos Verds, a pesar de que su denominación oficial sea la de los Pisos Raimon Casellas.
Ambas influencias no son casuales: estos pisos ocupan los terrenos de las antiguas barracas fruto de las corrientes migratorias de los años 60 que formaban el barrio denominado como el Santo.
Las malas condiciones del terreno y las políticas del Ayuntamiento preolímpico de acabar con este tipo de asentamientos, produjeron que en 1984 se alzaran este grupo de viviendas que, por iniciativa de los propios vecinos barraquistas, cuentan con galerías al aire libre, amplios espacios comunes y dependencias orientadas al exterior, del tamaño aproximado al que tenían las barracas.
«El Carmel mossega» / Murales de El Carmel
Tomando la calle José Millán González dirección montaña nos esperan unas zigzagueantes rampas que conectan con la carretera del Carmel: barrio en el que nos espera una buena ración de murales en Barcelona bien reivindicativos.
El que nos sirve para enumerar el carácter muralista del barrio, «El Carmel Mossega», es el final feliz para la historia de uno de los murales en Barcelona más ajenos a todo proyecto municipal pero que, sin embargo, se convirtió en identitario del barrio de El Carmel.
Se trata de una reinterpretación del «tauró» (tiburón), que el muralista italiano Blu realizó en 2009 dentro del Festival Influencers del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) en el muro de contención bajo el Santuari de Nostra Senyora del Mont Carmel.
Este muro de contención requiere tareas de mantenimiento cada diez años, por lo que en 2021, operarios de limpieza municipales borraron el escualo capitalista hecho de billetes que se comía las siglas del PCC (Partido Comunista Catalán, impresas desde la década de los 70).
Imagen del mural de Blu en 2014. Fuente: Google Maps
Esta falta de sensibilidad con el arte urbano y los murales en Barcelona trajo consigo numerosas protestas por parte de asociaciones del barrio, lo que conllevó que a mediados de 2022 el Ayuntamiento convocara un concurso de ideas bajo el título de «El Carmel Mossega» para volver a decorar el muro.
La idea ganadora no podía ser más sencilla y justa: que el autor original lo restituyera reinterpretándolo según los tiempos actuales y la nueva realidad de barrio. Es así como al tiburón capitalista le surgió un nuevo depredador aún más grande, formado por misiles y armas de guerra, al que aún le amenaza una orca de mayor tamaño, en representación del cambio climático y la destrucción de entornos.
Para esta reinterpretación de 2023, Blu también aprovechó el sentir del barrio para dejar un recado al Ayuntamiento y sus planes de futuro para los colindantes Tres Turons, con la frase: «Nuestra Montaña no será vuestro parque», al que le sigue un manifiesto informativo. Es la nada sutil forma con la que los vecinos denuncian el plan urbanístico que prevé el derribo de 300 viviendas.
Tal como indicábamos, no es este el único mural reivindicativo del barrio. A tan solo unos metros, en la esquina del carrer Gran Vista con Conca de Tremp nos encontramos con el «mural homenatge a la dona», en el que salen retratadas 19 mujeres de diferentes edades, etnias, condición física y social representativas de la variedad que se puede encontrar en el barrio.
Y como otra de las felices repercusiones que el proyecto «El Carmel Mossega» trajo al barrio, se impulsaron la creación de otros murales en Barcelona como el de la Biblioteca Juan Marsé.
Qué ver en los alrededores
La primera de las bibliotecas de El Carmel no llegó, tras numerosas reivindicaciones vecinales, hasta 2003, y como no podía ser de otra forma se dedicó a su vecino más ilustre: Juan Marsé.
Encarada en una de las laderas de la montaña que la hace asomarse como una terraza a todo el barrio, ofrece unas vistas excepcionales, muy a la altura de los saturados Bunkers pero, para suerte de sus vecinos, menos gentrificado.
Tu que em mires
Estas repercusiones ya tenían su forma de expresión con anterioridad gracias a asociaciones vecinales propias de El Carmel como l’Espai Jove Boca Nord.
Siendo ésta una de las firmantes del proyecto «El Carmel Mossega», ya había demostrado el compromiso con el barrio y su cultura con acciones como la que en 2011 proponía un concurso de arte urbano en el que solo participaran mujeres y se representaran mujeres.
Este concurso, que al combinarse con una vertiente en torno a los micropoemas pasó a celebrarse bajo el nombre de «FemRimes FemGraff», se integró en la edición de 2015 dentro del Festival de Arte Urbano barceloní «Open Walls Conference». Edición a la que le debemos esta obra de la lleidatana Mireia Serra, que ejerce bajo el nombre de Lily Brick.
Para encontrar a la misteriosa pelirroja que nos mira con aire enigmático mientras porta un reloj de bolsillo, no tenemos más que dirigirnos desde el carrer Conca de Tremp hasta su cruce con el carrer d’Arbós, que nos lleva al inicio de la Rambla del Carmel.
En este «aliviadero» entre tanto bloque de pisos, encontramos justo encima de la salida de los túneles de la Rovira este espacio vecinal en cuya pared luce la obra de Lily Brick, que es ya una vieja conocida de los murales en Barcelona al haber participado en otro de los proyectos grafiteros de barrio ya mencionado, concretamente en el «Parets amb ànima» de Vallcarca.
Qué ver en los alrededores
Desviándonos levemente hacia el corazón de Horta desde este mismo punto hacia el este nos encontramos con el barrio de la Font d’en Fargas, «el barrio de los periodistas»: una de las zonas más desconocidas de la ciudad y, sin embargo, de las más sorprendentes por la gran cantidad de casas unifamiliares modernistas que contiene.
Este barrio es el de mayor poder adquisitivo de Horta y uno de los más acaudalados de la ciudad, y lo podemos apreciar en las numerosas torretas y pisos de lujo que lo componen, en contraste con sus límites con el núcleo antiguo de Horta, El Carmel y el turó de la Rovira.
Tal poderío lo deben a Pere Fargas i Sagristà, empresario y terrateniente que en torno a 1905 dedicó estas tierras que rodeaban a la fuente d’en Fargas para que la cooperativa de periodistas se instalaran en torno a ella.
¿Cómo un gremio, hoy tan denostado económicamente, se podía permitir crecer en uno de los barrios más lujosos de la ciudad? Estamos en los tiempos en los que el ejercicio del periodismo estaba muy ligado con las corrientes políticas, siendo los periodistas frecuentemente diputados o ejerciendo algún cargo en algún partido o combinando su ejercicio con otras artes, como era el caso del poeta Joan Maragall, -gran difusor de la Renaixença a través de la Veu de Catalunya o Diario de Barcelona-, Rovira i Virgili, -diputado en el Parlament, donde llegó a presidirlo desde el exilio-, o Francisco Peris Mencheta, -precursor del reporterismo en España, además de diputado y senador-. A éste último se le dedica una de las principales calles de este barrio, que curiosamente no es el único en el que los periodistas se acomodaron como cuarto poder: a través de esta misma ruta, entre la medianera de la Avenida Mare de Dèu de Montserrat, y els Pisos Verds se encuentra el barrio de La Salut – Can Baró, creado a la zaga de la Font d’en Fargues en 1915 siguiendo el mismo modelo de ciudad jardín y bajo las mismas políticas cooperativistas que la Font d’en Fargas.
Amb les nostres mans
La siguiente parada es para apreciar una obra de otro de los grandes proyectos de murales en Barcelona que sucedieron al «Posa’t Guapa»: el Murs de Bitàcola que trae a las medianeras, de Barcelona y Catalunya principalmente, el recuerdo del pasado de cada una de las zonas en las que encontramos las obras que lo integran.
Encabezado por el prestigioso muralista Roc Blackblock, y que ya nos dejó como testimonio el mural «Sants, la pagesía a les arrels» en la ruta sudoeste dentro de este mismo proyecto, se diferencia ampliamente del Barcelona Posa’t Guapa en cuanto su vocación no es solo estética, sino histórica y reparadora, recuperando la memoria colectiva para visibilizarla, reivindicarla y celebrarla.
En este caso aborda los años del desarrollismo en el barrio de la Teixonera,. Imagen que relata cómo muchas de las casas y los bloques de este rincón de Horta-Guinardó se construyeron de manos de sus propios habitantes, en su mayoría migrantes del sur del país.
También como parte de la idiosincrasia de la construcción de este barrio, se representa una imagen de colectividad, en la que además aparece la mujer cargando ladrillos y el hombre cuidando del niño, como reconocimiento a la no distinción de roles dentro de una tarea que afecta a ambos géneros.
Podemos ver esta emblemática obra dentro de los murales en Barcelona junto a la boca de metro de la parada El Coll i la Teixonera de la línea azul (L5)
Qué ver en los alrededores
Forma i Espai es una de las obras que sirvieron para decorar los espacios olímpicos. En concreto, esta obra iba a formar parte del campus de Montbau, y simula una puerta que da la bienvenida a los atletas con forma de toro.
Su autor, Eudald Serra i Güell, es uno de los máximos exponentes de la escultura vanguardista de posguerra.
Dones Científiques
La siguiente parada de esa misma línea azul precisamente nos lleva a la Vall d’Hebrón, donde el 11 de febrero de 2022, coincidiendo con el Día Mundial de la Mujer y las Niñas en la Ciencia, se inauguró un mural de 40 metros de largo donde se ven representadas 9 mujeres de relevancia en el mundo de la ciencia: desde la Grecia clásica hasta la actualidad.
Así, en la zona hospitalaria, donde cada día no solo personas afectadas con problemas de salud la visitan, sino también mujeres que buscan su espacio en una materia donde 7 de cada 10 investigadores, son hombres, nos encontramos uno de los murales en Barcelona más reivindicativos. A estas mujeres y a todas las niñas que desean ser científicas va dedicado este mural, obra de Mateo Lara, “Ma’La”.
De hecho, para enfatizar cómo la motivación y la apertura de puertas a la mujer, en un mundo eminentemente masculinizado como resulta el científico, es necesaria, la figura de la novena mujer no es otra que la de una investigadora anónima, de rasgos comunes, como representación de que cualquiera de las jóvenes que rondan el edificio Mediterrània (dedicado a la investigación) puede ser la siguiente en ocupar este emblemático espacio.
A esta figura anónima la acompañan Metrodora, Tròtula de Salerno, Anna Morandi Manzolini, Rita Levi-Montalcini, Gertrude Belle Elion, Rosalind Franklin, Margarita Salas y Linda H. Aiken.
Qué ver en los alrededores
El barrio de Montbau es la respuesta más evidente a que otro desarrollismo, imperante en la época, era posible. Proyectado para dignificar la vivienda de los emigrantes provenientes del sur en una etapa en la que los hábitos de construcción fueron ampliamente cuestionados (barrios como Ciutat Meridiana o Bellvitge surgían de la nada cambiando el paisaje y sin apenas servicios públicos), sus formas responden a los principios de la arquitectura moderna promulgados por Le Corbusier, quien se iba a encargar de la iglesia del barrio (que no pudo llevar a cabo por su avanzada edad).
Se caracteriza por primar la horizontalidad frente a la verticalidad, situar los espacios públicos en los huecos situados entre viviendas y rodearlos de jardines, haciendo amable el entorno y evitando la sensación de densidad. Para su construcción participaron arquitectos de renombre en sus tres fases de ejecución: Xavier Subías, Pedro López Iñigo y Guillermo Giráldez (Facultad de Derecho, Económicas, Universidad Autónoma de Barcelona), Manuel Baldrich (Piscina Sant Jordi), Antoni Bonet Castellana (Canódromo de la Meridiana, Edificio Urquinaona, Edificio Mediterráneo, Estrellas Altas) y Josep Soteras (Camp Nou, viviendas del Congreso Eucarístico, fuente del Paseo de Gràcia con Gran Vía).
Escultura Mistos (las cerillas)
Nuestra siguiente parada en la ruta de los murales en Barcelona lado montaña nos lleva a las inmediaciones de las instalaciones olímpicas de Horta y, por tanto, a la Barcelona Posa’t Guapa original pre-92.
Para ello nos dirigimos a la parada de Montbau desde la Vall d’Hebrón y, frente a esta, bajamos cruzando la ronda de Dalt por el carrer del Pare Mariana, en cuya esquina con Vidal i Barraquer nos espera la única escultura de la ruta: Mistos, de Claes Oldenburg.
Se trata de una genuina obra de pop-art muy fiel al ideario de este movimiento, donde lo cotidiano se convierte en monumental. En este caso un grupo de cinco cerillas aún en su paquete, encontrándose una de ellas encendida y el resto dobladas con distintos pliegues y dirección.
Esta obra se convirtió en una de las más populares del proyecto olímpico, poniendo a este, por aquel entonces, inhóspito espacio de Horta en un lugar de peregrinación. La obra, además de transitable, se completa con otros pares de cerillas desperdigadas en los alrededores.
Qué ver en los alrededores
Desde la misma escultura de Claes Oldenburg, en el mismo tramo de la avenida Cardenal Vidal i Barraquer pero esquina con el carrer Jorge Manrique nos encontramos con un espacio de memoria e historia que ya fue protagonista en la ruta de Pablo Picasso, entre otras cosas por albergar una reproducción del Gernika: una reproducción dentro de otra, ya que estamos ante la réplica del Pavelló de la República que en 1937 estrenó la que probablemente sea la más insigne obra del pintor malagueño.
Diseñado por Josep Lluís Sert, es una de las máximas obras representativas del racionalismo, corriente a la que se adhiere no solo por contexto arquitectónico, sino también histórico, ya que las menguadas cuentas de la República, inmersa en plena Guerra Civil, requerían un espacio expositivo llamativo pero a bajo coste. Hoy este edificio alberga la mayor colección bibliotecaria de literatura republicana y antifranquista, dando más significado a una construcción ya de por sí histórica, recuperada durante los albores de los JJOO.
Mural Any Ramón Casas
Tras este último requiebro de tres paradas volvemos al último tramo de la Rambla del Carmel, donde nos encontramos con el cilindro de Horta. Siguiendo por el carrer Tajo en su esquina con el carrer Fulton, antes de llegar a la plaza de Ibiza nos encontramos con el mural homenaje a Ramón Casas en el 150º aniversario de su nacimiento (2016).
Se trata de una pintura que evoca el popular cuadro en el que el pintor se autorretrató junto a su amigo Santiago Rusiñol, seguido por todo un séquito de personajes de época portando elementos que representan a los comercios que patrocinaron el mural, realizado por alumnos y profesores de la escuela de arte la Nau.
Qué ver en los alrededores
El cilindro d’Horta es uno de esos elementos urbanos que nada tiene de especial hasta que los vecinos lo hacen propio.
Se trata de una estructura cilíndrica creada para salvar el desnivel que provocaba la finalización de la Rambla del Carmel, hecha de hormigón y ladrillo visto siguiendo las indicaciones del arquitecto Manuel Ribas en 1985.
Aunque se encuentra en desuso desde 2006 (su función principal la realizan ahora los ascensores colindantes), es una de las atracciones estrella del festival Open House para el barrio: la única forma en la que podemos apreciar su instagrameable interior en la actualidad.
Mural del Casal de Joves de la Guineueta
Desde el epicentro de Horta nos toca dar un requiebro alrededor del Turó de la Peira hasta el Parc Central de Nou Barris o retomar la ruta en otra jornada, que esta ya se nos hizo larga… En cualquier caso, en uno de los muros exteriores del Casal de Joves del barrio de la Guineueta (germen del actual distrito en la no tan lejana década de los años 50-60), nos espera una obra del muralista ruso Stepan Krasnov, realizada en 2014.
Se trata de dos escenas por art, inspiradas en la obra de artistas como Roy Lichtenstein, en la que destaca el uso del puntillismo dentro de una serie que emulan las viñetas de un cómic. Krasnov la realizó dentro del programa Open Walls: programa que ha legado grandes murales en Barcelona en la última década.
Destaca el uso de una de ellas como rocódromo, en las paredes de la que era la antigua masía de Ca n’Amell Gran, muy popular entre los antiguos payeses de la zona por ser la cooperativa vitivinícola.
Este edificio, durante gran parte del s.XX formó parte de las dependencias del Institut Mental de la Santa Creu: el manicomio en torno al que creció Nou Barris y hoy sede del distrito entre otros usos.
Qué ver en los alrededores
Su propio artículo merece la que hoy es la sede del distrito de Nou Barris, que aprovecha el cuerpo central del que era el Instituto Mental de la Santa Creu: hospital psiquiátrico en activo desde 1915 (casi 60 años después de su proyección, en 1859) hasta 1987.
Este enorme conjunto hospitalario, -que llegó a tener hasta 12 pabellones alcanzando un tamaño similar al del Sant Pau-, fue promulgado por el doctor Emili Pi i Molist, con la intención de dignificar el trato de las enfermedades mentales en la ciudad, en una época en el que cualquier trastorno relacionado era tratado con represión y confinamiento.
Santa Creu se unió así a un conjunto de instituciones públicas (Maternitat, el propio Sant Pau, las escuelas del Patronato) que entendían que las edificaciones destinadas al uso del estado del bienestar, debían tener una concepción estética como parte de la actividad que en ellas se realizaban y como fomento de la ética y el civismo.
Hoy es uno de los elementos más reconocibles del último de los distritos creados en Barcelona, como parte del segundo parque de mayor tamaño de la ciudad con 17 hectáreas.
«A Brossa»
Bordeamos precisamente la plaza Major del barrio que acoge la sede del distrito a través de la emblemática plaza de la República dirección montaña, girando desde la Vía Julia al carrer de Borràs, que nos llevará a nuestro siguiente destino en busca de los murales en Barcelona de los barrios de montaña: la plaza de la Prosperitat.
Allí nos encontramos nuevamente con el proyecto original de Barcelona Posa’t Guapa, en una de sus últimas intervenciones dentro de esta denominación.
Encargada al artista Perejaume, se trata de un homenaje al poeta visual Joan Brossa, en el que muy creativamente, las seis letras que componen su apellido se dibujan en la pared medianera que se pretendía decorar, partiendo inicialmente del suelo y siguiendo una grafía que reproduce pasos del joc de la xarranca (la rayuela).
La obra se inauguró en 2009 ya bajo la dirección del Institut del Paisatge Urbá.
Qué ver en los alrededores
Entre la sede del distrito de Nou Barris y el homenaje mural a Brossa nos encontramos con la plaza de la República (antigua Llucmajor), todo un símbolo del barrio de Nou Barris por su carga histórica y política.
En ella se encuentra el monumento a Francesc Pi i Margall, presidente de la I República, realizado por el escultor Josep Viladomat y que simboliza a ésta misma concepción política, en forma de mujer desnuda portando el sombrero frigio (símbolo de la Revolución Francesa) y la rama de laurel.
Este monumento formaba parte de un conjunto al que le acompañaba un obelisco, y se encontraba originalmente en el Cinc d’Oros, en el cruce de Diagonal con passeig de Gràcia desde 1936, pero tras perderse la guerra, fue retirada la escultura y el obelisco resignificado como homenaje a la Victoria en un claro ejercicio revanchista.
Guardada durante más de 5 décadas en los almacenes municipales, la escultura de Viladomat pudo ser rescatada en 1990 y colocada en su ubicación actual como parte de un nuevo conjunto monumental fruto de la reforma de Albert Viaplana y Helio Piñón.
Mural a favor de la libertad de expresión
Retomamos la Vía Julia para bordear el parc de la Guineueta en busca de la vía Favència, lo cual nos obliga a cruzar la ronda de Dalt. Allí donde se encuentran las pistas Antoni Gelabert nos reencontramos con un clásico de esta ruta de los murales en Barcelona: Roc Blacblock, que en 2018 plasmó tras una de las portería su manifiesto a favor de la libertad de expresión.
Con el dibujo de un joven al que se le tapa la boca con la palabra censura impresa en dos trozos de cinta americana, se acompaña una frase del cantautor cubano Pablo Milanés: «Las ideas se discuten, no se aprisionan» (les idees es discuteixen, no s’empresonen).
Haciendo un pequeño desvío hacia la izquierda, lado Llobregat, nos encontramos con el parque de Josep Serra Martí: un pulmón a ras de la ronda de Dalt que sirve como principal espacio de recreo de los vecinos del barrio de Canyelles.
Dentro de este parte destaca de forma muy llamativa la fuente dedicada a Manuel de Falla: una fuente de estilo contemporáneo en la que observamos una estructura rectangular alzada sobre columnas de acero que funciona como surtidor, creando un efecto de cascada que se ve aún más realzado con un equipo de sonido, luz y música que la asemeja a la Font Màgica de Montjuïc.
Mural del Kasal de Joves de les Roquetes
No abandonamos el particular estilo del muralista Roc Blackblock, ya que siendo Nou Barris un barrio eminentemente obrero, es caldo de cultivo predilecto del autor para plasmar su arte, como demuestra las 3 obras que continúan la ruta.
La siguiente parada es el Kasal de Joves del barrio de les Roquetes, aún «upper Ronda de Dalt», donde el artista plasmó en su fachada el carácter del barrio a través de la figura de un migrante.
Como parte de su fisionomía, se puede apreciar un grupo de casas autoconstruidas, como símbolo de la creación del barrio que no fue otra que a espaldas del Ayuntamiento, que por no ofrecer, no les realizó ni el alcantarillado, creándose la red sanitaria por parte de sus propios habitantes durante los años 70 aprovechándose el descanso de los domingos.
De ahí el título del mural: «Construir-se a un mateix», haciendo referencia a estas anécdotas a la par que se alude a la personalidad de los habitantes del barrio.
Qué ver en los alrededores
El distrito más joven de la ciudad no tuvo un plan de barrios firme hasta la llegada del Barcelona Posa’t Guapa que homenajeamos con esta serie de rutas de arte urbano y murales en Barcelona. Es así como a partir de la década de los 80-90 comienza una profunda transformación de barrios autogestionados, a barrios integrados en el perfil cosmopolita de la ciudad.
Esto último podemos apreciarlo por ejemplo en la reforma de la Vía Júlia, cuyo elemento más característico es la torre Favència: una columna de luz encargada a Antonio Rosselló, que posteriormente replicaría el modelo para la iluminación del passeig Marítim.
En cuanto al estilo constructivo, de las viviendas propias del desarrollismo hemos pasado a la contemporaneidad con ejemplos como la torre Júlia, que sin abandonar el carácter de viviendas residenciales de altura (17 plantas), dibuja un perfil vanguardista en contraste con loa edificios colmena imperantes de la década de los 60 y 70.
Mural de l’Ateneu de Nou Barris
Nos adentramos aún más en el corazón de Nou Barris para alcanzar su centro cultural: el Ateneo Popular. Este fue el lienzo que Blackblock usó para plasmar nada más y nada menos que tres obras realizadas durante toda la década de los 2010.
El más antiguo de los murales muestra la imagen de un niño con un disfraz de Batman realizado de forma muy artesanal, rodeado por, como es típico en la obra del autor, un lema, en este caso: «La imaginació al poder – Contra el poder, imaginació» (la imaginación al poder – contra el poder, imaginación).
El siguiente, del año 2012, aparecía una niña jugando con mariposas volteada, de forma muy artística y sin reivindicación explícita más allá que las ansias de libertad que expresa el conjunto. Una reforma de la fachada hizo desaparecer este mural, dejando únicamente como testimonio las frases que remarcaba junto a la niña (susurrarte, xerrar-te, tumbarte, fabricarte, mirarte…).
El último, fechado en 2017, contiene mucho más de los rasgos de la obra que hacen identificativo un mural de Blackblock: el uso de los tonos negros y rojizos degradados sobre los que se plasma una imagen en blanco y negro o tonos ocres. En él se muestra el rostro de una mujer dentro de una jaula de pájaros, con la frase «sense cultura no hi ha llibertat, sense llibertat no hi ha cultura» (sin cultura no hay libertad, sin libertad no hay cultura).
El propio Ateneu Popular de Nou Barris donde encontramos todas estas obras es digno de ser remarcado dentro de esta ruta y de la historia del barrio.
Surgió en 1977 mediante la ocupación de los propios vecinos de una nave industrial dedicada a la fabricación de asfalto. La reivindicación era la propia del carácter del barrio, cuyas acciones oscilaban entre la autogestión y la reclamación, como demostraban en numerosas ocasiones como el famoso secuestro del autobús 47, acontecido un año después de la creación del Ateneu.
De esta forma, tomando como propio un espacio sin la atención del consistorio, crearon en la zona un lugar donde desarrollarse socioculturalmente, siendo la práctica circense la más aclamada de las actividades hasta el punto de crearse en 1984 una escuela para esta especialidad.
Desde entonces y ya bajo la protección y gestión de la red de espacios municipales, el Ateneu de Nou Barris funciona como motor cultural en la zona, siendo muy activo en la vida social del barrio.
Mural de la Estación de Sant Andreu
Volvemos a cruzar la Ronda de Dalt hacia el extremo de la Vía Julia para enfilar todo el carrer d’en Tissó, hasta alcanzar la Meridiana que cruzaremos en busca del centro del antiguo núcleo de Sant Andreu. Allí, tras la Iglesia nos espera la vieja estación de tren de Sant Andreu Comtal, la más antigua en activo de España (desde 1854).
A pocos metros se encuentra el nuevo apeadero que espera por fin jubilarla, y es allí donde se puede apreciar una de las últimas obras de Blackblock y de las más complejas por ejecución y tamaño.
Realizada conjuntamente con el muralista Miquel Wert, se trata de un ambicioso recorrido por la historia del ferrocarril en nuestro país: desde la puesta en marcha de la primera línea de Barcelona a Mataró (1848) hasta la apertura de este apeadero en diciembre de 2022.
11 hitos repartidos a lo largo de 200 metros lineales, lo que suponen unos 3.000 metros cuadrados de dibujo que convierten a este nuevo apeadero en todo un museo.
Sumergirnos en algunos rincones de Sant Andreu es sumergirnos en la historia de la Barcelona de las villas, del s.XIX, cuando la industria y la agricultura servían de motor alrededor del Eixample.
El mayor ejemplo de estas postales del pasado lo encontramos en la plaza Orfila, centro neurálgico del ahora barrio.
En ella encontramos el antiguo Ayuntamiento, hoy sede del distrito, y la Església de Sant Andreu de Palomar, levantada en estos terrenos desde 1850 y a la que dieron forma reseñables arquitectos de la ciudad como Pere Falqués o Domènech i Estapà.
Pese a contar con algo más de siglo y medio, en esta iglesia encontramos restos de una anterior románica, concretamente la que es conocida como la capilla dels Segadors, de 1640, que junto a la puerta del carrer del Pont, son los únicos vestigios de su predecesora medieval.
Mural de la Plaza de la Pomera
Y de uno de los más recientes murales de Barcelona a uno de los más históricos. Atravesando lado Llobregat el carrer Gran de Sant Andreu, a la altura del carrer de Rubén Darío nos encontramos con una plaza «casual», entendiéndose así a que no estuvo nunca planificada dentro del urbanismo de la ciudad.
La plaza de la Pomera tiene su origen en 1968, cuando la construcción de la línea 1 del metro afectó a un grupo de casas que se tuvieron que demoler, dejando una manzana vacía en pleno barrio. Tan solo se pudo librar del derribo un manzano que crecía en el patio de una de las casas, convirtiéndose desde entonces en símbolo de la resistencia vecinal.
Desde entonces, este espacio vacío y sin uso, se convirtió en un lugar de encuentro de los residentes, donde realizaban todo tipo de celebraciones y encuentros. Este hecho permitió que se librara de toda pretensión especulativa, quedando por y para el disfrute de sus vecinos.
Para dignificar aún más el espacio, a la Asociación surgida de ello, se le ocurrió encargar al artista local Antonio Gabarre la realización de un mural que tapara la medianera que había quedado al descubierto tras el derrumbe de las casas: un proyecto con la misma pretensión que el Barcelona Posa’t Guapa pero totalmente ajeno a éste y surgido del deseo vecinal, no del espíritu olímpico.
La Plaza de la Pomera es una denominación vecinal, no existiendo dentro del nomenclátor de la ciudad ni estando reconocida oficialmente
Es así como en 1987 surge un pueblecito de casas blanquecinas y de tonos ocres, simulando las existentes durante el pasado agrícola de Sant Andreu. Gabarre ponía así en práctica la popular técnica del trampantojo, de la que solo existía una obra así en Barcelona (en Sant Pere Més Baix).
Qué ver en los alrededores
Siguiendo el carrer Rubén Darío ya transformado en el de Sant Adrià en su lado Besòs, llegaremos en pocos metros al que es quizás el segundo elemento más característico del barrio después de la plaza Orfila.
Se trata de la Antiga Fàbrica Fabra i Coats. Si la iglesia hablaba del testimonio de la Sant Andreu más rural, este edificio, hoy reconvertido en motor cultural como fábrica de creación y centro de arte contemporáneo, recoge la historia del pasado industrial no solo de Sant Andreu, sino de toda Barcelona.
Aquí se fabricaban textiles desde 1837 hasta poco después de comenzar el s. XXI, compitiendo con otras populares como el Vapor Vell o l’Espanya Industrial que, en conjunto, convertían a Barcelona en toda una potencia de la fabricación de telas e hilados.
El complejo, de grandes dimensiones, ha sido convertido en su totalidad en un espacio social de gran actividad, abierto al público para su uso y disfrute, conservando el estilo industrial inglés de ladrillo visto, tan típico del s.XIX y como testimonio de la alianza de los «sucesores de Fabra i Portabella», con la empresa escocesa Coats, dando forma en 1903 a la Compañía Anónima Hilaturas de Fabra y Coats.
La Nau Bostik
Esta ruta por el noroeste concluye en un punto de efervescencia de la pintura de murales en Barcelona a la que homenajeamos. Se trata de la Nau Bostik: una antigua fábrica de pegamento que dejó de funcionar en el año 2006.
En el 2015 se reconvierte en equipamiento cultural como residencia e impulsora del arte urbano, siendo sus muros constantemente usados como lienzos para obras efímeras de este movimiento artístico.
Aunque hay una obra que resiste el paso del tiempo desde 2019 y que se ha convertido en sello de la entidad, y nos es otra que «Asfíxia», del argentino Elian Chali, que aporta un visible colorido como carta de presentación de la nave en su fachada principal.
Aquí termina el recorrido más extenso de estas rutas dedicadas al arte urbano y murales en Barcelona, deudoras de ese proyecto inicial de Barcelona Posa’t Guapa, ya sea por seguir sus principios (decorar lo antiestético) o incluso cuestionarlos (usar el arte como algo meramente bello).