Hay autores cuya actividad supera incluso a su obra. En el caso de Pere Calders ambas son de importancia. Considerado como uno de los máximos exponentes de las letras catalanas, su constante defensa de la lengua y la cultura afín a ésta le ha valido tanto reconocimiento como el de sus célebres cuentos, donde la ironía, la magia y lo absurdo siempre está presente.
Y como no, entre reconocimientos como los premios Sant Jordi, Lletra d’Or o el Premio de Honor de las Letras Catalanas entre otros, no podía faltar el de su ciudad natal a la que estaba fuertemente vinculado, que le homenajea en forma de un pasaje, unos jardines tan imaginativos como su obra, y una pared medianera. ¿Dónde encontramos estos memoriales a Pere Calders en Barcelona?
Jardines Pere Calders: surrealismo entre lo cotidiano
Uno de los libros, -de los que ahora llamaríamos microcuentos- más populares dentro de la obra de Calders es «Cròniques de la Veritat Oculta» (1955), en el que se incluía «El Principi de la Saviesa». Un relato corto que resume a la perfección el estilo de Calders.
En él, Calders nos narra cómo un millonario se encuentra una mano en su jardín. Lejos de perturbarle este hecho, decide publicar un anuncio en el periódico en busca del dueño de tan surrealista propiedad:
«Algú ha perdut una cosa molt important en un jardí» (…) «qui acrediti d’esser-ne propietari li será donada satisfacció»
Con este cuento como inspiración, en el 2004, aprovechando el soterramiento del tramo de la Ronda del Mig entre travessera de Dalt y el carrer Sardenya, se crearon los jardines de Pere Calders: unos jardines que nada parece tener de peculiares… excepto si miramos bien hacia el suelo.
Para hacer honor al homenajeado, nos encontramos cuatro monolitos en el que se indica la fecha de nacimiento y muerte del autor; las dos frases del cuento anteriormente remarcadas (y que más se recuerdan por su acidez cómica); y por último el título del cuento y el año de publicación (1940).
… Y hasta aquí lo obvio del homenaje. Pero como gusta en este blog y en la literatura de Calders, el toque diferenciador se encuentra en los pequeños detalles, y en este caso en los pequeños objetos que uno, como en el jardín del cuento, se puede encontrar si se busca…
Nada de especial tiene el pavimento de estos jardines, excepto que escondido entre su cuadriculatura, encontramos pequeñas piezas de vidrio que esconden objetos (19 en total). Piezas que si no sabemos qué relación tienen con Calders, fácilmente podemos pasar por encima de ellas sin darnos cuenta.
Así, a lo largo de los apenas 350 metros de jardines, podemos encontrarnos desde un colgante, un par de monedas, clavos, un reloj de pulsera, un chupete… hasta un coche o un móvil (en representación plástica, que al tratarse de 2004 tiene forma similar al «One Tocho«).
Todos objetos que pertenecen al jardín imaginario de Calders, en el que lo habitual es esconder manos entre flores.
Medianera de los Objetos: la repetición de un imaginario potente
La obra de Calders es extensa, y si nos preguntaran por la más popular, quizás la respuesta más obvia sería los cuentos que formaban parte de «Antaviana»: la teatralización que el grupo Dagoll Dagom realizó en 1978 con música de Jaume Sisa, en un momento en el que las compañías catalanas (Tricicle, La Fura dels Baus) comenzaban a despegar con fuerza.
Esta obra ayudó a que los libros de Calders, que acostumbraba a publicar solo en catalán, se entendieran más allá de las fronteras catalanas. Y aunque «El Principi de la Saviesa» pertenecía a esta antología teatralizada, se ha creado un ideario tan fuerte en torno a ella que tiene identidad propia.
Tal es así que el segundo de los homenajes a Calders en Barcelona, vuelve a tener como protagonista a «El Principi de la Saviesa». La diferencia es que ésta vez, en vez de buscar los objetos escondidos, los tenemos bien visibles en una de las medianeras que el Institut Municipal de Paisatge Urbà, inspirado en aquella Barcelona Posa’t Guapa preeolímpica, tuvo a bien decorar para no afear el frente marítimo.
Así, si nos dirigimos al carrer dels Pescadors, 85, en plena Barceloneta, nos encontraremos con un mural llamado «la medianera de los objetos», ya que en ella se plasman diferentes elementos que, según 1.300 niños y jóvenes de 26 escuelas del distrito de Ciutat Vella, se podrían encontrar en el jardín imaginario del cuento de Calders.
Curiosamente, también son 19 los objetos seleccionados, y tan solo dos coinciden con los que nos encontramos en la Ronda del Guinardó: el colgante y la clave.
Para su inauguración en 2011, se contó con la participación de Dagoll Dagom que creó un nuevo espectáculo como homenaje a Calders: el mismo que había previsto que se realizara en 2004 en la inauguración del homejane de la Ronda pero que no se pudo llevar a cabo por la lluvia.
Pere Calders: el literato de una renaixença tardía
Fallecido en 1994, Calders hubiese estado orgulloso de cómo se ha entendido su obra en estos dos homenajes, que se complementan con un tercero a modo de pasaje en su adorado barrio de Sant Antoni.
Su ironía y cómo entendía el humor negro (en uno de sus cuentos, la chispa de una vieja máquina de fotografías hace prender las cortinas y, con ella, todo el edificio, donde mueren 300 personas, «todas de buena familia», según el autor), sumado a cómo deformaba la realidad a su antojo, lo convertían en un fiel adscrito al «realismo mágico» que ya practicaban Vargas Llosa o García Márquez, pero como todo en su vida: a la catalana.
Todo ello a pesar de que la Guerra Civil y la posterior dictadura, lo condenaron a un exilio de más de dos décadas en México, alejado de su añorada Cataluña, a la que no volvió hasta 1962.
Desde entonces se convirtió en un aún más fiel defensor de la lengua y la cultura catalana, inspirando a generaciones posteriores (autores como Quim Monzó y Jesús Moncada lo nombran como referente) y a, tal como hemos visto, una escena teatral en el que lo absurdo se convierte en artístico.
Por ello, si caminando por la ciudad te sorprende un montón de clavos en el suelo vistos a través de un cristal, o te preguntas qué hace un paraguas colgado de una pared en pleno passeig marítimo no lo dudes: la respuesta a estos enigmas se encuentran en un jardín mágico, en el mismo en el que una mano apareció entre las flores.