Hay miles de motivos por los que pasear por Barcelona, pero muchos de ellos nos llevan a un mismo denominador común. Lo vimos en la Barcelona dedicada a los submarinos, y también podemos apreciarlo buscando el rastro de las estrellas en Barcelona. ¿Qué rincones, qué monumentos o qué historias tienen a los astros como protagonistas en la ciudad?
Ruta de las estrellas en Barcelona
Inicio: Playa de la Barceloneta (L3)
Final: Observatorio Fabra
Duración: 3,5 horas (9,2 km.)
9 paradas
L’Estel ferit
Nuestra ruta comienza de forma simbólica, ya que la primera de las paradas no nos hará ver más estrella que la herida a la que hace referencia esta obra conceptual contemporánea de Rebecca Horn.
En concreto, la artista alemana ampliamente conocida por sus instalaciones artísticas, se refiere al propio barrio de la Barceloneta, que representa en plena playa para acentuar su carácter marinero pero como una sucesión de cajas mal apiladas, haciendo énfasis en cómo la zona ha ido creciendo abriéndose paso a base de encajonar a sus habitantes y colocarlos en una situación de fragilidad.
Esta fue una de las obras «estrella» dentro de las intervenciones artísticas que se realizaron en el marco de las Olimpiadas del 92. Destacando frente a otras por la fama de su creadora y por lo simbólico que resultaba colocarla en un espacio recién recuperado y reconquistado como era la playa barcelonina.
Fuente del Genio Catalán
Para ver la primera de las estrellas de la ruta, con sus características cinco puntas aunque también cargada de simbología, debemos dirigirnos hacia el lado montaña a través del paseo de Joan de Borbó, que nos llevará directos a la Escuela de Náutica de la UPC, que como veremos más adelante, tiene su parada especial en esta ruta…
Hasta llegado ese momento, no hacemos más que apreciar el buen gusto con el que el arquitecto municipal, Adolf Florensa, dotó el edificio facultativo en pleno s. XX para que se asemejara al gusto clásico del de la Llotja de Mar, sin ser invasivo de esta forma con el entorno (algo de lo que deberían aprender muchos «star architects» del s. XX y XXI más preocupados por su ego que por lo que les rodea).
Bordeando la escuela llegaremos a la siguiente parada en mitad del Pla de Palau: la fuente del Genio Catalán y la brillante estrella de 5 puntas que la corona.
El «geni català» se trata de una de las primeras fuentes monumentales instaladas en Barcelona, datándose en 1856 y dedicándose a José Bernaldo de Quirós, marqués de Campo Sagrado y capitán general de Cataluña entre 1824-1827, aunque como muchas de las figuras de la época (un saludo a Antonio López), la trascendencia del homenajeado ha sido superada por la monumentalidad del conjunto.
En éste destaca en concreto las cuatro esculturas que representan las cuatro provincias catalanas a la par que sus cuatro ríos más notables: el Llobregat, Ter, Ebro y Segre. Esta alegoría hídrica era necesaria ya que, el motivo del homenaje es que el marqués de Camposagrado fue el encargado de traer las aguas de Montcada a la capital y, permitiendo con ello, el progreso industrial de ésta. Motivo a su vez por el que alza precisamente la estrella de 5 puntas: símbolo global del progreso.
Un ángel progresista y exhibicionista al que se le cortaron las alas |
Barcelona es una ciudad angelical, pero también , al menos en los dos últimos siglos, con ciertos problemas con el pudor. Si hace unos meses os contábamos cómo la escultura L’Empordà se las vio y deseó con la censura burguesa de la época franquista (en el s. XX toda muestra pública de desnudo era objeto de exilio al, por entonces, lejano Palau Reial y Parc Cervantes), en el s. XIX eran más radicales y se atajaba toda falta de decoro público con la castración. A este radical método se vio sometido el ángel de la fuente del Geni Català cuando, a los pocos días de su inauguración, fueron mutilados sus genitales y tapados con un tapujo a orden del obispo, que veía escandaloso el ir y venir de las damas al pla para apreciar tan masculinas formas. El ángel tuvo que esperar nada menos que 130 años para que en la década de los 80 se le retirara el tapujo. Eso sí, de sus genitales no se ha vuelto a saber… quizás para hacer cierto aquello de que los ángeles no tienen sexo. |
Basílica de los Santos Mártires Justo y Pastor
Tras apreciar la estrella del genio catalán nos dirigimos hacia el corazón del barrio gótico, donde nos espera no una, sino toda una constelación. Para ello nos adentramos a través de las callejuelas que se encuentran tras el edificio de correos y que nos conectan con los restos de la muralla romana.
Paseando junto a ella llegaremos a la Plaza de Sant Just, una de las más antiguas de la ciudad y donde encontramos la basílica que da nombre a la plaza, en cuyo interior nos esperan varios misterios que pasan desde mitología romana hasta el cobijo de la mismísima moreneta.
Lo mitológico lo encontramos en el techo de la iglesia de forma muy, pero que muy simbólica, ya que para darnos cuenta de lo que representan las 13 claves de la bóveda tendríamos que unirlas como el que une los puntos de un pasatiempo. De esta forma el resultado no sería otro que la constelación de géminis: un claro alegato a la condición de gemelos de los dos santos a los que se le adjudica este lugar de culto.
¿Y quienes fueron Justo y Pastor como para adjudicarles uno de los templos más antiguos de la ciudad? Y es que, a pesar de que el edificio que hoy apreciamos en estilo neogótico se fecha en torno al 1342, está remodelado en base a un recinto del siglo IV, cuya adjudicatura a los santos gemelos se basa en un intento por copiar la mitología pagana y adaptarla al ideario cristiano.
Este «plagio» es debido a una técnica pseudomarketiniana que el cristianismo puso en marcha para imponerse a otras creencias en los primeros siglos de la Edad Media a través de la cultura popular. De esta forma, el martirio de los santos Justo y Pastor tomaría el relevo del de los héroes griegos Castor y Pólux, que a su vez tuvieron su reflejo en la mitología romana a través de los míticos Rómulo y Remo, fundadores de la capital.
Este hecho se hace más evidente al momento en el que los arquitectos de la basílica tomaron la referencia a Géminis como elemento característico de la construcción, ya que es precisamente esta la constelación en la cual Zeus, padre de todos los dioses, transformó a los gemelos para que permanecieran eternamente unidos.
¿Reside la verdadera Moreneta en el Gótico barcelonés? |
Además de la constelación de Géminis en su bóveda, otro de los elementos característicos que encontramos en la Basílica de Sant Just i Pastor es una «réplica» de la Virgen de Montserrat. Y entrecomillamos réplica porque existe la leyenda de que la que reside en Sant Just es realmente la Moreneta original. Tal afirmación se basa en la constatación de que, en 1931, los monjes benedictinos retiraron la talla de veneración catalana por excelencia del monasterio por miedo a que, ante el creciente conflicto que estallaría en la Guerra Civil, se dañara a la figura. Tan solo tres monjes conocían la localización de la Moreneta, que no fue restituida hasta el 26 de febrero de 1939, sin saberse el motivo de su vuelta: simplemente apareció de nuevo. Desde entonces se ha asumido que la virgen monástica es la original que se escondió en 1931, pero tras su restauración de 2001 se constató que carecía del orificio que la talla auténtica poseía para la colocación de un lirio o palma como ofrenda que, la de Sant Just y Pastor es la única de las réplicas oficiales que sí posee. Si a este hecho le añadimos que existe un documento en la basílica que constata la entrega de manos de los benedictinos de la talla en 1931, todo ello nos hace suponer que es probable que la Moreneta original no volviera a su monasterio tras su exilio secreto. |
Teatre Poliorama
La siguiente parada no es otra que el germen de la observación astronómica en la ciudad, para lo cual nos tenemos que dirigir a las Ramblas, tramo Canaletas y encontrarnos con uno de los teatros más emblemáticos de la ciudad desde comienzos del siglo pasado.
Para ello tomamos el carrer Hércules (héroe mitológico que acompañó a los protagonistas de la anterior parada, Castor y Póllux, en la búsqueda del Tosón de oro junto a Jasón y los argonautas) hacia el Ayuntamiento, que directamente nos une con las Ramblas a través del carrer Ferrán (abreviado de esta forma para no hacer honor al infame rey Fernando VII, a quien originalmente estaba dedicada la calle).
Si nos colocamos frente la fachada del mítico Teatre Poliorama y observamos su tejado, apreciaremos dos elementos fuera de lo común para un edificio de uso cultural como este. Se tratan de dos torres rematadas con cúpulas semejantes a la de un observatorio.
Y es que precisamente estamos ante el vestigio de las primeras torres de observación de la ciudad, dedicándose la de la izquierda a los cuerpos celestes y la de la derecha a los fenómenos meteorológicos.
¿Cómo han llegado hasta aquí? La razón de un remate de estas características para un teatro es que el edificio aún hoy comparte uso con la Real Academia de Ciencias y las Artes, que en 1883 fundó aquí el primer observatorio astronómico de la ciudad.
De hecho, el edificio obra del arquitecto José Doménech y Estapá (que era miembro de la propia Academia) no era en origen un teatro, destinándose sus plantas bajas para su uso como cine en 1899 como vía de financiación para la frenética actividad científica que en él se daba.
La funcionalidad como observatorio duró poco, ya que el crecimiento urbano en torno a la Rambla y la cada vez mayor extensión de l’Eixample, hacían de este lugar poco propicio para la observación astronómica, fundándose un nuevo lugar para ello en lo que será la última de las paradas de esta ruta.
Estrella de la Granada del Penedès
Del corazón de la ciudad nos dirigimos a la frontera del populoso barrio de Gràcia con el noble Sant Gervasi. Podemos hacerlo calmadamente recorriendo los dos puntos neurálgicos que suponen plaza Cataluña y Passeig de Gràcia, o directamente tomar la línea 3 del metro y bajarnos en Diagonal.
En cualquier caso antes de perdernos por las pueblerinas calles de Gràcia nos espera un curioso objeto decorando el número 12 del carrer de la Granada del Penedès. Un objeto repleto de historia y culminado con una estrella de 5 puntas para decorarlo y hacerlo más visible al perdido transeúnte que rara vez repara en su existencia.
Esta estrella nos marca la existencia de una auténtica granada, que no es ninguna alegoría del nombre de la calle, sino una bomba usada por el General Prim durante la revuelta de la Jamancia, en 1843.
Esta bomba, usada para sofocar la insurrección que el centralismo madrileño provocó en las políticas locales de las villas de Sant Andreu y Gràcia, no llegó a explotar, quedando como recuerdo para unos vecinos acostumbrados a levantarse en armas y decididos a que cada acción quedara bien remarcada en la historia de la ciudad.
Así, desde finales del s. XIX luce en la fachada de esta escondida calle de, ahora, Sant Gervasi, una granada auténtica que estuvo dando nombre a la calle hasta 1980, cuando para no confundirla con la calle Ciudad de Granada, se le añadió el apellido en homenaje a la localidad del Penedès.
Astrolabio de la Plaza del Sol
La siguiente parada nos sumerge en las transitadas calles de Gràcia hasta llegar a una de sus plazas más concurridas: la plaza del Sol.
Allí descubriremos otra forma de mirar a las estrellas en Barcelona, sin tener que hacerlo dirigiendo la mirada hacia arriba, sino más bien hacia el frente o a la altura de la mirada que nos quede el astrolabio de Joaquim Camps.
Quien realizara otras esculturas en la ciudad como el Gaudí residente en Sarrià, diseñó para la reforma de la plaza de 1986 un «astrolabio» (que entrecomillamos porque en realidad en nada se asemeja al instrumento para medir las estrellas) donde destaca la representación de la bóveda celeste, en la que se marcan las 12 horas para que el brazo de Virgo indique la hora solar.
A este signo zodiacal figurativo le acompañan los 11 restantes alrededor de la semiesfera, destacándose en cada uno de ellos rasgos típicos de la personalidad de cada uno, como la ingenuidad de uno de los Géminis, que sale representado introduciendo su mano en la boca de Leo.
Vil·la Urània
La cantante británica Dido nos ilustraba a través del videoclip de su mayor éxito (Thank You) cómo la presión inmobiliaria puede acabar con la vida calmada y tradicional de las construcciones coloniales en un Manhattan plagado de rascacielos.
De manera similar pero con mejor desenlace apreciamos en el carrer Saragossa cómo una pequeña casa unifamiliar parece engullida por el Sant Gervasi del desarrollismo.
Se trata de Vil·la Urània: una construcción de 1868 que ha sobrevivido a la especulación gracias a su particularidad histórica, siendo éste el lugar donde en 1915 se descubrió el planeta Hispania.
¿Cómo llega la España romana a nombrar todo un planeta (posteriormente degradado a cuerpo celeste) desde una calle de El Farró? El culpable es Josep Comas, que siendo ésta su casa familiar, instaló a principios de siglo un telescopio con el que observar los astros, a lo que era ampliamente aficionado.
Este hobby no solo le llevó a descubrir «Hispania», sino también convertirse en el primer director del Observatorio Fabra, final de nuestra ruta y muy vinculado tanto a la actividad de Vil·la Urania como con el teatre Poliorama.
A la muerte de Comas en 1937, Vil·la Urania pasó a titularidad del Ayuntamiento por expreso deseo del legítimo dueño, razón por la que a pesar de que por aquel entonces «todo aquello era campo» (hoy imposible hubiese sido descubrir un planeta desde este punto… si acaso una antena de telefonía mal colocada), esta construcción se salvó de la piqueta cuando a partir de los años 50-60, se comenzó a urbanizar la zona.
Reflejo de esta actividad es la estampa que dibuja hoy Vil·la Urania, totalmente encajonada entre edificios de periferia… excepto por el que lleva anexo: una moderna construcción de 2018 que presume ser uno de los edificios más inteligentes de la ciudad, con todo tipo de técnicas constructivas que lo convierten en bioclimático y autosuficiente. Ambas edificaciones funcionan como centros cívicos.
Museo de la Ciencia Cosmocaixa
Desde Vil·la Urania nos será fácil alcanzar el carrer Balmes ya en su parte alta, cuya finalización nos lleva a la avinguda del Tibidabo y, en su cruce con la ronda de Dalt, con el famoso submarino militar que decora precisamente la entrada a nuestra penúltima parada: l’Antic Asil Santa Llúcia, desde 2004 Cosmocaixa.
Como parte de los fondos destinados como obra social, la entidad bancaria eligió el antiguo edificio que el popular Doctor Andreu (el de las pastillas para la tos pero también el del pelotazo inmobiliario que urbanizó la falda del Tibidabo) construyó en 1900 como asociación benéfica para el cuidado de invidentes como nueva sede de su museo dedicado a la difusión científica.
Y como parte de esta actividad, destaca su observatorio astronómico, ampliamente usado para excursiones escolares donde se pretende despertar en los infantes la pasión por el estudio de las estrellas.
Observatorio Fabra
Para llegar a la última de las paradas de esta ruta, o hay que preparar bien las piernas, o bien buscar una actividad paralela más lúdica como supone tomar el funicular al Tibidabo, también llamado Cuca de Llum. Elijamos la opción que elijamos, el punto final lo pone el edificio del Observatorio Fabra, construido en 1902.
Hasta este punto alto y despejado de Barcelona, se desplazó forzosamente la actividad de la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona, cuya sede en el hoy teatro Poliorama quedó asfixiada por la urbanización de la Rambla. Traslado que fue posible gracias sobre todo al mecenas que le da nombre: Camil Fabra i Fontanills.
Tres fueron las condiciones que permitieron a Fabra impulsar su construcción: ser el marquès d’Alella (y con ello contar con posibles para su financiación), ser miembro de la Academia (conociendo con ello de primera mano la necesidad del cambio de localización), pero sobre todo, haber sido el alcalde de la ciudad.
Todo ello permitió que, bajo la protección de Fabra, el observatorio obtuviera los terrenos, el impulso y la financiación que hasta el día de hoy permite que se puedan observar las estrellas desde este punto del Collserola sin que la contaminación lumínica sea un impedimento.
Las estrellas en Barcelona fuera de ruta
El (largo) paseo planteado permite casi en línea recta atravesar la ciudad del lado mar al lado montaña, pero aún quedan algunos desvíos posibles de lugares de Barcelona donde se pueden avistar o sentir las estrellas.
La estrella de la Sagrada Familia
Es una de las más visibles y, desde la Navidad de 2021, una de las más icónicas. Se trata de una estrella luminosa de 12 puntas que corona la torre de la Virgen María del templo expiatorio de Gaudí. Hecho que la sitúa a nada más y nada menos que a 138 metros de altura.
La luz y su altura no es la única característica que la hace visible: sus 5,5 toneladas de peso y sus 12,5 metros de diámetro de punta a punta permiten que sea avistada desde cualquier punto de la ciudad donde la Sagrada Familia ya se hiciera presente. Algo relativamente sencillo al ir ganando el templo en altura progresivamente, hasta que pueda alcanzar los 172 metros de altura que se prevén para su finalización.
Esta fue, de hecho, la primera de las intervenciones en los remates de las torres, que se prevén que sigan completándose hasta que se de por terminado el templo, previsiblemente para 2026. En la Navidad de 2022 le acompañaron las terminaciones de dos de las torres de los evangelistas: el buey de San Lucas y el León de San Marcos.
Planetarios de Barcelona
A la actividad profesional llevada a cabo en el Observatorio Fabra y la didáctica del Cosmocaixa, le acompañan otras tantas a lo largo de la ciudad a través principalmente de otros tres planetarios, a los que solo se puede acceder mediante reservas y con un carácter plenamente educacional: el planetario municipal, el planetario de la facultad de Náutica y el planetario del Museo Marítimo.
Planetario Municipal
Situado en pleno Guinardó, el Planetario Municipal de Barcelona comparte espacio con la emblemática Escola de Mar (institución pedagógica centenaria que impartía educación al aire libre en la Barceloneta, en un edificio de madera en lo que hoy es la plaça dels Pescadors, y que tuvo que ser trasladada, primero a Montjuïc y después al Guinardó debido a los bombardeos de la Guerra Civil).
Este planetario es de los más antiguos de España y el primero en ofrecer actividades educativas a centros escolares, como parte de un amplio programa de difusión de las ciencias astronómicas.
Entre sus curiosidades e instalaciones, destaca la representación de la esfera celeste con los edificios del perfil de Barcelona marcados, para que se pueda identificar la posición de las estrellas fácilmente, así como actividades que acercan la vocación de astronauta mediante simulaciones.
Planetario municipal de Barcelona |
Carrer de Brussel·les, 34-40, Guinardó |
Teléfono de contacto: 690729598 |
Horario: de martes a jueves de 09.30 a 12.30 h. |
Reservas solo para grupos de estudiantes salvo eventos específicos abiertos al público general. |
Planetario de la Facultad de Náutica
Era la parada que nos quedaba pendiente camino a la fuente del Geni Català… Y es que todo estudiante de náutica tiene como asignatura pendiente saber interpretar los astros correctamente para guiarse en la mar.
Para ello, la UPC dispone de una completa instalación planetaria en la que encontramos 4 maquinas de simulación, navegación y radar con las que maniobrar a la luz de las estrellas.
Facultad de Náutica de la UPC |
Pla de Palau, 18, Ciutat Vella |
Teléfono de contacto: 934017936 |
Correo electrónico: infofnb.upc.edu |
Espacio reservado para uso de los estudiantes de la UPC matriculados en náutica. |
Planetario del Museu Marítim
Por las mismas razones por las que un estudiante de náutica debe saber guiarse por las estrellas, el Museo Marítimo en su labor difusora nos muestra no solo las principales estrellas con las que guiarnos, sino también un recorrido histórico de la importancia de los astros en las cartas de navegación, así como apuntes físicos y científicos del conocimiento astronómico.
Este planetario tiene la peculiaridad frente a los otros tres de ser inflable, por lo que su instalación solo se monta para proyecciones concretas y no forma parte del recorrido habitual del museo.
Museo Marítimo |
Av Drassanes, 1 |
Teléfono de contacto: 933429920 |
Horario: de lunes a viernes de 10.00 a 13.00 h. |
Reservas solo para grupos de estudiantes. |
Agrupación astronómica de Barcelona (ASTER)
¿Interesado en este último apartado de la difusión del conocimiento de las estrellas? Más allá del interesante conocimiento ocasional que nos pueda aportar la visita a cualquiera de estos planetarios de Barcelona, en nuestra ciudad disponemos de una asociación en la que reunirnos con seguidores de la astronomía y ciencias afines: ASTER.
Fundada en 1948, permaneció hasta 2004 en un observatorio del paseo de Gràcia, en cuyo número 71 se pudo apreciar la característica cúpula de estos espacios hasta que los edificios contiguos crecieron en tamaño dejándola inutilizable, de similar forma a lo sucedido con el observatorio del teatre Poliorama.
Hoy en día los encontramos en el número 291 del carrer Viladomat, en un lugar donde Josep Comas (el propietario de Vil·la Urània) se sentiría como pez en el agua, ya que no se limitan al intercambio de pareceres, sino a la investigación pura. Suyos son los logros de haber sido los primeros de Europa Occidental al detectar la señal emitida por el satélite Sputnik I el 17 de enero de 1957, y el descubrimiento de la erupción atmosférica de Júpiter en 1989.
Para el público en general ofrecen cursos que van desde la iniciación a la astronomía, hasta el uso de un telescopio, pasando por técnicas de orientación a través de las estrellas o talleres de astrofotografía.
La estrella de la Caixa
Como elemento corporativo y/o publicitario, estamos acostumbrados a ver el logo de la Caixa como un elemento más de la banca… Error, ya que por mucha tirria que, con razón, podamos tener a este tipo de entidades, no podemos negar que en el caso de la caja de ahorros barcelonesa, contar con Miró como su diseñador fue todo un acierto.
Así, desde 1981, podemos ver todo un Miró desde lo alto de las torres diseñadas por Cordech en la Diagonal y en las diferentes sucursales (cada vez menos…) de la entidad. Un Miró «fragmentado», ya que la estrella forma parte de una obra aún más grande que se exhibe en estos mismos edificios.
De cómo llegó este símbolo a representar a este banco fue fruto de «buscar inspiración en la propia inspiración». Todo empezó en 1979, cuando La Caixa contrató a la agencia de publicidad e imagen Landor con un único propósito: unir las diferentes identidades de marca que tenían las cajas de ahorro y fundaciones que operaban bajo La Caixa para que fueran ampliamente reconocibles, tanto en cualquier territorio español como en el extranjero.
Para ello Landor se inspiró en el «concepto Miró»: cómo unas representaciones abstractas y sin aparente significado, se pueden identificar de inmediato con su autor. De este concepto salió un primer boceto consistente en un asterisco de ocho puntas, que no convenció del todo…
Y tras ello se decidió directamente contactar con Miró, que aceptó el encargo a condición de que no se tratara de un simple trabajo de diseño de logotipo, sino una pieza artística completa de la cual saldría el elemento que sirviera como identificación de La Caixa.
Es así como el artista creó junto a Josep Royo el tapiz del que saldría la icónica estrella, y que recientemente ha sido restaurado a la vista de todo el público en la sede del Caixafórum de Montjuïc.
Conjunto Residencial Estrellas Altas
Terminamos este fuera de ruta visitando el barrio de La Marina, donde nos espera un conjunto de cuatro torres y tres edificios bajos que componen el conocido como las Estrellas Altas.
Construidos entre 1965 y 1980 por un miembro del ilustre GATCPAC, Antonio Bonet (Canódromo de Meridiana, Torre Urquinaona, edificio Mediterráneo), fue concebida como una «ciudad vertical» bajo los principios que proyectó Cerdà para su Eixample. Pero al igual que sucedió con el urbanista, la teoría chocó con el afán recaudador de la promotora y el proyecto inicial se pervirtió, eliminándose las zonas ajardinadas y el espacio entre torres.
Hoy se avistan casi al inicio de la Zona Franca como uno de esos edificios colmena con los que, nuestro querido Porcioles, minó la ciudad desfigurándola y eliminando calidad de vida a los barrios. Pero si nos fijamos en los pequeños detalles, apreciamos cómo el concepto casi utópico de comunidad (otro intento fallido, aunque con más glamour en Instagram, es el célebre Walden 7 de Bofill), permanece, con edificios que dialogan (a gritos, eso sí) entre ellos.
¿Y las estrellas? Supuestamente es la silueta que iban a dibujar los 12 edificios inicialmente proyectados, hoy desfigurados por no haberse respetado los amplios metros de separación que debía haber entre ellos. No obstante, las podemos apreciar dibujadas en el suelo casi como un chiste en los patios centrales, en el espacio donde debían existir amplios jardines.