Los aficionados al senderismo tienen un nuevo atractivo en Barcelona. A la ya llamativa configuración y monumentalidad de la Muntanya Màgica, se le suma la oficialidad de un sendero PR identificado como Ruta Montjuïc 360. Esta nueva ruta permite rodear esta colina en su totalidad recorriendo sus principales atractivos sin apenas pisar asfalto.
Montjuïc 360: ¿Qué es un sendero PR?
Un sendero PR (pequeño recorrido) es una ruta homologada por la FEDME (Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada) y que abarca de los 10 a los 50 Km. Se identifica con dos bandas de color blanco y amarillo que se repiten por todo el trazado facilitando su seguimiento, el cual es promocionado y protegido por la entidad local encargada de su homologación.
A Barcelona, antes de la creación de la ruta Montjuïc 360, se la podía atravesar por varios senderos de largo recorrido (los que acumulan una distancia mayor a 50 km e identificados con las bandas rojas y blancas), como el Sendero del Mediterráneo (los populares camí de ronda, identificados como GR-92), el Montserratí (GR-6) o el Camí Romeu a Montserrat (GR-96), pero más allá de la Ronda Verda (pensada para ciclistas), carecía de un sendero plenamente propio.
Todo ello cambió a principios de 2023, cuando la Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya (FEEC) en colaboración con Foment Excursionista de Barcelona, diseñaron la Ruta Montjuïc 360, identificada y homologada como PR-C229.
Desde entonces, podemos hacer un recorrido de media distancia, 11 kilómetros, que nos lleva a recorrer la Muntanya Màgica durante aproximadamente tres horas y con un desnivel acumulado en torno a los 400 metros, lo cual lo hace accesible para todos los públicos.
Recorrido de la ruta Montjuïc 360
[Pulsando sobre cada marcador azul (el marcador, no la letra) obtendrás un resumen sobre cada parada y enlaces a artículos explicativos]
Inicio y final: Jardins de les Tres Xemeneies (L3)
Duración: 3 horas (11 km.)
21/22 paradas, según hagas la variante del castillo lado mar (la sugerida) o lado montaña (la oficial).
La ruta Montjuïc 360 tiene como principal atractivo el permitir una visión casi total de los atractivos de Montjuïc partiendo de una zona céntrica y volviendo a ella, recorriendo espacios muy conocidos como el castillo, los jardines Laribal o el Mirador del Alcalde, y otros no tanto como la Foixarda, el Polvorí o el Mirador Ocell de Mar.
Así, el punto de inicio / final son los jardines de les tres Xemeneies, en pleno Poble Sec y a apenas 10 minutos de las Ramblas, siguiendo la calle Mata hasta el parque del Mirador de Poble Sec, que ya nos introduce en plena naturaleza y nos deja el cemento atrás.
Continuamos una subida hasta llegar a los Jardines de Miramar, que los abordaremos desde el lado mar, justo por debajo de la estación del teleférico y el restaurante homónimo, llegando a la plaza de la Armada a través de la escalinata que se sitúa frente al hotel que fuera sede de los primeros estudios de RTVE en Cataluña.
El recorrido se mantiene en la trasera del hotel Miramar, a través de la plaza de Carlos Ibáñez. Ahí, justo junto a la entrada al túnel que nos lleva a los jardines Costa i Llobera encontramos unas pasarelas que nos llevan a la carretera antiga de Montjuïc, y que nos hace ascender de nuevo bordeando el campo de tiro, el antiguo cementerio judío (que da nombre a la montaña) y conectando con los jardines del Mirador del Alcalde.
Una vez pasamos las llamativas cascadas del Mirador del Alcalde, conectamos con un camino de tierra que pasa bajo los pinares paralelo a la carretera de Montjuïc que conecta con el castillo.
Llegados a este punto tenemos dos opciones: abordar el perímetro del castillo desde el lado derecho, contrario al mar a partir del fossar de Santa Eulàlia (tal como propone el PR original de Montjuïc 360), o abordarlo camino al monumento al establecimiento del metro como medida oficial, que recorre el perímetro desde el lado mar, que por las espectaculares vistas es el que sugerimos y marcamos en el mapa.
Elijamos la variante que elijamos, es a este momento cuando alcanzamos el punto más alto del recorrido, a 160 metros de altura respecto al mar, y ambos caminos nos llevarán al mismo punto: el mirador del Migdía.
Nuevamente por camino de tierra y bajo pinares, dejamos atrás la Caseta del Migdía para toparnos con los muros que limitan el cementerio desde su parte más alta: lo bordearemos por su lado derecho en todo momento por los senderos sin asfaltar hasta llegar al fossar de la Pedrera pasando por el idílico mirador de l’ocell de mar bajo el palmeral.
Una vez le presentamos nuestros respetos desde las alturas a las víctimas del franquismo y nazismo, buscamos los restos del antiguo castillo de Port para enfilar la bajada dirección al Polideportivo La Báscula, pero sin alcanzarlo desvío a la derecha mediante para bordear la enorme explanada del Sot de Migdía.
Regresamos varios metros de altura más bajos dirección a la entrada principal del cementerio sin alcanzarla, desviándonos hacia la izquierda una vez lleguemos a los miradores del Migdía, característicos por su forma triangular con la tribuna terminada en punta.
Llegados a este punto de la ruta Montjuïc 360 volveremos a tocar asfalto, que lo evitaremos enseguida cruzando hacia el lado donde se encuentra el Palau Sant Jordi y tomando el camino de tierra que se sitúa entre éste y el carrer dels Jocs del 92.
Siguiendo todo recto llegaremos a las puertas del Club Natació Montjuïc y, aún más adelante al Teatre de los Sentidos, situado en los terrenos del antiguo polvorín del castillo.
A las puertas del barrio del Polvorí, giramos hacia la derecha dirección al estadio de atletismo Serrahima, donde, a pocos metros de su entrada en el lado contrario se encuentra el tunel de la Foixarda, que nos lleva a la fosa del mismo nombre. Bordeamos el campo de rugby que se encuentra en su interior hasta alcanzar la plaza del Pare Eusebi Millán, cuya subida nos lleva a la avinguda dels Montanyans, junto al Poble Espanyol.
Siguiendo la parte verde que rodea el aparcamiento del lado derecho del MNAC nos situaremos en la trasera del museo, que conecta con la pequeña ermita de Santa Madrona y al paseo homónimo que debemos tomar hasta poder atravesar los jardines de Laribal al otro costado.
Los cruzamos al completo, a través de los paseos inspirados en el Generalife granadino y que nos sitúa sobre el Teatre Grec y en la trasera de la Fundació Miró, que alcanzamos a través de su jardín de esculturas.
El siguiente paso es abordar unos pocos metros de la acera de la carretera de Montjuïc hasta dar con el Chiringuito Pepe en la explanada de tierra, desde donde comienza el carrer Poeta Cabanyes.
Este carrer, -popular porque en su vertiente más introducida en Poble Sec, nació en 1943 Joan Manuel Serrat-, nos lleva a través de la zona más verde del pintoresco barrio de la Satalia. Siguiendo su popular estadio cuesta abajo llegamos a las primeras filas de casas del barrio del cantautor, que seguimos mediante el paseo de la Exposición hasta el peculiar parque de la Primavera.
Atravesando el parque, -situado sobre el Refugio Antiaéreo 307-, llegaremos de nuevo al carrer Mata, que nos devuelve al parc de les Tres Xemeneies y, con ello, a finalizar el recorrido de la ruta Montjuïc 360.
Qué ver durante la ruta Montjuïc 360
A través de la descripción del recorrido ya hemos tenido bastantes pistas de lo que, tanto natural como monumentalmente, nos podemos encontrar en esta completa ruta. No obstante, a modo de guía desentrañamos los puntos más curiosos por los que pasa la ruta Montjuïc 360.
Parc de les Tres Xemeneies
El inicio de la ruta Montjuïc 360 tiene poco de paisajístico pero mucho de historia. Lo que hoy parece un parque de líneas duras fue el inicio de una revolución que legó no solo al país, sino a todo el mundo, la jornada laboral de 8 horas.
Es en este punto (y las tres chimeneas así lo atestiguan) donde se encontraba la Canadiense: la compañía eléctrica cuyos trabajadores protagonizaron una histórica huelga en 1919 de 44 días, que dejó sin suministro a toda Barcelona y al 70% de la pujante industria catalana.
Gracias a estos trabajadores y al respaldo de una CNT perfectamente organizada, se consiguieron notables avances laborales para los obreros de la eléctrica y, debido a la mecha encendida por presión popular, también para el resto del país, que con este hito consiguió reducir la jornada laboral de las 10-12 horas a las 8 que aún hoy en día mantenemos.
Miramar
Una vez pasado el zigzagueo del parque del Mirador de Poble Sec llegamos al Montjuïc propiamente dicho que conocemos: el de la monumentalidad, el verde y las vistas. Las de Miramar dan al puerto y el frente marítimo, dando testimonio de una actividad frenética por la que Barcelona es bien conocida.
Al subir el último tramo de las escaleras de Forestier (el paisajista que, entre otros, pacificó Montjuïc para que de una cantera pasase al gran parque que es hoy en día) nos recibe «Serenitat», el nombre de la escultura sedente del escultor novecentista Josep Clarà.
No es la única obra de Clarà que nos espera en los jardines de Miramar: a su lado izquierdo se encuentra «Fertilitat», obra que en un principio estaba diseñada para decorar la recién remodelada plaza Cataluña en 1929 pero cuyo desnudo escandalizó a la sociedad burguesa de la época. Razón por la que fue exiliada a este rincón, por aquel entonces, inhóspito.
Esa misma suerte corrió la que es probablemente la joya de la corona de la plaza: la Vendimiadora de Pablo Gargallo, cuyo pecho descubierto le valió el pasaporte a Miramar.
Esta obra es tan representativa de quien es considerado el mejor escultor español del s. XX, que, en 2010, el Ayuntamiento de Zaragoza solicitó al de Barcelona el molde original para reproducirla en bronce. Hoy la Vendimiadora de Miramar tiene su propia réplica a las puertas del Museo Gargallo en la capital maña.
Monumento a la Sardana
Enfilando la carretera de Montjuïc hacia el castillo nos encontramos justo donde estaba la entrada al antiguo parque de atracciones el monumento a la Sardana, una obra de 1966 de Josep Cañas en el que se representa a 8 sardanistas realizando la popular danza catalana.
Destaca la piedra situada en su interior, traída directamente de Montserrat simbolizando el lugar en el que los sardanistas dejan sus pertenencias atadas en el interior del círculo.
Curiosamente y sin razón más aparente que su falta de vigilancia, es uno de los monumentos más vandalizados de la ciudad, destacando la desaparición completa en 2002 de una de las figuras y la amputación de manos realizada en 2022, año en el que fue completamente restaurado.
Jardines del Mirador del Alcalde
A pocos metros de la entrada del castillo, en una de las terrazas que dan al puerto comercial nos encontramos con uno de los rincones más espectaculares de esta ruta Montjuïc 360: el mirador del alcalde.
Se trata de unos jardines situados a diferentes alturas unidos a través de una fuente que funciona como cascada, creada por Carles Buïgas (el autor de la Font Màgica), siendo ésta el elemento más destacado junto a la pavimentación, realizada siguiendo los principios del trencadís gaudiniano pero, en vez de con restos cerámicos, con piezas de desecho industrial (ruedas dentadas, trozos de plancha, culos de botella, etc.) que, junto a ladrillos, adoquines, cantos rodantes y otros elementos aglomerantes, forman un mosaico de 420 m2.
También encontramos en estos jardines la obra que Subirachs realizó para conmemorar el 125 aniversario de la Caixa de Barcelona, en 1969, justo tres años después de la inauguración de este espacio, que recibe su nombre en referencia al, precisamente, el peor alcalde que ha tenido la ciudad, José María de Porcioles.
El Ayuntamiento lo abrió al público después de que el dictador Franco cediera el castillo en 1960, creándose estos jardines para dignificar la zona colindante a su entrada, por entonces muy degradada.
Porcioles aprovechaba el día de su santoral, el 19 de marzo, para realizar este tipo de inauguraciones. Razón por la que en la época, estas obras se denominaban «josefinas».
El Castillo de Montjuïc
El hito de la ruta Montjuïc 360 es alcanzar este monumento nacional, no solo por encontrarnos en la zona más alta de la montaña, sino también en la más emblemática.
Justo antes de comenzar la empinada cuesta de apenas 50 metros que da paso al puente de entrada, nos encontramos con la escultura realizada en homenaje al aviador Juan Manuel Durán, uno de los tres que cruzó en el hidroavión Plus Ultra el océano Atlántico desde España hasta Argentina sin escalas, en 1926, siendo esta la primera ocasión que se alcanzaba esta gesta.
Ya en la cima de la montaña, el florido fossar de Santa Eulàlia nos da paso a un espacio de memoria para Barcelona desde 2011, ya que a pesar de ser los castillos unas fortificaciones pensadas para la defensa de las ciudades, en este caso, tal como sucedió con la Ciutadella, el de Montjuïc más bien lo fue para fustigarla.
En sus inicios fue tan solo una torre de defensa ante piratas y flotas enemigas, fortificándose en 1641 para defender a Barcelona de las tropas de Felipe IV (la guerra dels Segadors). Una vez cayó en manos del monarca, ya jamás se usaría para el beneficio de la ciudadanía hasta el nuevo milenio.
Desde entonces, el castillo de Montjuïc ha sido el triste protagonista de bombardeos como los de 1842-1843, ha visto pasar por sus dependencias a centenares de disidentes contra la dictadura (entre ellos, el president Lluís Companys, fusilado en este lugar en 1940) hasta que finalmente se musealizó en 1963.
Hoy en día el castillo hace repaso de todas estas trágicas historias, que han sido cambiadas por actos para beneficio de la ciudadanía como el festival de circo callejero durante los días de la Mercé, el Cinema a la Fresca y otros eventos lúdicos que vienen a compensar años y años de represión.
Fossar de la Pedrera
Tras bordear el lado montaña del castillo, la ruta nos lleva hacia el mirador del Migdía y, al poco, los muros del Cementerio de Montjuïc. En su extremo norte podremos apreciar desde las alturas del mirador del Ocell de Mar la que fue la fosa común más grande de Barcelona, donde se enterraron a las víctimas del Franquismo.
Una fosa surgida del hueco que la explotación de la cantera Moragas dejó en este lateral de la montaña y que, tras años de acoger los restos mortales de los vencidos por la dictadura, en 1985 se dignificó como memorial en homenaje a las víctimas de la represión franquista y de otras barbaries como el holocausto judío.
Así, desde las alturas y desde los restos del antiguo Castillo del Port (que cuenta con una placa conmemorativa del milenario de Catalunya como punto clave del reino, colocada en 1989), podemos apreciar una verde explanada en la que lucen varios hitos en conmemoración a los caídos por la represión de la dictadura.
Dentro de estos hitos destacan las columnas de entrada, con el nombre de los más de 1.700 enterrados tras ser fusilados en el Camp de la Bota (actual Fòrum); un espacio dedicado a los judíos muertos durante la II Guerra Mundial; la ornamentada tumba de Lluís Companys; el monumento a los Libertarios muertos por el Franquismo y la Pietat: réplica del monumento situado en el Parlament en el que se reinterpreta la popular obra de Miguel Ángel, en este caso representándose una mujer con rasgos fuertes y firmes, tomando en sus brazos a una víctima de la dictadura.
El Castillo del Port |
Antes que el de Montjuïc, se situaba sobre la pedrera Moragas el primer castillo de la ciudad, denominado del Port por ser ya desde entonces esta la zona donde se comercializaba a través del mar. Datado oficialmente en torno al 1020 (aunque existen referencias anteriores, hasta del 878), el Castillo del Port pertenecía al noble Mir Geribert, que lo utilizaba como segunda residencia apreciando sus vistas sobre la ciudad. Vistas que también apreciaron Ramón Berenguer II y III pero para la defensa de la ciudad, constantemente asediada por los corsarios del Mediterráneo. Por esta razón establecieron en este punto la primera defensa por mar de Barcelona. En el s. XV, el Consell de Cent vería en la cercana torre de Farell un punto más estratégico para sus intereses, por lo que trasladó toda la guarnición de defensa al que hoy es el Castillo de Montjuïc, comenzando una decadencia del Castillo del Port que produjo que hoy en día solo queden de él un par de piedras sobre las que se ha colocado una placa para su recuerdo. Lo que también queda como testimonio de su presencia es el germen del barrio de la Marina del Port, que ya desde entonces crecía bajo su protección y bajo la riqueza de unas marismas fértiles y prósperas. |
Miradores del Migdía
Tras bordear el fossar de la Pedrera nos tocará hacer lo propio con el Sot del Migdía: una enorme explanada fruto de la explotación canterista y que se concibió en los ochenta como espacio para macroconciertos (aquí se han celebrado 10 ediciones del Telecogresca, así como multitudinarios conciertos de Manu Chao, Loquillo, El Último de la Fila, etc.), pero que la construcción del Fòrum con el mismo objetivo y la cercanía del Palau Sant Jordi ha acabado por abocarlo a un espacio para prácticas de autoescuela.
Este rodeo nos lleva al parc del Migdía y a sus peculiares miradores, característicos por simular la proa de un barco y adentrándose hacia diferentes puntos cardinales, permitiendo vistas de la Anella Olímpica, el bosque mediterráneo que nos lleva al cementerio y la hilera de palmeras que lo circunda.
Polvorín de Montjuïc
Tras realizar la zigzagueante bajada del parc del Migdía hasta el cruce del carrer del Foc con el paseo olímpico, nos encontramos un camino de tierra elevado que nos lleva a las puertas del club de natación de Montjuïc, en el carrer Segura, que si lo continuamos nos dirige a los restos del antiguo polvorín del castillo de Montjuïc.
Se trata de un conjunto de dos edificios de piedra unidos por una muralla con torres de centinela o guardia, construido en el 1773 con la finalidad de albergar el arsenal y el cuerpo de guardia, convenientemente alejado del castillo para evitar explosiones no deseadas.
Tras años de abandono, se comenzó a recuperar a finales de los 80 por voluntad del barrio homónimo que creció a sus faldas, en el hueco que, nuevamente, dejó la cantera de piedra que explotaba la zona. Un barrio que fue de los últimos de barracas que pobló Montjuïc antes de su recuperación pre-olímpica.
Así, el Polvorí se convirtió de 1988 a 1996 en la sede de Radio Zona Franca, además de redacción del diario La Marina. No fue hasta 2005 que, urbanizado la totalidad del barrio, el Ayuntamiento restauró la edificación y la cedió como equipamiento cultural a la compañía «El Teatro de los Sentidos«, que desde entonces tiene allí su sede.
La Foixarda
Desde el Polvorín nos dirigimos a la pista de atletismo Joan Serrahima, donde justo al frente de su entrada nos encontramos con el túnel de la Foixarda: un rocódromo urbano al aire libre (el de mayor tamaño de Europa) con 240 metros de longitud y 17 metros de altura, lo que permite la realización de 120 vías de escalada.
Este túnel nos lleva a la Foixarda propiamente dicha: un espacio nuevamente configurado por la explotación canterana de la montaña, en este caso de manos de la familia Foixart (de la que deriva su nombre) que, una vez finalizó sus excavaciones, cedió los erosionados terrenos en 1915 al Ayuntamiento.
El Consistorio aprovechó el espacio para crear el que sería el primigenio Estadio Olímpico, pensado para las Olimpiadas de 1924 a las que Barcelona se presentó como candidata por primera vez. Al no ser elegida la ciudad como sede, acabó convertido en parque de atracciones para la Exposición Internacional de 1929, volviéndose a transformar en equipamiento deportivo posteriormente como estadio de rugby, uso que conserva en la actualidad.
El Jardín Botánico Histórico de Barcelona |
En la misma hondonada de la Foixarda donde encontramos el equipamiento deportivo pero más cercano hacia el MNAC, nos encontramos con el denominado como Jardín Botánico Histórico: una obra del botánico Pius Font i Quer de 1930, con la que no solo se pretendía el reacondicionamiento urbano de la montaña, sino también el estudio medicinal de las plantas y la conservación de especies catalanas, pirenaicas y balear. Este jardín botánico, donde encontramos las especies arbóreas más altas de la ciudad, estuvo en activo desde 1941 a 1986, momento en el que las obras de acondicionamiento para las Olimpiadas de 1992, produjeron diversos movimientos de tierra que desestabilizaron los terrenos abruptos de este sector de la Foixarda. El cierre de este botánico propició la creación de uno nuevo, en 1999, frente al Estadi Olímpic. No obstante, la consolidación del terreno permitió que en 2003, el de la Foixarda pudiera reabrir, bajo la denominación de «histórico» para distinguirlo del que se sitúa sobre el antiguo vertedero de escombros de la ciudad. Como curiosidad, dentro del Jardín Histórico encontramos una masía que podría hacernos imaginar que en estos terrenos se cultivaba, pero se trata en realidad de una imitación de las casas populares de los payeses realizada para la Exposición de 1929, y que hoy en día se usa como centro de jardinería. |
Ermita de Santa Madrona
Subiendo a través de la Plaza del Pare Eusebi Millán, a través del Campo de Hípica, dejamos la Foixarda para situarnos en la avenida dels Montanyans, ya a nivel del MNAC, en cuya trasera y escondida entre el museo y el Palauet Albéniz nos encontramos con todo un símbolo del Poble Sec rural: la ermita de Santa Madrona.
Este lugar de romería es donde se rezaba nada más y nada menos que a una de las tres matronas de la ciudad: Santa Madrona, que desde el s. XVII ostenta este título al ser a quien se acudía en caso de sequías, organizándose una procesión cada vez que se la necesitaba desde la Catedral a este punto de Monjuïc.
Jardines de Laribal
Desde el mismo paseo de Santa Madrona dirección hacia el Castillo nos encontramos a mano izquierda con los jardines de Laribal: los primeros de toda la montaña en ser urbanizados datándose en 1909, cuanto el Ayuntamiento los compró al periodista y político Josep Laribal.
Posteriormente, para la Exposición de 1929, se encargó su remodelación al prestigioso paisajista Jean Claude Nicolas Forestier (Campo de Marte en París, Parque de María Luisa en Sevilla, La Magdalena en Santander, etc.), que recibió la ayuda del no menos prestigioso Rubió i Tudurí (Turó Park, Plaza Macià, Palau Reial, etc.).
Ambos crearon para la zona unos jardines mediterráneos con una clara inspiración en el Generalife granadino, siendo las pérgolas, los parterres y las cascadas los principales protagonistas.
En este mismo parque encontramos dos rincones muy característicos de Montjuïc y su historia contemporánea: la Font del Gat y el Teatre Grec.
Fundació Miró
Nada más salir de los Jardines de Laribal en su extremo hacia el castillo, nos encontramos imponente rompiendo el paisaje (o dialogando con él, como dirían los arquitectos modernos) el edificio que el arquitecto racionalista Josep Lluís Sert diseñó para exponer la obra de su amigo Joan Miró a finales de los años 50.
Símbolo de la arquitectura moderna, este edificio y la obra que contiene supone todo un bien cultural de interés nacional por su carácter rupturista.
Junto a él, nos encontramos con el jardín de esculturas: un espacio diseñado para dar continuidad al espacio expositivo y contextualizarlo dentro de la naturaleza de la montaña. En este rincón encontramos obras de Plensa, Perejaume, Tom Carr y, además, una representación del popular Manelic: el protagonista de la obra Terra Baixa, de Àngel Guimerà.
La Satalia
Nada más dejar atrás el jardín de esculturas de la Fundació Miró emprendemos la bajada de la montaña por el lado derecho de la Escuela Bosque: una de las escuelas que se crearon a principios del s. XX gracias al impulso del proyecto de escuelas públicas del Patronato.
Este camino nos lleva a través del barrio de La Satalia, uno de esos rincones que, cada cierto tiempo, se destacan en publicaciones dirigidas a hipsters o con vocación de «lugar secreto» bajo el titular que «no parece Barcelona».
Si bien es cierto que su aire aldeano y de casas bajas, lo aleja del prototipo del Eixample, la proliferación de construcciones modernistas y el hecho de que existan otros ejemplos en el mismo Montjuïc (La Font de la Guatlla) o en otros puntos como Horta (carrer Aiguafreda) o El Carmel (els Set Turons), hacen de esos titulares mero clickbaiting para consumidores de AirBnB.
Lo que sí hace auténtico a la Satalia es su carácter vecinal: amenazados durante décadas por la piqueta al estar englobados como zona verde dentro del Plan General Metropolitano, sus habitantes acostumbran a proteger lo suyo contra viento y marea, siendo la última de las batallas que libran la de la gentrificación.
Más allá de ello, entre sus numerosas cuestas encontramos curiosidades como el estadio de fútbol, el pasaje Serrahima (formado por un conjunto de casas modernistas protegidas como bienes culturales) o el pasaje València, donde encontramos restos de la antigua vía medieval de origen romano que llevaba hacia la capital levantina.
Qué ver alrededor de la ruta Montjuïc 360
A pesar de ser una ruta completísima, la Montjuïc 360 nos deja a tocar de otros puntos de la montaña que merecen el desvío y toda una visita. Al igual tendremos que caminar mucho más que los 11 kilómetros de la oficial pero, a buen seguro, nos merecerá la pena.
¿Y qué imprescindibles nos quedan al alcance de la ruta Montjuïc 360, aunque no pasemos por ellos?
- Los jardines Costa i Llobera albergan una colección de más de 1.000 cactus y suculentas en un parque que llegó a ser nombrado por el New York Times como uno de los 10 mejores del mundo.
- Los jardines Joan Brossa rinden homenaje a Charles Chaplin, Joaquim Blume, Charlie Rivel y Carmen Amaya a través de cuatro esculturas que formaron parte del parque de atracciones de Montjuïc.
- Los jardines del Mossen Cinto Verdaguer cuentan con una escalinata compuesta por 30 albercas en las que apreciar una nutrida colección de nenúfares, flores de loto y otras plantas acuáticas que sirven de hábitat para una importante colonia de anfibios.
- El faro de Montjuïc no es visitable y, desde donde mejor se aprecia es desde la Ronda Litoral, pero un reciente incendio en esa ladera de la montaña lo deja al descubierto desde el paseo que se inicia con el monumento al Metro como unidad de medida, ya que fue en ese punto donde se estableció a nivel mundial (menos los ingleses, que son muy suyos).
- El cementerio de Montjuïc es de los más ostentosos del mundo, con panteones, lápidas esculturales y mausoleos que compiten en espectacularidad con las residencias del Eixample de sus propietarios. Entre ellas se encuentra la del propio Ildefons Cerdà, que reproduce la cuadrícula del distrito que diseñó.
- La anella olímpica es uno de los must de la montaña y la ruta Montjuïc 360 lo circunda, pero merece la pena parar a apreciar sus detalles como los aurigas del Estadi Olímpic, las marcas horarias de la plaza Europa diseñadas para que la torre de Calatrava sirva como reloj solar, la campana de la Pau que regaló la región de Baden-Württemberg para los JJOO y que toca a las 12 y a las 7 de la tarde, el memorial del SIDA en los jardines de aclimatación o el altar armenio que recuerda el que es el segundo mayor holocausto del s.XX, frecuentemente olvidado por razones políticas.
- El Poble Espanyol, MNAC y Font Màgica son tres de las atracciones turísticas más visitadas de Barcelona, por lo que poco podemos decir de ellas que no hayan dicho en la Time Out, Traveler o Barcelona Secreta.
En definitiva, estamos ante una ruta, la Montjuïc 360, con dos claros objetivos: ofrecer a los aficionados al senderismo en Barcelona una opción al alcance en cualquier momento, y dar otra perspectiva de la montaña alejada de la que ofrece el bus turístico.
Seas de la opción que seas y elijas la cara de la montaña que elijas, Montjuïc siempre tiene algo nuevo que ofrecerte.
Una respuesta a «Ruta Montjuïc 360: el primer sendero íntegramente de Barcelona»
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