El eclecticismo de Barcelona llega a tal punto que no resulta nada extraño que en ella haya tenido especial arraigo una de las instituciones internacionales más misteriosas: la logia masónica. Son muchos los mitos y leyendas que sobre esta organización giran, así como la injusta etiqueta de sectarios (imagen influenciada por la persecución que el franquismo hizo sobre ellos) o de organización secreta (tienen sede bien localizada y en ella cualquiera con interés se puede hacer miembro). Lo que sí que no se puede negar de los masones es el legado que, durante más de tres siglos han dejado en la ciudad, y desde aquí queremos mostrároslo.
¿Qué o quiénes son los masones?
Antes de entrar en materia conviene que tengamos claro qué pistas vamos a seguir. Así, la logia masónica es una institución basada y promulgadora de los principios filosóficos, filantrópicos y progresistas, con objeto de estudio de la verdad, los valores éticos y las prácticas solidarias con el fin de legar a la humanidad un mundo mejor construido entre todos.
En Barcelona, la masonería que tuvo más arraigo es la logia francmasónica, surgida tras la Revolución Francesa y que hace extensivo sus valores de libertad, igualdad y fraternidad, que incluso hoy en día forma una comunidad de más de 2000 miembros. Aunque la presencia de masones se daba ya en la Edad Media, sobre todo entre el gremio de los constructores, y ya sabemos la fuerza que tenía en la Barcelona medieval los poderes gremiales.
El término ‘masón’ proviene del francés ‘maçon’, que significa constructor: profesión muy ligada a su extensión en la Edad Media
Este gremio destacaba frente a otros por su grado de especialización, requiriendo un largo aprendizaje y grados jerárquicos según la destreza de cada miembro. Perfectamente organizados, celebraban ritos de iniciación así como ceremonias en las que compartían conocimiento y los maestros instruían públicamente a sus pupilos. Tal era el interés que causaban estas prácticas que del ámbito constructor, se amplió a otros gremios hasta convertirse en organizaciones filosóficas abiertas que, con los años, llegaron a cautivar a alcaldes, presidentes y otras personalidades relevantes de la vida pública.
Los principales símbolos de la Barcelona masónica
Pese a no ser una sociedad del todo secreta tal como hemos indicado, han sido largamente perseguidos por su carácter místico y por ir en contra de toda muestra política y religiosa (está prohibido abordar estos temas en sus reuniones). Esto les ha llevado a desarrollar un lenguaje de signos y símbolos propio que marcaban discretamente en edificios y otros lugares para dejar constancia de sus pensamientos libertarios o del uso de ese lugar para sus reuniones. Son símbolos muy numerosos y cargados de significado, pero los principales que nos encontramos en esta ruta son:
- El triángulo: representante del equilibrio máximo. Heredera de la Santísima Trinidad, significa los tres grados en los que se divide una logia: maestro, compañero y aprendiz; a la par que los tres principios básicos: rectitud, metodología y ley (en la francmasónica también libertad, igualdad y fraternidad).
- La llana y los ladrillos: símbolos heredados del pasado como gremio constructor, significan la perfección con la que la logia debe esforzarse para crear un mundo mejor basado en la benevolencia. Con estas herramientas deben construir los cimientos de la solidaridad entre hermanos.
- La regla de 24 pulgadas: representa la rectitud del tiempo y recuerda la practica de no malgastarlo. Según la logia, 8 horas se deben dedicar al ocio y descansar, 8 a trabajar y 8 a meditar.
- El compás: símbolo de la medida y la justicia. Muestra dualidad (las dos puntas) y la unión (su eje).
- La escuadra: otro de los elementos que aporta rectitud y firmeza, simbolizando el macrocosmos y el microcosmos, enfrentado a cualquier escritura sagrada.
- El nº 33: tal como hemos visto, pese al rechazo a la religión, mucha de su simbología es hereditaria de éstas. Es el caso de las referencias al nº 33, máximo nivel de aspiración masónica.
- El nº 7: de forma menor que el 33, el 7 también es venerado por los masones al asemejarse su forma al de la llave mágica, aquella que abre todas las puertas del conocimiento
- La estrella de cinco y seis puntas: es un símbolo pre-medieval, que ya se daba como elemento icónico en las construcciones que imitaban al Templo de Salomón (la que se cree primera construcción masónica y génesis de sus estándares). La estrella de cinco puntas representa el microcosmos, el ser individualizado, mientras que la de seis puntas, el macrocosmos, el universo como centro de todo.
- Las acacias: es la representación vegetal por excelencia de los masones, al representar la presencia del gran maestre. La razón es que la acacia, al ser espinosa, simboliza las penas que el iniciado debe pasar hasta llegar al nivel de Maestro Perfecto.
Huella de los masones en Barcelona
[Pulsando sobre cada marcador azul (el marcador, no la letra) obtendrás un resumen sobre cada parada y enlaces a artículos explicativos]
Inicio: Barceloneta (L4)
Final: Carrer Avinyó (L3)
Duración: hora y media / dos horas a pie (7 km.)
17 paradas.
Edificio Fraternitat
Nuestra ruta de la Barcelona masónica comienza en la antigua isla de Maians (por eso de darle un toque místico al paseo), que hoy en día no es otra cosa que La Barceloneta. Concretamente en el nº 8 del carrer Compte de Santa Clara nos encontramos con la biblioteca La Fraternidad, cuyo nombre ya nos da una pista de su legado masón. Surgida como cooperativa en 1876 en la cercana calle Pescadores, el actual edificio modernista se construyó en 1918, para dar cabida al creciente éxito de la entidad que ya no solo funcionaba como economato, sino también como centro cívico popular, ofreciendo todo tipo de ayudas al barrio y dinamizándolo.
Por si este carácter ya de por sí enmarcado en los postulados masones, no fuera suficiente, si nos fijamos en las esculturas que decoran la entrada, encontramos entre dos efigies femeninas un escudo en el que se localiza el triángulo y en su interior dos manos entrelazadas que reproducen el saludo masón.

Porxos d’en Xifré
Para nuestra segunda parada abandonamos la Barceloneta a través de la plaza de Pau Vila, frente al Palau de Mar, dirigiéndonos hacia Pla de Palau. A mano izquierda nos encontraremos un edificio en piedra muy característico por sus pórticos. Estamos ante els Porxos d’en Xifré. Este edificio es toda una oda masónica, repleto de detalles decorativos que nos anuncia a gritos la suscripción a la logia de su creador, el indiano Josep Xifré.
Conocido por su posición alejada a todo pensamiento teológico, Xifré quiso plasmar en su edificio distinta simbología alegórica del pensamiento masón, como se aprecia notablemente en el frontispicio, en el que podemos leer: “Uranie coeli motus scrutatus et astra” (Urania está siempre atenta del movimiento del cielo y las estrellas). Urania (diosa griega de la astronomía y astrología) se la representa con el compás, que una de las figuras que lo decora, sujeta en sus manos.
Por si uno de los símbolos por excelencia del imaginario masón no fuera suficiente, vemos como en el reloj solo se representan los números uno, dos, tres, seis, nueve y doce, que sumados dan 33…



Restaurant 7 Portes
No nos tenemos que ir muy lejos de los Porxos d’en Xifré para dar con la tercera parada de la ruta masónica en Barcelona. Concretamente ni nos moveremos del lugar, ya que en la esquina de este edificio con Pla de Palau nos encontramos con el centenario restaurante 7 Portes. Promulgado por el propio Xifré (se cree que precisamente como punto de reunión de la logia al que pertenecía) abrió sus puertas en el año 1836 a cargo del comerciante catalán Josep Cuyás.
Solo basta con mirar su solería para ratificar su condición de punto de reunión masón, al ser la típica de tablero de ajedrez que indica lugar simbólico para la logia, al que le sigue el uso del 7 en su denominación. Otros elementos decorativos como las hojas de acacia, que simboliza la inmortalidad y designa al maese masón, no hacen más que justificar la presencia de este emblemático local en la ruta masónica.

Santa María del Mar
Una vez hemos disfrutado del arroz parellada que da fama al 7 portes, solo tenemos que continuar recto por Pla de Palau para sumergirnos por las callejuelas del Born (incluso tener la experiencia de atravesar la calle más pequeña de Barcelona). Al poco nos encontraremos de bruces con la imponente Catedral del Mar.
Debemos confesar que más allá de la realidad que los gremios constructores fueron quienes originaron la logia tal como hoy en día se le conoce en Barcelona, no hay mayor relación directa entre Santa María del Mar y los masones. Pero aprovechando que el «Pisuerga pasa por Valladolid», queremos que visitéis una de las vidrieras más afamadas del monumento: aquella en la que aparece el escudo del Barça (por no haceros ir al Camp Nou, que queda bien lejos de aquí).

Cómo ha llegado ese escudo aquí da para otra historia (spoiler: el F.C. Barcelona financió parte de la reconstrucción tras los bombardeos de la Guerra Civil), pero es la excusa perfecta no solo para integrar esta espectacular iglesia gótica en la ruta, sino para contaros cómo el blaugrana llegó a ser los colores del Barcelona, que como no podría ser de otra forma, tiene razones masónicas.
El mandil de maestro se distinguía del de aprendiz, que era blanco, por los colores azul y grana que los decora. La importancia del mandil en la logia residía en que era todo un símbolo de los orígenes, ya que era fundamental su uso para que los constructores protegieran su cuerpo de potenciales daños al picar o trabajar la piedra.
Hasta aquí podría ser todo una casualidad, pero resulta que existe una conexión entre Rossend Arús (cuyo papel fundamental en el conocimiento de la logia en Barcelona, descubriremos más adelante) y Joan Gamper, el fundador del F.C. Barcelona. Esta conexión es un pariente de Gamper, que era discípulo de Arús y participó directamente en la fundación del club. ¿Otra simple casualidad? Puede, pero dada la fecha de fundación y los enlaces todo apunta a que puede existir esta conexión… ¡así que no estropees una bonita historia con dudas y disfruta de las vidrieras!

Cascada Monumental
Salimos por uno de los laterales de Santa María, y tras rendir el merecido tributo en el Fossar de les Moreres a los mártires de 1714 (un saludo a Felipe V…), tomamos el paseo del Born hacia el bellísimo Mercat. Bordeándolo llegaremos al paseo Picasso y con él, al parc de la Ciutadella. Con calma nos dirigimos hacia su extremo nordeste, donde se encuentra su afamada y emblemática cascada monumental, no sin antes disfrutar de estos bellos jardines que los barceloneses no solo celebran por ser uno de sus pulmones verdes más reconocibles, sino también por construirse en los terrenos que dejó liberados el derribo de la terrible fortaleza de Felipe V (otro saludito…).
La cascada se comenzó a construir en 1875 con la idea de estar lista para la gran Exposición de 1888 bajo la dirección de Josep Fontsere (reconocido masón) el cuál, aprovechó la ocasión para llenarla de sutil simbología con la ayuda de su joven delineante en prácticas: Antoni Gaudí. Esta simbología venía ya plasmada desde los mismos planos, concibiéndose una cascada de 70 metros de base con 7 saltos (ya estamos a vueltas con el 7…) en forma semicircular con orientación este – oeste (en referencia al trayecto del sol, como mandan los preceptos de… ya sabéis quienes). La obra se completa con otros ornamentos para la ocasión en la zona contigua como los dedicados al escritor Buenaventura Aribau, en cuyo busto aparece de nuevo la acacia y la estrella de 5 puntas (esta gente otra cosa no, pero iconografía tenían para cubrir la torre Mapfre entera).
¿Fue Gaudí masón? Es una teoría muy debatida, sobre todo porque su obra está repleta de simbología oculta. Pero su fervorosa religiosidad, el hecho de que esta simbología sea más mitológica que masona, y que no se le conozca pertenencia a logia como sí a sus compañeros Falqués, Domènech y a coetáneos como Andreu Nin, Pi i Margall o Ferrer i Guàrdia, siembran demasiadas dudas como para haceros desviaros hasta la Sagrada Familia, que queda lejos.

Castell dels Tres Dragons
No salimos del Parc de la Ciutadella pero sí cambiamos el rumbo hacia su esquina noroeste, donde nos encontramos con un edificio de ladrillo visto que simula un castillo de planta cuadrada. Se trata del Castell dels Tres Dragons, edificio del arquitecto Domènech i Montaner levantado entre 1887 y 1888 como café-restaurante, también para la Exposición Universal de Barcelona de 1888.
Además de la conocida pertenencia también de Domenech i Montaner a cierto club que nos va a hacer recorrer todo el centro de Barcelona, encontramos el sellito masónico de turno en uno de los plafones cerámicos que decoran el friso bajo las almenas.
Allí apreciamos una estrella de mar (que se asemeja a la estrella de cinco puntas) en cuyo interior aparece la letra G en mayúscula. ¿Qué nos quieren decir nuestros amigos iconofílicos con esta inicial? Hace referencia a ‘GADU’, siglas que esconden la denominación del Gran Arquitecto Del Universo, nombre con el que es designado a su Dios (escapaban de la religión, pero eso no quiere decir que no tuvieran sus propios preceptos teológicos).

Farolas de Pere Falqués
Suerte que la ruta se da por lugares emblemáticos, curiosos y bien bonitos de la ciudad, porque si a quien la escribe, le está resultando pesada tanta imaginería, no me quiero imaginar al lector… (gracias por seguir ahí). El motivo de la sensación de pesadez no es porque se pierda interés en ella, sino porque… ¿A que no sabéis a qué grupo místico pertenecía el arquitecto Pere Falqués? Efectivamente, la Exposición de 1888 fue un hervidero idóneo para plagar la ciudad de simbología masónica.
Recuperando el tono que la ruta merece, justo saliendo del Castell dels Tres Dragons, encarando el Passeig Lluís Companys nos lo encontramos flanqueado por numerosas farolas que nos dirigen hacia Arc de Triomf. Estamos ante unas farolas modernistas únicas, de gran belleza y acabados, cuya firma masónica la encontramos en su forma, que reproduce el compás y la escuadra. Era el saludo masónico con el que Falqués quería dar la bienvenida al progreso y el conocimiento, dos de los principales principios de la logia y también temáticas principales de la Exposición.

Convent de Sant Agustí Vell
Antes de llegar a Arc de Trionf hacemos un requiebro hacia la izquierda para introducirnos tímidamente en el Born, concretamente en el carrer Comerç. En el número 36 nos encontramos con el Convent de Sant Agustí. Este edificio es relevante para el motivo de nuestra ruta porque su adhesión a la causa masónica no fue producto de un seguidor de ésta, sino directamente de quienes se encargaron de introducirla en el país: los francmasones.
Esto se debe a que el convento fue invadido durante las Guerras Napoleónicas por las tropas francesas, al mando de José Bonaparte en 1808 ya como rey de España (nuestro Pepe Botella). Este rey ilegítimo (que no es que viniera a sustituir a uno mejor… de aquellos lodos estos fangos) era Gran Maestre de la Masonería Francesa, por lo que no es de extrañar que sus ejércitos quisieran dejar rastro de su paso, como ocurrió al colocar en las tres puertas de entrada la escuadra y el compás.
Estas escuadras y compases no están colocados de forma idéntica. En la puerta derecha la escuadra se encuentra girada 90º grados hacia la derecha, lo que nos hace pensar que en la puerta izquierda sucedía la misma inversión hacia la izquierda. Decimos «nos hace pensar» puesto que la puerta que hoy ocupa la entrada al Museu de la Xocolata carece de sus símbolos, debido a que en los años 60 el franquismo, nada amigo de la logia, los retiró (un franquismo que, además de ciego al no darse cuenta de la existencia de los mismos símbolos dos puertas más al lado, actuaba por revancha, ya que el propio Franco quiso pertenecer a ella, deseo que se le negó, pero eso es otra historia…). También encontramos las letras F y M en la puerta principal, iniciales de Franco Masonería.


Arc de Triomf
Tras esta breve entrada en el barrio del Born, volvemos a encaminarnos hacia el passeig de Lluís Companys para encarar el Arc de Triomf, que supone nuestra siguiente parada. Nos encontramos ante una obra que, a pesar de contar con multitud de detalles, los típicos de la logia masónica no se encuentran entre ellos. Aquí el elemento masónico es más conceptual que explícito.
Esto se debe a que estamos ante el primer Arco del Triunfo que no se alzó como recuerdo a una batalla ganada, tal como ocurre con el de París o Roma. Aquí, la victoria es de las artes y la cultura, un principio muy masónico como los arquitectos que estaban detrás de su construcción (tal como hemos avanzado, la Exposición del 88 fue un hervidero para que los francmasones, en pleno auge, exhibieran sus valores).
El verdadero triunfo por tanto era el de los ideales que los masones promulgaban: entrabas a la exposición y todo lo que te rodeaba rezumaba logia: valores como la hospitalidad y hermandad, el fomento de la industria, la agricultura y el comercio como pilares de la economía, una ciudad que respiraba ciencia, arte y cultura, y que gracias a Falqués, el horizonte hacia ella venía dibujado con escuadra y compás.

Biblioteca Arús
Solo nos hace falta mirar hacia el lado montaña y caminar recto para dirigirnos al número 20 del Passeig de Sant Joan, momento álgido de la ruta ya que nos encontramos ante un auténtico templo de la masonería en Barcelona: la biblioteca Arús.
Tal es la importancia del lugar para los masones que, una vez ingresas como miembro, te regalan el carnet de esta biblioteca como rito iniciático. El motivo es que estamos ante la casa de Rossend Arús, Gran Maestro de la Gran Logia Regional Catalana Balear (dentro de la masonería tienen sus propias «liguillas») y uno de los más importantes difusores de la cultura masónica, hasta el punto de crearse bajo su dirección y mecenazgo El Diccionario Enciclopédico de la Masonería, obra capital del estudio de la logia.
Tras su muerte, legó a la comunidad su casa para que se convirtiera en biblioteca especializada en masonería, anarquismo y movimientos sociales, siendo aún a día de hoy, el espacio más completo de divulgación de estas tres materias.
Como impronta masónica, aparecen de nuevo las acacias, pero este detalle deja de importar al momento que descubrimos el elemento más destacable de su interior y también de los más curiosos de Barcelona: una reproducción de dos metros de la Estatua de la Libertad. ¿Qué hace allí? Para dar respuesta solo tenemos que recordar que este símbolo de Nueva York, fue un regalo de Francia en el centenario de su Revolución, la cual se llevó a cabo bajo las reclamas de «liberté, egalité et fraternité».

Plaza Cataluña
Desde la biblioteca Arús podemos tomar la calle Ausías March todo recto hasta ir a parar a la plaza por excelencia de Barcelona, o dar un pequeño rodeo por la Ronda Sant Pere para poder apreciar otros rincones que, aunque fuera de ruta, pueden amenizar el recorrido, que en este tramo se puede hacer algo monótono. En la esquina de Ronda Sant Pere con Lluís Companys podemos ver un trozo de la muralla medieval oculto en un bar, rendir pleitesía al símbolo del catalanismo que supone la estatua a Rafael Casanova, y a nuestro paso por Urquinaona fijarnos en el que fuera el primer rascacielos de España, el edificio Fábregas.
Aprovechamos esta leve inclusión en l’Eixample para indicar que su condición de cuadrícula, su facultad higienista y su carácter igualitario responde a los principios masones de su creador: Ildefons Cerdà
Elijamos el camino que elijamos, llegaremos a la puerta de entrada a la vida cotidiana de los Barceloneses, la Plaza Cataluña. Una plaza que es a día de hoy lo que es por voluntad propia de los ciudadanos (el centro neurálgico estaba planeado que lo fuera Glòries ya desde el plan Cerdà), y donde después de tanta oda a la orden masónica, nos encontramos con un nada disimulado símbolo que supone un punto de discordia ante nuestros apacibles afrancesados.
¿Os habéis fijado que la plaza Cataluña está decorada en su explanada central con una enorme rueda de seis ejes? Este es el símbolo por excelencia del Rotary Club, una elitista agrupación internacional que surge como escisión de los masones, quienes veían contraria a su naturaleza ese carácter excluyente de los rotarios (cotilleo: se dice que Beyoncé y Pau Gasol pertenecen a esta élite). Se sabe que varios conocidos y activos francmasones participaron en el diseño de la plaza, entre ellos nuestro amigo Falqués y Rubio i Tudurí, quien estuvo a cargo de la plaza al momento de estamparse la gigantesca firma rotaria de la que se desconoce autor.

Carrer de la Portaferrisa 11
Si a estas alturas estamos entusiasmados con tanto simbolismo oculto, podemos hacer un requiebro antes de dirigirnos a la Rambla y desviarnos donde hoy se encuentra el Mediamarkt de la calle Fontanelles para visitar la mística calle Estruc, donde no nos encontraremos el triángulo y el compás pero sí una iconografía cabalística que roza lo masónico (sin ser la calle nada de eso…).
Desde allí, abordando Portal de l’Angel, en una pequeña callejuela oculta tras plaza Catalunya, encontramos el pasaje Ribadeneyra, donde se encuentra la capilla de Santa Ana. ¿Y por qué nos paramos ante esta iglesia? Porque estamos ante la sede de los Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro, es decir, la sede de los templarios.
Esta orden medieval se considera una de las ramas principales que desembocaron en la orden masónica del s.XIX, y aunque nos suene a épocas de cruzadas, siguen en activo. En concreto, los que pertenecen a esta congregación barcelonesa (la sede nacional la encontramos en Calatayud), acostumbran acudir el primer lunes de cada mes ataviados con el uniforme templario, en un desfile que parece sacado de una puerta del Ministerio del Tiempo.
Después de este breve paseo medieval, volvemos a nuestra causa masónica bajando las Ramblas hasta abordar la calle de la Portaferrisa, concretamente al número 11, junto al Palacio Moja. En un edificio que hoy en día está ocupado por un hostal nos encontramos ante un despliegue de simbología masónica digna de examen, un «greatest hits» de la iconografía de la logia en tan solo el espacio que deja el friso de la puerta.


Concretamente lo que veremos serán dos niños que sujetan un triángulo, que se sitúa encima de unos ladrillos, sujetando uno de ellos dos reglas y el otro una llana y un compás. ¿Alguna duda sobre qué se hacía en este edificio construido en 1867? No vamos a entrar en qué significa cada símbolo porque si a estas alturas ya no lo sabéis es que os falla la retentiva u os estamos dando la vara (de 24 pulgadas) demasiado. Lo que sí podemos detallar es que ambos niños simbolizan la inocencia y la pureza ante la tarea de la construcción del hombre iluminado. El niño de la derecha se le representa como carpintero, y el de la izquierda como el cantero, dispuestos a levantar un templo de sabiduría universal.
Santa María del Pi
Un templo de sabiduría universal no, pero un campanario sí que levantó Bartomeu Mas en la cercana iglesia de Santa María del Pi. Solo tenemos que tomar la calle Petrixol, que nos queda justo enfrente de Portaferrisa 11 y bajar hacia la plaza de la iglesia (no sin antes darnos el capricho de tomar un suizo con melindros, que nos lo hemos ganado y esta calle chocolatera por excelencia nos lo pide a gritos). Allí nos saludará el imponente rosetón de la iglesia y, junto a su entrada principal, una losa lapidaria con la inscripción del legendario arquitecto (legendario porque, como veremos en otros artículos, su historia tiene miga… digamos que el hecho de que Santa María del Pi tuviera campanario es algo que se atragantó durante siglos).
No solo el nombre de Bartomeu Mas figura en la lápida (que nadie se sorprenda por ello: toda la plaza de Sant Josep Oriol era un cementerio), sino también… ¿a que no sabéis que instrumento está tallado? Efectivamente, otro compás para la colección, acompañado de un martillo y una circunferencia con el centro marcado, como dibujado a compás.


Pese a coincidir con la simbología masona (la circunferencia con el punto marcado es símbolo de la perfección, además del principio de toda manifestación o acción), también lo es tal como hemos visto y nos recalca Xavi Casinos (un auténtico experto en masonería en Barcelona y su historia popular), marca gremial, en este caso de los canteros y arquitectos. En cualquier caso no nos podíamos permitir dejar de enseñaros el enésimo compás barcelonés.

Catedral de Barcelona
Siguiendo desde la plaza del Pi el carrer de la Palla todo recto saldremos a la plaza Nova, donde la majestuosa Catedral nos saluda. Un punto que está repleto de simbología y curiosidades que dan para un libro, pero como la ruta es la que es, debemos entrar y dirigirnos directamente a la capilla de San Sebastián y Santa Tecla, donde nos encontraremos con un escudo en el que se nos aparece el compás, una rosa y dos cometas. Esta inequívoca señal de «los masones estuvieron aquí», se debe al canónigo Joan Andreu Sorts, que fue quien la financió en el s.XVI y quien permitió a los canteranos masones dejar la creciente insignia de la formación.
El resto de la catedral bien merece una mirada, pero por no hacer eterna la ruta debemos salir y girar a mano derecha para abordar el carrer dels Comtes y girar de nuevo por el carrer de la Pietat para situarnos tras su ábside. En él, en la línea de la losa lapidaria del Pi pero sin resultar tan fúnebre, encontramos diferentes marcas símbolos de los gremios que trabajaron la Catedral en la Edad Media ya constituidos como masones.
De hecho, en estos rincones junto a las piedras firmadas (el grado de especialización requerido era tal que una vez alcanzado, se dejaba marca del trabajo realizado, como una firma), se realizaban los ritos iniciáticos en que los maestros transmitían sus conocimientos a los aprendices, aumentando el grado de los participantes dentro de la logia.

También encontramos símbolos masónicos de época medieval sobre algunas de las ventanas del ábside, donde siendo observadores nuevamente nos aparece la escuadra y el compás en varias ocasiones.
Pont del Bisbe
Girando hasta el final del carrer Pietat, salimos directamente al carrer del Bisbe, donde dirigiéndonos a la izquierda ya podemos apreciar nuestra siguiente parada, que no es otra que el emblemático puente gótico que une el Palau de la Generalitat con la penúltima de nuestras paradas (no os haremos spoiler).
Este puente, que de gótico tiene lo mismo que Port Aventura de exótico (por eso de haberse construido en 1928 por Joan Rubió i Bellver, discípulo de Gaudí), además de por sus elegantes formas, destaca por la calavera atravesada por un puñal y rodeada de acacias que sirve de eje central de la bóveda.
Una calavera que ha sido objeto de numerosas supersticiones entre barceloninas y barcelonines: que si da mala suerte mirarla más de una vez; que si el puñal se desprende del cráneo, los cimientos de Barcelona se derrumban; que si cruzas el puente de espaldas y le pides un deseo te lo concede… Lo único 100% confirmable al respecto es que se trata, como no, de un símbolo masón, en concreto aquel que figura la muerte iniciática, el momento en el que el individuo se dispone a despojarse de sus ataduras morales para abrazar la iluminación universal (¡toma ya!).


El conjunto se culmina, por si quedaba alguna duda…, con las acacias, además de el ibis, la tau y el guante blanco (que simboliza el ritual por el que todo aprendiz debe portarlos como indicativo de pureza, de pulcritud con lo que se toca). Toda esta simbología propia de la Barcelona masónica hace pensar que aquí, como entrada a la casa en la que repararemos en la siguiente parada, se encontraba la llamada cámara de reflexión masónica.
Casa dels Canonges
Como su propio nombre indica, se trata del palacio donde residían los canónigos que oficiaban en la catedral. Hoy en día, se usa como residencia habitual del President de la Generalitat, cuyo puente gótico recién visitado lo conecta con el despacho presidencial (no vaya a ser que se junte con el populacho…). En la puerta de entrada destacan dos ángeles que sustentan un escudo, en el que, ¡sorpresa!, nuestros amigos masones dejaron una vez más impronta de su presencia.
La podemos apreciar en el ya clásico compás, las estrellas fugaces, que simbolizan el atrevimiento y la innovación, y una novedad en esta ruta: la rosa, que nos transmite belleza pero también advierte del secreto sub rosa: que viene a indicarnos que «lo que pase en la Casa dels Canonges, queda en la Casa dels Canonges», razón de más para pensar que este edificio en concreto fue muy relevante en los ritos masones.
Carrer de Avinyó 27
Terminamos nuestra ruta de la Barcelona masónica (a estas alturas comenzamos a pensar que se tarda más en leerla que en recorrerla…) en un punto que conecta el pasado masónico con su futuro en Barcelona. Para ello debemos seguir recto por el carrer del Bisbe hasta, una vez cruzado el Ayuntamiento abordar el carrer de la Ciutat. Pasadas 3 calles giramos a mano derecha por el carrer de la Comtessa de Sobradiel, que nos llevará directo al carrer de Avinyó a la altura del número 27.
En este punto de la calle que Picasso hizo famosa con sus señoritas (que ni eran de la localidad francesa y, aunque no dudamos de su pulcritud y moralidad, de señoritas lo que se dice señoritas, no ejercían precisamente…) nos encontramos con un bloque de viviendas sin más, pero si atendemos a su portero electrónico, veremos tres puntitos en la primera planta que forman un triángulo equilátero, como marca inequívoca de lo que allí sucede.
Y es que allí se situó desde 1980 hasta 2016 la sede de la Gran Logia Simbólica Española, una escisión liberal dentro de la Logia (en cuanto no es reconocida por la Gran Logia Unida de Inglaterra, que como buenos ingleses, actúan de reguladores).

La actual sede la encontramos en la calle del Vallés, en Sant Andreu, y aunque conserva varios elementos distintivos como el compás, el triángulo y las constelaciones, se le debe reprochar haber perdido el gusto por la decoración tal como nos desvela su aséptica fachada y sus interiores propios de una start up del 22@.
Si logramos acceder al interior de la de Avinyó y se ha conservado tal cual, veremos decoración y simbología como toca a la orden, empezando por la solería de cuadros blancos y negros. Mucha de esta decoración viene «heredada» de la Logia Libertad, que ocupó este mismo local antes de la Guerra Civil y a la cual pertenecía el president Lluís Companys.
Un cierre algo anodino después de la magnificencia del resto de rincones visitados, pero que nos sirve de reflexión sobre la posición que los masones tienen hoy día y han tenido a lo largo de los dos últimos siglos: están ahí, a la vista de todo el que quiera mirar pero oculto de quien no conozca sus intenciones ni lo que promulgan.
Quien sabe, a lo mejor mañana nos encontramos de nuevo la escuadra y el compás en el friso de un vanguardista hotel de Glòries o nos descubren dentro de unos años que la política de Colau de retirar los coches de la ciudad, respondía a seguir los principios de la logia de la Barcelona masónica.
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Masones en Barcelona fuera de ruta
La proliferación de los masones en la Barcelona medieval y en la Barcelona industrial y de los indianos, nos ha permitido crear una ruta bastante céntrica, que poder recorrer en apenas hora y media.
Eso no quita que la presencia masónica se limite a la Barcelona de Ciutat Vella y l’ Eixample, o a la Barcelona de siglos atrás, ya que, como hemos visto, la logia masónica en Barcelona sigue bastante activa incluso en la actualidad.
Así, más allá de los 17 puntos mencionados, podemos encontrar simbología y presencia de los masones en otros tantos repartidos por la ciudad.

Port Olímpic
Los masones en Barcelona han influido notablemente cada vez que ha habido un evento de gran envergadura en la ciudad. Lo vimos en el Arc de Triomp, en las farolas de Pere Falqués y, como no podía ser de otra forma, también dejaron su particular sello en el que es la celebración más recordada de la Barcelona contemporánea: los Juegos Olímpicos de 1992.
Y tal como sucedía con la enorme rueda dentada de Plaza Cataluña, no es que se andaran con sutilezas. ¿Qué otra cosa iba a ser el Pez Dorado de Frank Gehry que una enorme apología de la logia?
Este pez dorado se representa sin cabeza ni cola, lo cual referencia a aquello que no tiene ni principio ni fin. Por otra parte, se sitúa en un espacio configurado como una gran puerta, la que conforman la Torre Mapfre y el Hotel Arts, que nos dirige hacia la Sagrada Familia y que se encuentra rodeada de elementos simbólicos masónicos.
Estos elementos los podemos apreciar en la edificación junto al Casino, donde una esfera, -obra también de Gehry-, se representa en la esquina casi en suspensión, en equilibrio, además de completarse el techado con una pirámide.
Por si toda esta simbología se quedara corta, el Hotel Arts cuenta en cada tramo de escalera de sus 44 plantas con 33 escalones, y su edificio vecino, la Torre Mapfre, con nada más y nada menos que 666 ventanales.

Torre Glòries
Si la creación del Port Olímpic fue una gran puesta en escena para la Barcelona masónica, la culminación del proyecto de Cerdà, ejemplificado en el nuevo Glòries, introduciría a la logia en pleno s. XXI. Para ello, nada como un edificio que en altura pudiera competir con las mencionadas torres olímpicas.
¿Y qué tiene la primigenia torre Agbar de masónica? Lo primero 33 plantas en superficie. A este uso de la numerología a favor de la masonería hay que sumar el elemento más característico de la torre: su juego de luces.
La torre Glòries cuenta con un complejo sistema de luces leds que permite que se proyecte en ella diferentes colores y dibujos. Así, por ejemplo, el día de Sant Jordi o la Diada, se proyectan los colores de la Senyera, diferentes tonalidades y figuras durante la celebración de Llum BCN y así con la simbología que cada evento requiera pero, ¿Cuáles son los colores que luce la torre Glòries cuando no hace uso de su juego de luces? El grana y el azul, los colores masones por excelencia.

La escultura masónica de Glòries
¿Siguen los masones en activo entre nosotros? A estas alturas y tras tremendo repaso por toda la geografía de la ciudad, tenemos clara la estrecha relación que tiene Barcelona con los masones desde los tiempos de su fundación. Pero aún nos puede quedar en el aire la pregunta de si sigue siendo notable su importancia en la ciudad.
Para responder a esta pregunta sobre si podemos seguir hablando de una Barcelona masónica en la actualidad, no tenemos más que permanecer en el entorno de Glòries, donde parece ser que los masones locales han desarrollado cierta predilección…
No muy lejos de la torre, en el centro comercial de mismo nombre, encontramos desde 2024 una escultura que homenajea a Carlos Martínez y Jos Galán, arquitectos del complejo durante los últimos 25 años. ¿Y qué encontramos de forma plenamente visible y clara a los pies de la difusa figura de ambos diseñadores de los edificios que la envuelven? La escuadra y el compás.
El creador de la composición escultórica, Jordi Díez, -que también ha incluido la escuadra y el compás de forma más difusa en la mano derecha de Galán-, justifica la introducción del símbolo de la Barcelona masónica por excelencia como una forma de aunar masonería y arquitectura, queriendo desvincular (torpemente, ya que la alusión es de las más claras de toda la ruta) que ello signifique la pertenencia de alguno de los tres involucrados en la sociedad «secreta».
En cualquier caso, creamos o no el discurso de Díez, lo que sí manifiesta este homenaje a los encargados de transformar la antigua fábrica Olivetti en un moderno centro comercial, es que la firma masónica sigue en activo, y de forma más discreta o escandalosa, está dispuesta a aparecer en cualquier momento.
Cementerio de Poble Nou
El cementerio del Este, también llamado cementerio de Poble Nou, fue el primero de los creados en la ciudad.
Siguiendo las corrientes higienistas imperantes en los siglos XVIII y XIX (y que nos legó, entre otros, la configuración de l’Eixample), surgió en 1775 ante la necesidad de evitar la acumulación de cadáveres que provocaban los entierros parroquiales, y que dentro de la ciudad amurallada eran un frecuente foco de enfermedades y plagas.
Tras su destrucción por parte de las tropas napoleónicas en 1812, se encargó su reconstrucción a una serie de arquitectos encabezados por el italiano Antonio Ginesi, cuya corriente neoclásica imprimió a todo el recinto.

Es así como, desde la misma verja de entrada, podemos apreciar elementos como los obeliscos, las columnas griegas y los frontones. Algo que de por sí no tendría el sello masón si no fuera por la disposición que Ginesi tuvo para estos elementos.
Este hecho se hace evidente si nos fijamos en las residencias del capellán y del guardia del cementerio, anexas al pórtico de acceso, donde claramente podemos ver una forma triangular envolviendo la puerta y cómo, sobre esta, se sitúa una apertura cegada con forma de ojo.
Esta composición es la del ojo de la providencia, otro de los símbolos masones que, heredados de la religión católica, la logia adaptó como propia.

5 respuestas a «Ruta de la Barcelona masónica: en busca del triángulo y compás»
Son una secta, la peor de la historia.
donde me puedo hacer masonica, me gustaria entrar
¡Hola Claudia! Este artículo es divulgativo, no tengo nada que ver con los masones. No obstante, los masones tienen su sede de Barcelona en Sant Andreu, en el número 87 de la calle del Vallès. Allí te podrás informar. ¡Saludos!
Información para hacer la ruta la noche del 31 de Octubre
¡Hola Dolores! Te mando un email con la info. ¡Saludos!