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Rincones insólitos de Barcelona

Un Gaudí descontextualizado que hoy vive en Sarrià

La estatua de Gaudí en Barcelona la encontramos alejada de miradas de turistas, en la puerta de la finca Miralles

Cuando uno piensa en Barcelona, piensa en Gaudí casi irremediablemente. Algo lógico y que resultaba aún más indesligable en la Barcelona pre-olímpica, cuando la personalidad de la ciudad estaba plenamente asentada en el modernismo.

Lejos de ser un hándicap, la ciudad lo lleva con orgullo. No es para menos… suyas son las edificaciones más reseñables de Barcelona como resultan la Sagrada Familia, Casa Batlló, La Pedrera, Park Güell… Y esta se lo agradece con un nomenclátor generoso en el que el genio cuenta con una embellecida avenida y una plaza junto a su obra culmen, así como numerosas instituciones a su nombre pero… ¿Dónde está esa escultura que todo ilustre posee en la ciudad que acoge su obra?

Barcelona no es una ciudad rácana en reconocimientos de este tipo: paseando por la ciudad podemos ver efigies que homenajean desde poetas (Joan Salvat Papasseit en el passeig Marítim), históricos personajes del s.XX (Anne Frank asomándose desde la biblioteca que recibe su nombre), bailaoras (Carmen Amaya en Montjuïc y Barceloneta), conquistadores (Colón desde lo alto de su columna) e incluso payasos (Charlie Rivel en los jardines de Joan Brossa) pero, ¿dónde queda la estatua de Gaudí entre todo este patrimonio?

Para encontrarnos a un figurativo Gaudí a tamaño real no debemos buscar entre sus obras afamadas ni entre sus avenidas, ni tan siquiera entre los lugares que frecuentaba… La estatua de Gaudí no está ni frente a su Sagrada Familia, ni tan siquiera en la plaza de la Virreina de Gràcia donde a tantas misas asistía… está en un rincón de Sarrià cercano a Pedralbes.

Imagen de la estatua de Gaudí frente a la puerta de la finca Miralles

El vínculo Pedralbes-Sarrià que justifica que Gaudí «se quedara a vivir» allí

¿Y cómo llega esta tan reconocible figura mundial a 5 kilómetros de su monumento más emblemático y en un rincón poco frecuentado por turistas? Para responder a esta pregunta y para desvelar dónde se encuentra con exactitud (algo que no todo barcelonés es capaz de contestar), primero habría que hacer repaso a toda la obra del de Reus/Riudoms para, también de paso, entender que no todo son edificios por los que cobrar 15 euros la entrada.

Así, entre su listado de obras «menores» encontramos un curioso encargo de 1902 de manos de su más célebre mecenas: Eusebi Güell. El industrial, no conforme con contar con las reconocibles formas gaudinianas en su finca Güell, -cuyos terrenos abarcaban mucho más allá de lo que nos ha llegado a día de hoy (ocupaba terrenos por aquel entonces baldíos desde La Maternitat-Zona Universitaria hasta Prat de la Riba)-, quiso que su arquitecto fetiche le realizara un paseo que contara con tancas (cerramientos) que reprodujeran las reconocibles formas por las que Gaudí ya era ampliamente reconocido y que le llevara desde Sarrià a la puerta de su finca en Pedralbes (la que aún se conserva junto al Palau Reial).

Es así como, lo que hoy es el Passeig de Manuel Girona, a principios del s. XX era un elegante camino engalanado entre tierras de apellido Güell. Tierras que, al poco de ser delimitadas, tuvieron que venderse entre el pujante señorío barcelonés para que el industrial pudiera financiar otros proyectos. Es así como, dentro de las lindes de la finca Güell surgieron otros espacios ya ajenos como el Palau Reial, los jardines de Pedralbes y la finca Miralles, protagonista involuntaria de esta particular historia.

Entre los señores a los que Eusebi Güell vendió las tierras colindantes de su finca, se encontraba Hermenegild Miralles, impresor y fabricante de materiales para la construcción de origen valenciano que quiso invertir su riqueza en la zona más pujante por aquella época de la ciudad: Sarrià-Pedralbes. Y a la usanza de los grandes apellidos barceloneses, quiso contar con un arquitecto de renombre para ello: Domènec Sugrañes, que aprovechó el cerramiento de Gaudí para integrarlo en una construcción que emulaba dos barracas en honor a la procedencia del nuevo dueño.

La finca Miralles es obra de Sugrañes, mano derecha de Gaudí en obras como la Torre Bellesguard, Casa Batlló y Milá. También se encargó de la reforma modernista de La Monumental y continuó el proyecto de la Sagrada Familia a la muerte de su maestro

Es así como, bastante descontextualizada y fragmentada (de los 36 metros originales solo quedan los apenas 7 visibles en torno a la escultura), nos encontramos a la estatua de Gaudí bajo una de sus obras más desconocidas. Un Gaudí que ni siquiera contempla su creación, sino que se mantiene con pose conversante, como queriendo entablar un diálogo con el transeúnte que se pregunta qué hace allí.

¿Por qué la finca Miralles para honrar a Gaudí?

A estas alturas podemos entender la razón de qué hace la estatua de Gaudí en medio de una de las zonas residenciales menos transitadas de la ciudad pero, ¿por qué no situar un homenaje tan significativo en un contexto menos forzado? Para responder a esta pregunta debemos remontarnos a los orígenes de la estatua en sí, obra del escultor Joaquim Camps Giralt, proyectada a mediados de los años 90 e instalada en 1999.

Tras 1992, el afán de la Barcelona post-olímpica era mantener el espíritu de reconversión y proyección que tanta fama había dado a la ciudad. Este espíritu se materializó en intervenciones que, como el proyecto Barcelona posa’t Guapa, pretendía descentralizar los focos de atracción de la ciudad y repartirlos a lo largo de todo su mapa.

Antes de ocupar su actual emplazamiento, la estatua convivió con la Sagrada Familia durante 5 días, donde fue bendecida el 8 de octubre de 1999

Cuando al por aquel entonces alcalde de la ciudad, Joan Clos, le llegó la idea de erigir una estatua en honor a Gaudí, decidió heredar los principios de su sucesor y mentor, el alcalde Pasqual Maragall, y desechar localizaciones que supondrían todo un cliché y que no aportaría mayor masa turística de la ya existente. Es así como se descartó desde el comienzo situarla en la plaza del mismo nombre junto a la Sagrada Familia o en el passeig de Gràcia.

Listando otras localizaciones en las que Gaudí pudiera ser hospedado, se decidió que se eligiera una obra que más que dignificar a la estatua, fuera ésta la que dignificara el lugar, haciéndolo servir como un nuevo foco de turismo y como un nuevo hito dentro de la ruta gaudiniana. Así es como un pequeño pórtico caído en el olvido general, se convertiría en el último homenaje de la ciudad a su ciudadano más ilustre.

Perspectiva lateral de la estatua de Gaudí

Del recuerdo al olvido: la suerte de la finca Miralles

Quienes hoy se acerquen a saludar a Gaudí, lo verán bajo su pórtico, pero rodeado de unos edificios que si bien respiran clase alta, no tienen ese toque noble y modernista que se espera para tan «marco incomparable». ¿Qué pasó con la finca Miralles a la que se accedía a través de la puerta gaudiniana?

La noble finca, como muchas obras de la época, cayó victima de la piqueta y de uno de los hombres más nefastos que ha tenido esta ciudad por vecino y por alcalde: Porcioles. De dudable gusto y demostrada incultura y poca sensibilidad, a este señor (por denominarlo de alguna forma) no solo le debemos una desastrosa planificación urbanística que saturaría y dejaría sin servicios mínimos a barrios de la periferia como Ciutat Meridiana, sino también que a l’Eixample le salieran «barrets» y desaparecieran del mapa edificios modernistas como la Casa Trinxet (un Puig i Cadafalch nada más y nada menos) o esta finca Miralles, que desapareció en 1968.

Paseo de los edificios de viviendas que ocuparon las antiguas cotxeres de Sarrià, que a su vez se encontraban en los terrenos de la finca Miralles

Al menos debemos agradecer que, al contrario que pasaría con la Casa Trinxet, cuyas formas ornamentadas dieron paso a un bloque simplón y anodino obra de Nuñez i Navarro (otros a los que también debemos grandes amputaciones en esta ciudad), a la finca Miralles le sucedió un grupo de viviendas con algo más de gusto estético: el Grup d’habitatges Les Cotxeres, obra del arquitecto Josep Antoni Coderch de Sentmenat (artífice de las magníficas torres Trade o las torres de la Caixa).

Así, hoy día la puerta de Gaudí se integra dentro de un conjunto de edificios racionalistas de corte moderno, en el que su autor quiso con gusto estético romper con las formas rectas y prismáticas imperantes en su época, dotando a sus construcciones de formas escalonadas y retranqueantes en ladrillo visto.

El complejo de 20 edificios agrupados en cuatro filas, -dando lugar a calles y espacios privados-, no solo ocupa el espacio de la extinta finca Miralles, sino también de las antiguas cocheras de los tranvías de Sarrià, de las cuales recibe su nombre. Encontramos la puerta de Gaudí en la última de las filas formadas por los edificios, con orientación Llobregat- mar.

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