Categorías
Curiosidades de las plazas de Barcelona

Plaza Idrissa Diallo: un negrero desahuciado, una peana vacía y un oso rojo

La recién nombrada plaza Idrissa Diallo despierta un debate presente desde siempre en la sociedad: ¿es el callejero justo con los homenajes a ciertos personajes de dudosa ética? Un enorme oso rojo de resina viene a recordárnoslo.

La plaza Idrissa Diallo es el último campo de batalla entre la Barcelona que se aferra a su historia y la Barcelona que prefiere reinterpretarla. En un ejercicio de «quítate tú para ponerme yo», deja de llamarse plaza de Antonio López (indiano que comercializaba con esclavos) para recibir la denominación de un inmigrante fallecido en el CIE de Zona Franca.

Por si este ejercicio, -de revanchismo para algunos, de justicia poética para otros-, no fuera suficiente para llamar la atención de este rincón del Born, el 27 de enero de 2022 amaneció con la escultura de un inmigrante abrazado a un oso de dos metros… rojo, muy rojo. ¿Qué es lo que hace de la otrora plaza de Antonio López, foco de la atención mediática?, ¿en qué consiste el debate que llamándola de Idrissa Diallo se plantéa?

Plaza de Idrissa Diallo: la maldición del cambio de nombre en el callejero

Antes de entrar a debate, debemos dar la razón a cierto sector de la población, en que los cambios recientes de denominación, cuesta que se asienten. La plaza Idrissa Diallo tiene aprobada esta nomenclatura desde junio de 2021, por lo que le falta tradición para quitarse de encima 134 años llamándose Antonio López. Esto, para quienes aún llaman calle Pelayo a Pelai, se entiende…

Sí que puede ayudar a asentarlo el hecho de que, desde finales de enero de 2022 y, según parece, hasta la misma fecha de 2025, lo habite un enorme oso rojo pasión al que lo abraza un emigrante de la misma tonalidad. Cómo despertó la ciudad con esta nueva obra de arte callejero llama la atención sobre un debate, el de homenajes históricos no siempre correctos, que salpica al propio Monumento a Colón.

La recién denominada Plaza Idrissa Diallo se inaugura con una obrsa de arte urbano de James Colomina

«Humanidad»: el okupa rojo que se reivindicó sobre Antonio López

Desde que se perdiera la denominación de Antonio López, la plaza Idrissa Diallo se ha llenado de simbolismo. Ya no llama la atención ni el hecho de cerrar Via Laietana, ni alojar la fachada trasera de la Llotja de Mar, ni el edificio de Correos: lo que importa de esta explanada es la placa que la denomina.

Esta plaza fue testigo el domingo 4 de marzo de una gran fiesta en el que el culmen consistió en el derribo colectivo de la estatua de Antonio López. A lo «Sadam Hussein», contrarios al pasado esclavista del marqués de Comillas aplaudieron cómo la grúa municipal retiraba su efigie a ritmo de batukadas, en una celebración que contaba con el apoyo y patrocinio de «los comuns».

A esta performance aún le faltaba una culminación aún más llamativa: después de 4 años luciendo una peana desértica en la que aún se pueden leer los méritos del marqués, el artista urbano James Colomina usó una grúa traída con sus propios medios para anclarle una estatua bien diferente a lo que el paisaje de esta plaza acostumbraba.

Un inmigrante abrazando un oso de dos metros como celebración de la abolición de la esclavitud es el nuevo inquilino de esta céntrica plaza. Por si la simbología no fuera lo suficientemente potente, el uso de un rojo llamativo y brillante, roba aún más el protagonismo a cualquier otro monumento.

Así, a febrero de 2022, la resina sustituye a la piedra, el rojo encendido al gris mate, un artista callejero a un Frederic Marès, pero sobre todo (y aquí reside la potencia del mensaje y el significado de la «nueva» plaza), un inmigrante a un esclavista, por mucho que el peso de la historia esté a favor del segundo.

James Colomina: el Banksy de la escultura urbana

Aunque bien podría ser una ocurrencia del equipo de gobierno de Colau, que un oso rojo de dos metros sustituya al marqués de Comillas no ha contado ni con la colaboración, ni con la ayuda del ayuntamiento. A iniciativa del propio artista, la madrugada del 27 de enero James Colomina colocaba y anclaba la obra llamada «Humanidad», donde antes residía la del «negro Domingo». Tan sigilosa y minuciosamente que, hasta la mañana siguiente no se reparó en el cambiazo.

La obra sigue la línea de otras tantas realizadas a lo largo del mundo por este artista de lo reivindicativo. Aprovechando el simbolismo del espacio vacío, y la efeméride de que el pasado 28 de enero se cumplían 185 años de la abolición de la esclavitud en España, James Coromina «regalaba» su obra a la ciudad con mucho silencio para poder hacer el máximo ruido posible.

Respecto al futuro que le espera al oso de dos metros y su dueño migrante, el Ayuntamiento tras el informe de los bomberos que confirmaba su estabilidad, se ha comprometido a mantenerlo un mínimo de tres años. Mientras tanto, «Humanidad» se suma a «L’enfant au bonnet d’âne«, «L’Enfant du Ku Klux Klan«, o «La Petite Fille qui Respire» que ya ocuparon otros emblemáticos espacios de París (el pont Neuf, el Louvre), San Francisco o Los Ángeles.

Detalle de la obra de arte urbano "Humanidad" en la plaza Idrissa Diallo

Idrissa Diallo: un simbólico mártir que no conoció su propia lucha

Pero, ¿Quién es Idrissa Diallo para, sin pretenderlo, ocupar el emblemático lugar de López? Diallo fue un joven guineano que ingresó como cualquier otro migrante en su situación en el centro de la Zona Franca en diciembre de 2012. El 5 de enero, 15 días después, fue trasladado al hospital tras quejarse de insuficiencias respiratorias, donde al poco falleció.

La situación que llevó a Diallo al CIE (centro de internamiento de extranjeros) fue saltar la valla de Melilla, tras lo que fue detenido y trasladado a Barcelona para su posterior deportación a Guinea. La falta de claridad ante los hechos y la existencia de estos centros en los que apenas se tiene conocimiento de su funcionamiento, provocaron un aluvión de críticas y denuncias.

La muerte de Diallo avivó un debate ya candente tras la muerte en el CIE de Aluche (Madrid) de la congoleña Samba Martine, producida apenas dos semanas antes y en la que ya se solicitaba de manos de activistas y colectivos de apoyo, el cierre de estos centros.

Con la llegada al consistorio de Barcelona en Comú en 2015, -partido político partidario del cierre del CIE de Zona Franca-, se propuso mediante la iniciativa de participación ciudadana «Barcelona Decidim» el cambio de nombre de «Antonio López» a «Idrissa Diallo», como acto de reparación a lo acontecido tres años antes.

La propuesta fue ampliamente respaldada por la plataforma Tanquem els CIE y activistas como los componentes de la productora Metromuster (Ciutat Morta), que se lanzaron a una recogida de firmas popular con el resultado de alcanzar las 15.000 necesarias para que llegara al pleno.

Es así como se llegó en 2018 a la retirada de la estatua de Antonio López, que desde entonces se encuentra en los almacenes municipales, y al cambio de denominación de la plaza, efectivo desde junio de 2021.

La plaza Idrissa Diallo surge con polémica, que la mantiene viva la instalación de una obra de arte urbano de James Colomina

Plaza de Idrissa Diallo vs Plaza Antonio López: la política de gestos que puede acabar con Colón

Lejos de acabar con el cambio de nombre, el debate sobre los logros de muchos de los personajes que decoran y nombran plazas y calles de la ciudad no ha hecho más que avivarse. Así, se están llevando a cabo, -no con tanto ruido como en este caso-, desde que el consistorio «comú» abrió el debate. Sobre todo con aquellos que refieren a la monarquía o a militares de dudosos logros.

Es el caso de la plaza ahora denominada como «Cinc d’oros», anteriormente dedicada a Juan Carlos I; la Riera de Cassoles (anteriormente llamada Princeps d’Astúries); avenida dels Quinze (en sustitución de la avenida de Borbó); Elisa Moragas i Badia (Reis Catòlics); Emilia Llorca Martí (Almirall Aixada) o con mayor ruido mediático, el cambio que permitió que a Pepe Rubianes se le homenajeara en su querida Barceloneta, quitándole el mérito al Almirall Cervera.

Desde entonces un total de 17 calles, plazas y jardines (a enero de 2022), han cambiado de nombre en esta etapa liderada por la alcaldesa Colau, siendo el primero muy emblemático de la tendencia (el de recuperar el nombre de plaza de la República a la de Llucmajor en 2016) y el último el que homenajea a la escritora Ana María Matute cinco años después de su muerte (el plazo mínimo para recibir este homenaje).

Una tendencia deudora de la transición…

Este afán del ayuntamiento barcelonés por dignificar el nomenclátor no responde a ninguna moda. El cambio de nombres de las calles de Barcelona comenzó en 1979, cuando el primer consistorio democrático recuperaba denominaciones tan asentadas hoy día como Diagonal (antes avenida del Generalísimo Franco), Gran Vía (antes José Antonio Primo de Rivera) o Paral·lel (antes Marqués del Duero).

Una vez normalizados los casos más llamativos, entre las más de 4000 calles de la ciudad quedaron ocultas denominaciones como Aviador Franco, Ruiz de Alda y Durán (militares que bombardearon desde el bando franquista localidades catalanas); Eduard Aunós (ministro de la dictadura) o Pérez del Pulgar (sacerdote propulsor de los campos de concentración republicanos).

Con el impulso de la Ley de Memoria Histórica aprobada por el Gobienro de Zapatero en 2006, y que obliga a la retirada de denominaciones provenientes del régimen franquista, se ha podido retomar 10 años más tarde, esta labor de restitución que sólo se ha tomado en serio una vez llegada a la alcaldía un partido progresista.

…Con ecos de movimientos en el extranjero

El movimiento que ha posibilitado el cambio de nombre y la retirada de la estatua de Antonio López sin embargo, no viene propulsado por la Ley de Memoria Histórica, pero sí por el llamado «revisionismo histórico».

El revisionismo histórico consiste en debatir el verdadero valor de figuras públicas que han sido notablemente enaltecidas a pesar de episodios de dudosa moralidad. Figuras como Churchill, que a pesar de haber sido clave en el final de la II Guerra Mundial y frecuentemente puesto como ejemplo de político diplomático, son cada vez más las voces que lo señalan como un racista e imperialista.

Un caso idéntico al de Antonio López pero con mayor violencia, se ha dado en Bristol recientemente tras la muerte de George Lloyd, donde la estatua del comerciante de esclavos Edward Colson, fue vandalizada y lanzada al mar como protesta,

Estas mismas protestas llegaron a plantear la idoneidad de homenajes a personajes referentes al colonialismo, acusándolas del hecho de ser las causantes de la disgregación racial. En el centro de estas proclamas se puso la figura de Colón, con el derribo y la retirada de sus homenajes en ciudades como San Louis o México DF.

¿Llegará a ocurrir en Barcelona? La monumentalidad y lo emblemático del homenaje que cierra Las Ramblas provoca que se dé por zanjado todo amago de retirada, pero existen las voces que, ante un hecho (la conquista de América) que despierta cada vez más recelo, piden similar restitución que la vivida con el marqués de Comillas.

Sigue a Becinadas en Instagram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *