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Rincones insólitos de Barcelona

Las Pajaritas de la Rambleta del Clot: anarquía disfrazada

Unas inocentes pajaritas asoman como puertas a la Rambleta del Clot sin desvelar su pasado anarquista. Te lo descubrimos en BeCiNadas

Sin historia no hay significado sobre lo que vemos, y en el cruce de Meridiana con Aragón, nos encontramos con una reproducción de unas pajaritas de papel ya existentes en el parque Miguel Servet de Huesca, que aparentemente no nos dicen nada más. Unas pajaritas que, lejos de simbolizar la inocencia de un juguete infantil típico de la papiroflexia, nos desvelan el legado de Ramón Acín: pintor, escultor, periodista y pedagogo español, de ideología cercana al pensamiento de Durruti. Estamos ante las Pajaritas del Clot: anarquistas de vocación y naturaleza.

Una oda a la paz preolímpica en contra de la guerra… Civil.

El por qué de estas pajaritas encaradas que abren y cierran de forma simétrica el tramo del carrer Aragón conocido como Rambleta del Clot (desde su cruce con Meridiana, hasta su cruce con Bilbao) tiene mucho de significancia. Por una parte tenemos la voluntad de una ciudad por restituir la memoria de un personaje ligado a ella del que poco se conoce, y por otra parte la voluntad de un barrio por mostrarse abierto, pacífico y en contra de un ambiente de guerra que poco tenía que ver con el festivo pre-olimpiadas que vivía la ciudad.

Estas réplicas se instalaron en 1991, como parte de los planes de reacondicionamiento de los barrios periféricos de la ciudad (entre los que se incluía ese Barcelona possa’t guapa que nos legó, entre otras obras, los Balcones de Barcelona) que se estaban llevado a cabo en el marco de las Olimpiadas pero, ¿por qué dos réplicas de un monumento oscense con el que aparentemente nada se tiene que ver? la pregunta tiene dos respuestas: una con carácter romántico y otra…. económico.

La respuesta romántica dicta que el barrio del Clot, ante una etapa marcada por la Guerra del Golfo (la primera televisada y que como tal, conmocionaba en mayor grado que cualquier otra no vivida), quería un símbolo pacífico como imagen de su recién acondicionada rambleta, y que para ello pensó en las palomas de la paz como icono del que Barcelona carecía.

La económica viene de la respuesta dada por el Ayuntamiento, que aunque entendía y compartía el ideal de sus vecinos, veía sus arcas vaciadas ante tanta iniciativa preolímpica y por tanto, imposible la realización de una nueva escultura para decorar la rambleta… Hasta que alguien cayó en que en los depósitos municipales contaban con «algo parecido». Se trataba de Josep Anton Acebillo, encargado del área de urbanismo y originario de Huesca, por lo que le era familiar la réplica que años atrás, había regalado la hija de Acín a la ciudad [Fuente: ElPeriódico].

De esta forma, El Clot pudo tener como doble pórtico de entrada a su rambleta el símbolo que como barrio querían, al que le sumaron una doble significancia: la de restituir la memoria histórica y la de homenajear a sus vecinos, entre los que se encuentra un alto número de ideario anarquista.

Ramón Acín: el anarquista pacifista que encontró en la pajarita la inocencia

¿Y qué convierte a una simple pajarita de papel en un símbolo anarquista y como manifestación en contra de la violencia de la Guerra Civil? Para encontrar esta respuesta, primero tenemos que viajar a Huesca, donde en 1927 se publica la idea de crear un jardín central, idea que entusiasmó a Acín y que, como artista vinculado a la Diputación Provincial, pudo ser partícipe con las esculturas que en el Clot se replican.

Para ello pensó en la pajarita como símbolo de la inocencia, perfecta para una zona destinada a ser espacio de juego para los niños. Acín, muy vinculado al mundo de la cultura (llegó a financiar gracias al dinero ganado en la Lotería Nacional, la tercera película de un joven Luís Buñuel, el premiado y recordado documental Las Hurdes: Tierra sin Pan), se inspiró en la prosa de Unamuno de su libro «Apuntes para un tratado de Cocotología» («consideraré a las pajaritas de papel como un juego infantil y haré la historia de los juegos infantiles y de todos los juegos en general»), además de los versos de Lorca en el poema «Pajarita de Papel«, y en la tonadilla infantil «La Pájara Pinta», de Oscar Esplá recordada en la época por Rafael Alberti.

Las Pajaritas de Acín originales, en el Parque Miguel Servet de Huesca

Años más tarde, con el estallido de la Guerra Civil el 18 de julio de 1936, Acín hizo valer su ideario anarquista y pertenencia a la CNT para dirigirse al gobernador de Huesca y emplazarle a defender la ciudad. Bajo la falsa promesa de éste se retiró a su casa, a la que, traicionado, se personaron al día siguiente los falangistas para apresarlo, a él y a su mujer por encubrirle. Ambos fueron fusilados meses después, en agosto de 1936.

Su compañero en la CNT, Paco Ponzán, quiso homenajearle en 1941 y mantener su legado vivo con lo que hoy se conocería como «performance reivindicativa», repartiendo un centenar de pajaritas para que los barceloneses se la colocaran en la solapa como recuerdo de su memoria.

La Rambla del Clot se creó en la etapa preolímpica, siendo las pajaritas un nuevo símbolo para el barrio

El vínculo entre Ramón Acín y Barcelona

Más allá de la acción reivindicativa de Ponzán, la relación entre Ramón Acín y la ciudad que excusa la instalación de sus Pajaritas en El Clot, surge en 1913, cuando un joven Acín llega a Barcelona para fundar el periódico semanal La Ira (Órgano de expresión del asco y la cólera del pueblo), que solo llegó a dos publicaciones: una primera en la que daban buena cuenta de la oposición a la guerra con Marruecos, y la segunda en la que centraban sus críticas hacia los representantes de la iglesia, razón de peso en la época para su clausura y el encarcelamiento de sus redactores.

Pese a que al año siguiente ya se encontraba residiendo a caballo entre Madrid y Toledo, continuaría visitando Barcelona de forma activa para realizar reivindicaciones anarquistas, así como para exponer su obra como pintor, tal como se recuerda de su exposición en las Galerías Dalmau de 1929.

Esta relación sirvió de excusa para que, en 1988, se realizara una exposición sobre la obra de Acín en Barcelona, -concretamente en el Hospital de la Santa Creu-, en el marco de acciones que la Casa de Aragón de la ciudad estaba realizando para recuperar la memoria histórica de algunos de sus hijos ilustres menos revindicados (que continuó con la exposición dedicada a Felix Lafuente y Felix Gazo). Como agradecimiento por la organización, tanto la hija de Acín como la Diputación de Huesca quisieron regalar a la ciudad las réplicas que hoy lucen en el Clot.

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