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Rincones insólitos de Barcelona

Jardines Vicens Vives: un siniestro zoológico en piedra

Los jardines Vicens Vives son tan idílicos como bizarros: un conjunto de 31 animales tallados por Marès conviven entre rascacielos, jardines y un entorno distópico

Barcelona es rica en rincones insólitos, oasis dentro de la ciudad que, o bien debes ser muy avispado observador, o previo conocedor de su existencia para dar con ellos. Dentro de éstos espacios hay uno en Les Corts que, cuanto menos es desconcertante: un amplio jardín interior franqueado por galerías de los años 70 y rematado por las imponentes torres de La Caixa, cuyos tonos negros no ayudan a hacer de lo que tendría que ser un museo al aire libre lleno de vida, el escenario perfecto para una película postapocalíptica. Se trata de los Jardines Vicens Vives y su particular estatuario.

De lo bello a lo desconcertante; de la oda a la vida «a temer por ella»

El concepto sobre el papel es incluso idílico: un amplio y verde jardín entre zona de oficinas «de las caras», decorado con decenas de animales salvajes en diferentes materiales y cincelados por el prestigioso escultor Frederic Marès, uno de esos rincones que invitan a su descubrimiento como lugar repleto de arte y encanto en cuanto te enteras de su existencia… Sin embargo, son pocos los que sienten recorriendo los jardines Vicens Vives lo mismo que paseando por Montjuïc.

¿Qué es lo que falla en este espacio? Lo primero el «orden y concierto»: los animales de piedra, mármol y bronce cuentan con diferentes tamaños y proporciones, -algunas desconcertantes-, además de campar a sus anchas invitando al espectador a descubrirlos entre bancadas y pasadizos con aires de película de yonkis ochenteros, recibiéndonos una poco idílica escena de un reno y sus crías siendo devoradas por una manada de lobos (un saludo, niños traumados por la muerte de la madre de Bambi).

Lo segundo es la localización: pese a estar en plena Diagonal, no es uno de esos rincones verdes que «te abracen» entre la trama urbana: las oscuras torres de Mordor de la Caixa sirven como portal a este inframundo que, además, se encuentra a unos metros por debajo del nivel del acerado de Diagonal, lo cual potencia aún más la oscuridad que las torres ya le proporcionan. Para mayor entusiasmo de los fans de Cuarto Milenio, para salir de este vergel sin sentido, debemos cruzar por unos túneles de esos a quienes no les faltan su buena dosis de luz fluorescente parpadeante que no sabes si de ella va a salir el Demogorgon o el vaquilla a golpe de navaja.

Por último y más importante es el estado de conservación: como si de un zoológico sin fondos ni pretensión proanimalista se tratara, el cuidado de las esculturas y los jardines no ayuda a este sentimiento de extraña grima hacia la belleza de lo natural junto a lo artístico. Abundan los animales decapitados y/o cercenados, algunos yacentes sobre un césped con propensión a la calvicie.

Representación en muro de piedra de una manada de ciervos

Un proyecto grandilocuente empequeñecido por la dejadez

Los jardines Vicens Vives surgieron del interés del proyector inmobiliario Manuel de la Quintana, dueño de la inmobiliaria Colonial, de dotar al espacio de oficinas y residencial de reciente creación conocido con el original nombre de Barcelona-2, de una zona que la revitalizara dentro del bullicio que provocaba la cercanía de la Diagonal. Para ello contó con la ayuda en 1966 de dos expertos veteranos en la decoración de la ciudad: Rubio i Tudurí para el ajardinado, y Frederic Marès para los elementos ornamentales.

Mientras Tudurí diseñó el espacio como un jardín típico mediterráneo, jugando con el desnivel provocado para crear senderos y parterres a diferentes alturas pero todos transitables (destacan las bancadas en forma cuadrangular y hundidas en el terreno, a modo de islas), Marès aprovechó la afición de por el entonces director de La Caixa, Ignasi Villallonga, por la caza, para reproducir escenas cinegéticas. Tal era el perfeccionismo del escultor, que contó para ello con la asesoría del experto cazador el conde de Yebes.

Marès es conocido dentro de la escultura como un virtuoso y maestro en los detalles en cuanto a representaciones animales. Podéis apreciar más ejemplos de su arte al respecto en cómo refleja el plumaje y los gestos naturales en la falsa oca de Sant Martí

¿Cómo llega un proyecto en el que interviene el paisajista encargado de los jardines de Pedralbes, de la Sagrada Familia y de la plaza Francesc Macià entre otros, y uno de los escultores mas prolífico y prestigioso de la ciudad, acabar como un yonkódromo de lujo? Una vez puesto en marcha, se mantuvo la gestión privada a manos de promotora y entidad bancaria más o menos con cierto atino hasta 1990, que pasa a propiedad municipal.

Una Barcelona olímpica cuya factura dejó las arcas secas durante la década de los noventa propició un rápido declive que, sumado a lo oscura de la localización, convirtió este oasis entre transacciones financieras en esta suerte de Mad Max contemporáneo. Tan solo la reforma de 2010 y la reciente de 2021 han conseguido devolver algo de vida a esta, no por ello menos recomendable de visitar, oda al cine de desastres. Recomendamos la visita a media tarde, fuera del horario laboral y con los últimos rayos de luz del día, para una experiencia aún más completa.

Son numerosas las obras de Marès cercenadas por el tiempo y el vandalismo en los Jardines Vicens Vives
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