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Edificios sorprendentes de Barcelona

Sede del distrito de Sants: un ayuntamiento para 3 ciudades

Es un edificio destinado al gobierno de la zona, pero nunca fue Ayuntamiento, ni regidor de Sants. La Tenencia de Alcaldía de Hostafrancs une la historia de 3 villas.

El hecho de que Barcelona cuente con varios distritos que antes de convertirse en barrios, fueron villas independientes, crea paisajes singulares al pasear por zonas periféricas fuera del casco antiguo, donde por momentos, parece que nos encontramos en uno de esos pueblos del s.XIX (si obviamos todo el tráfico de alrededor).

Uno de esos paisajes lo encontramos en el 104-106 del carrer Creu Coberta, donde entre tiendas bien de barrio se asoma un edificio monumental e imponente que tiempo atrás dirigía los asuntos de un pueblo en auge, Hostafrancs, aunque hoy destinado a ser la sede del distrito de Sants.

Un edificio con vocación de Ayuntamiento… pero que nunca llegó a serlo

A diferencia de otros edificios de similar uso como el de la Villa de Gràcia o Sant Martí, éste edificio modernista nunca llegó a funcionar como Ayuntamiento de Sants o Casa Consistorial de pleno derecho.

Su construcción, de hecho, nada tiene que ver con la villa de Santa María de Sants en un principio: tal como hemos anunciado viene motivada por los vecinos de Hostafrancs, que reclamaban al Ayuntamiento de Barcelona (este sí, el de toda la vida, el de la plaza Sant Jaume) un lugar donde dirimir sus propios asuntos.

Así, a mediados del s.XIX, se cedieron unos terrenos en la ya barcelonesa Hostafrancs que darían lugar a la tenencia de alcaldía. Como villa independiente que era, se adhirió antes que Sants, en 1839, a la creciente ciudad de Barcelona, que mediante este plan de absorción de villas impulsado por su diputación comenzaba un incipiente crecimiento por cada uno de sus puntos cardinales.

Dependientes sí, pero sin caminar mucho…

El pueblo de Hostafrancs no puso pega alguna al plan de absorción que los convertiría en ciudadanos de Barcelona. Como barrio extramuros, no sufrían del hacinamiento ni los problemas sanitarios que sí se daban en la Ciutat Vella, y sin embargo se podían beneficiar de mejores aranceles comerciales y otras ventajas que le otorgaban ser parte de la Ciudad Condal. El trato les parecía bueno pero eso sí, solo si se podían evitar tener que realizar trámites en la plaza Sant Jaume, que por entonces el metro no llegaba y las calles olían fuerte.

Para que pudieran cumplir sus necesidades burocráticas sin cruzar la Gran Vía, uno de los hostaleros que hacen honor al nombre del barrio, cedió parte de sus terrenos donde aun hoy se asienta la sede del distrito Sants – Montjuïc. Esta tenencia de alcaldía primigenia se mantuvo de forma humilde y simbólica hasta que en 1885 y ante las crecientes necesidades del barrio, se mandó construir el edificio que aún se conserva, a cargo de la arquitecto modernista Jaume Gustà y Bondia.

Un regalo angelical para el nuevo barrio

Cuando Barcelona se anexionó Hostafrancs en 1857, la primera pretensión fue que la anteriormente villa se sintiera de pleno derecho barcelonina, por lo que además de atender la demanda de la tenencia de alcaldía, el consistorio regaló a sus nuevos vecinos nada más y nada menos que el ángel custodio del céntrico portal, que se había quedado huérfano tras derrumbarse la muralla que le servía de hornacina.

Hostafranc acogió con entusiasmo la imagen, convirtiéndola en el epicentro de su festa major y ampliando la iglesia del carrer Sant Roc para acoger una nueva capilla donde adorarla.

Un edificio destinado a ser parte de Sants

Pese a este inicio puramente barcelonés, la Tenencia de Alcaldía estaba destinada a formar parte de la vida ciudadana cotidiana de Sants. Solo pasaron 12 años desde la nueva edificación, para que su uso se hiciera extensible a todo el distrito, no siendo ya la Tenencia de Alcaldía de Hostafrancs sino la Tenencia de Alcaldía de Sants con la adhesión de la villa en 1897.

Pese a ser dos villas independientes y ser parte Hostafrancs de Barcelona 50 años antes que Sants, el sentir de los dos barrios como uno único viene desde la fundación de Hostafrancs, que ya quedaba adherida al control de la Iglesia de Santa María de Sants desde entonces. Control que no se retiró hasta 1868.

Como por suerte para nuestro legado patrimonial, por aquel entonces, bastaba cualquier excusa para hacer de un edificio singular, algo modernista o novecentista (ya podríamos aprender actualmente en la era del hormigón y cemento armado), se aprovechó el cambio de uso y que ahora las necesidades eran todavía mayores para nuevamente reformar el edificio.

Así, las obras se reanudaron entre los años 1908 y 1915, esta vez a cargo de Ubald Iranzo y Eiras (arquitecto modernista que también se hizo cargo del plan urbanístico de Les Corts – Sarrià y Sant Martí de Provençals). A esta última reforma le debemos uno de los elementos más característicos de la construcción: los vitrales novecentistas de la Sala de Plenos.

Pese a que nunca llegó a la categoría de Ayuntamiento, la sede del distrito de Sants siempre ha sido el intermediador y regidor de las cuestiones de todos los vecinos de Hostafrancs y Sants.

Concretamente los vitrales se encargaron en 1914 a Francesc Labarta i Plana, maestro vidriero muy ligado a la obra de Domènech i Montaner y cuyas cristaleras decoran el Hospital de Sant Pau y el Palau de la Música Catalana entre otras obras.

En ellos se muestran escenas cotidianas vinculadas a la realidad del barrio que las acoge: desde alegorías a la industria, hasta las ligadas al comercio y la agricultura. Destaca la inscripción en una de ellas que dicta «Labor prima virtus» (El trabajo, la primera virtud), no vaya a ser que a las buenas gentes de Sants se les olvide cómo se saca adelante un distrito…

No fue hasta 1984 cuando ya, de forma oficial (de facto ya se realizaban trámites para los habitantes de Sants desde su adhesión a Barcelona), la Tenencia de Hostafrancs y el distrito de Sants se unieron hasta el día de hoy, convirtiéndose este ecléctico edificio en la sede del distrito tal como sucedió con los antiguos ayuntamientos de otros barrios, solo que este (Hostafrancs), nunca tuvo uno propio.

¿Qué pasó con el Ayuntamiento de Sants?

A estas alturas de la historia queda claro que la actual sede, nunca fue ni tuvo la intención de ser el Ayuntamiento del hoy distrito pero, ¿Qué fue del Ayuntamiento de Sants?

Como villa próspera e independiente, Sants tuvo su Ayuntamiento propio, concretamente en la que era la Plaza Víctor Balaguer. Y decimos «era» porque hoy solo queda de ella la font del Nen o del «Ninyo», que podemos apreciar en Can Mantega.

Situada a la altura del carrer Roses y Miguel Ángel en lo que hoy es la Rambla de Brasil, el Ayuntamiento y su plaza sobrevivió hasta 1969, cuando el infame alcalde Porcioles decidió que mucho mejor si atravesaba por la zona el que era el primero Cinturón de Ronda (hoy ronda del Mig), que como por entonces no iba soterrada, se llevó por delante casas, jardines y el que era el antiguo Ayuntamiento de Sants.

Sede del Distrito de Sants – Montjuïc: un edificio con su «pegote»

A la sede del distrito hay que mirarla de cara, ya que tal como sucede con los enfermos pre-operatorios, si la miramos por detrás le descubrimos sus vergüenzas. El motivo de sonrojo de un edificio modernista tan bello como éste no es otro que la desligada Escola Miquel Bleach, adosada como un grano a un adolescente y con el mismo defecto estético.

Realmente esta escuela no le es del todo independiente a la Sede del Distrito de Sants, ya que en un inicio formaba parte del mismo edificio. Como zona multiusos para que los de Hostafrancs no se tuvieran que desplazar, aquí se concentraban servicios que iban desde el juzgado municipal, los bomberos, la Guardia Urbana, calabozos, dispensario médico, salas escolares, archivo e incluso habitaciones para el secretario y el conserje.

Trasera de la sede del distrito de Sants, donde encontramos anexo el colegio Miquel Bleach
El edificio sigue los patrones novecentistas y presenta una curiosa fachada armonizada por arcos de medio punto, pero el mal estado de los esgrafiados y su poca integración en una plaza dura y poco amigable, afea un edificio histórico maltratado.

Todo ello produjo que, por motivos de practicidad, el edificio en la reforma que lo convirtió en parte de Sants, se dividiera en dos dependencias: la que aún a día de hoy es sede administrativa, y la que posteriormente se convertiría en la Escola Miquel Bleach.

¿Surgió de esta escisión un edificio poco agraciado? Tal como hemos tenido la ocasión de mencionar, cualquier excusa era válida para decorar profusamente los edificios, y este no lo era menos.

A la ya de por sí llamativa fachada con terminaciones en arcos de medio punto, se le sumaba unos esgrafiados que actualmente se encuentran muy desgastados, a lo que sumar un entorno en el que se aprecia el corte de las medianas de los edificios circundantes y una plaza, que como la de Lesseps o Països Catalans, se encuadra dentro de las llamadas «duras», donde la amabilidad y lo estético brilla por su ausencia en pro del frío pero funcional (y barato) hormigón.

Todo ello produce que, de la belleza estética, singular y llamativa de la tenencia de alcaldía, quienes se dirijan hacia la Espanya Industrial descubrirán un entorno hostil y mal diseñado que se ensaña especialmente con este fragmento de la historia de Hostafrancs que, para quienes no tengan hijos en esta escuela, les pasará totalmente desapercibido.

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